miércoles, 21 de octubre de 2015

Un lazo naranja

Hoy es un día como otro cualquiera... Un miércoles cualquiera de un mes cualquiera... Hoy hace siete meses que nos vimos por última vez, que me diste mi regalo de cumpleaños porque "te ibas a Madrid", siete meses que te fumaste aquel cigarrillo con ojos vidriosos y terror en tu mirada mientras intentabas disimular. Siete meses que tus lágrimas se derramaron por miedo al día siguiente. Siete meses que me diste un abrazo al dejarte en la puerta de tu casa.

Tengo grabados en la mente tu sonrisa, tu acento gatuno, la forma en que te escandalizabas con algún comentario, tu pelo corto y rizado, ese que te sentaba tan bien y al que tú llamabas "pelopolla",  el montaíto de pringá enfoscado...

Fui una idiota por no haber sabido reconfortarte, por no haberte abrazado más, fui una idiota por no disfrutar más de ti, por tener miedo de expresar mis sentimientos, porque es algo a lo que no estoy acostumbrada.

Seguramente, fui la última amistad que llegó a tu vida, sólo dos años y medio. Recuerdo cuando nos llamaste al día siguiente y con la voz quebrada, nos dijiste que se habían confirmado tus peores temores. Recuerdo que no podía hablar, que sólo quería verte para que te desahogaras, pero en lugar de eso, sólo pude decirte que tú podías con esto, que era una putada, pero que podías hacerlo, que nos tenías para lo que hiciera falta, para lo que necesitaras. 

Hace cinco meses y medio que nos dijeron que estabas perdiendo la batalla, que esta maldita enfermedad estaba pudiendo contigo, cinco meses y medio que te fuiste sin despedirte, y no soy capaz de afrontar que lo único que me queda de ti son los recuerdos. Hoy me he dado cuenta de que ya no podemos recogerte como hacíamos cada miércoles, que el viaje que en mi cabeza estás realizando, durará toda nuestra vida, que allá donde estás no hay cobertura ni internet, Pero cada día que pasa estás conmigo, cada vez que cojo una brocha o un cincel recuerdo las quejas que te daba y cómo me conformabas quitándole hierro al asunto. Nunca te irás, y que sepas que esto es sólo un "Hasta la próxima en el Bareto, con doble de aceitunas y una copita de Señorío de Heliche". Va por ti, amiga.