jueves, 8 de noviembre de 2012

Carpe diem

Hoy me he encontrado con una antigua amiga del bachillerato, han pasado siete u ocho años, apenas nos hemos reconocido... La he saludado y hemos estado hablando un rato hasta que he tenido que entrar en clase... ya no somos las mismas, hemos crecido, hemos cambiado... y a raíz de este encuentro, han venido a mi mente recuerdos del pasado, de los tiempos del instituto, de antiguos amigos, que algunos han dejado de serlo y otros no, pero con los que apenas tengo contacto por la vida universitaria y las cosas de la edad... y leyendo ésto que he escrito, cualquiera diría que tengo cincuenta tacos y hablo de los tiempos de Franco...

Han venido a mi mente momentos buenos y momentos que no lo fueron tanto. Los ratos de risas en los intercambios de clase, jugando a la brisca por parejas, Raquel y yo siempre juntas, picadas a más no poder con esos dos chavales más picados aún que nosotras, parejas formadas por Juan Carlos, Pedro, Juanjo o Diego que se iban turnando para recibir la paliza del 120-0 en más de una ocasión. A veces el día se presentaba generoso y algún profesor faltaba, entonces era cuando tenía lugar un maratón de naipes como el vicio se merecía, en ocasiones nos quedábamos en clase, otras empalmábamos con el recreo y nos metíamos en "La Gramola", a comer palomitas y tomar CocaCola mientras las cartas no dejaban de circular por la mesa... las cartas, las risas, las bromas, los ratos de amigos. Y es que no parábamos en los años de instituto... Cuando no robábamos exámenes de otras clases, tirábamos bombas fétidas en los pasillos o formábamos nubes de tiza soplando el polvillo que quedaba en la repisa de la pizarra.

Y es que cuando uno está en el instituto, todo le parece muy duro, que hay que ver que la bizca de historia me ha puesto un examen de un día para otro, que hay que ver que el de dibujo me tiene manía y lo único que le gusta es dejarme en ridículo en clase, que si no hay manera de que las derivadas me entren en la cabeza... Cualquier cosa que se presentara parecía un mundo y ahora es cuando me doy cuenta de que aquellos años eran realmente una época en la que no había preocupaciones, que la situación más complicada a la que podía enfrentarme era sacar una nota baja en un examen, que la profesora de lengua me quitara 0.25 puntos por poner mi apellido sin tilde (y recalco que mi apellido no lleva tilde) o que el chico que me gustaba pasara de mí... buscar un trabajo quedaba lejos, no tenía que pensar en cómo pagar una casa, ni una reforma, ni en planes de boda frustrados porque los sentimientos cambian y se hace daño a las personas que tenemos cerca,... y es que lo complicado de la vida está al salir de ahí. Por suerte o por desgracia, aún estoy a tiempo de disfrutar el final de mi etapa estudiantil, aunque sea más complicada que hace algunos años, lo importante es darse cuenta de que el tiempo se escapa como arena entre los dedos, que hay que disfrutar cada momento al máximo... ya sabes, carpe diem.

Robert Louis Stevenson escribió: "Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir".



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