viernes, 31 de agosto de 2012

Miradas

No hace falta decir nada cuando los ojos hablan por sí mismos, tu boca puede decir que no, pero ellos me dicen que sí. Puedes decirme adiós cuando no te esté mirando, pero cuando te tengo en frente, en ellos veo que no quieres que me vaya y que tú no quieres despedirte, o al menos eso era lo que me decían antes.

Si ahora te tuviera frente a mí para perderme en tu mirada, no sé qué encontraría. Esos ojos que hace un tiempo me dijeron que estabas ahí por mí, que hace un tiempo te delataban y me contaban lo que tu boca callaba, que me daban las caricias que tus manos me negaban, que me hacían darme cuenta de lo que te costaba aguantarte, esos ojos que se iluminaban al verme, que me decían que te morías de ganas de besarme pero que no podías hacerlo, que me pedían perdón por las veces que había llorado por ti, que revelaban las ganas que tenías de apartarme el flequillo de la cara para ponerlo detrás de mi oreja, que me decían lo que sentías por mí, que me dejaron ver que venías a despedirte...Y mientras tus ojos me contaban todo eso, los míos te decían lo feliz que me sentía en esos momentos, te confesaban lo que mi boca tenía prohibido, te explicaban por qué jugaba nerviosa con mis manos, huían de ti para que no supieras más de lo que estaba permitido, para que las cosas no te resultaran más difíciles, cuando mi boca te decía que todo estaba bien, que no te preocuparas por mí, ellos me traicionaban, y si ahora miraras en ellos te darías cuenta de que estaría mintiéndote otra vez.

Quisiera poder volver a ver tus ojos, mirar dentro de ellos y saber si aún queda algo de lo que hubo un día y que tú supieras que para mí, es como si el tiempo no hubiera pasado.

"El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada". Gustavo Adolfo Bécquer.


jueves, 30 de agosto de 2012

A ellos

A ellos le debo todo lo que soy ahora. Ella me alimentó durante años, él me llevaba a pasear cuando ni siquiera sabía caminar, ella me enseñó a hablar, con él di mis primeros pasos, ella se levantaba muy temprano para darme el desayuno y prepararme para el colegio, él me llevaba y me recogía de la parada del bus todas las mañanas, con frío, lluvia o calor, ella me tenía preparado el almuerzo cuando volvía de clase, él me daba la mano cuando caminaba conmigo, ella fue la primera en darse cuenta de que me estaba saliendo el primer diente, él me llevaba a tomar fanta de naranja y me daba el dinero de la vuelta, ella me llevaba a la calle y siempre acababa comprándome algo, él me dejaba usar sus herramientas a pesar de que muchas veces acababa rompiéndolas, ella se dio un tijeretazo en la mano cuando me cortaba el pelo, él tenía toda la paciencia del mundo conmigo, con ella preparé mis primera comidas, él me enseñó a trabajar la madera, ella me enseñó a rezar, él me llevaba a los columpios del parque, ella me enseñó todas las canciones que sabía de pequeña, él me compraba los fascículos que me gustaban del kiosko, ella me enseñó cómo debía comportarme, él me enseñó que no debía decir palabrotas, ellos eran los únicos que me llamaban por mi nombre.

Con los años todo ha cambiado. Ella está muy mayor, apenas puede moverse sin ayuda, su pelo está más blanco, su mirada nublada, no oye bien, a veces le falla la memoria pero sigue teniendo ese carácter que sólo he conocido en ella,  ahora hay que tener mucha paciencia y darle mucho cariño aunque a veces no resulta fácil. Él se puso muy malito, cada día fue apagándose un poco más hasta que se durmió, recuerdo que lloró porque no pudo felicitarme en mi cumpleaños, recuerdo que no pude estar con él en su último día, recuerdo que nunca había sufrido tanto, con él se fue una parte muy importante de mi vida.

Nunca podré agradecerles todo lo que hicieron por mí sin esperar nada a cambio. No hacía falta darles las gracias, sólo un beso y una sonrisa les bastaba. Ahora mismo no sería nadie si mis abuelos no hubieran estado en mi vida.

"Nadie puede hacer por los niños lo que hacen sus abuelos: salpican una especie de polvo de estrellas sobre sus vidas". Alex Haley


miércoles, 29 de agosto de 2012

Consejos

Hoy me atrevo a darte uno, algo que yo practico y que, aunque no es la panacea, a veces me hace sentir mejor. Sé que suena ridículo, quizá algo infantil, carente de sentido, absurdo y que no a todo el mundo le ayudará en los malos momentos, pero quiero compartir contigo esto, para que veas lo disparatada que puedo llegar a ser.

Cuando estés feliz, cuando te sientas como nunca antes te has sentido, cuando sientas que tienes ganas de gritar, hazte una foto, una foto cutre, con el móvil, da igual, una foto en la que se vea tu felicidad, en la que se vea el brillo de tus ojos, una foto con esa sonrisa enorme que no te cabe en la cara. No la guardes, llévala siempre encima, imprímela si quieres o tenla en el móvil, pero nunca te separes de ella. 

Y justo, cuando te sientas triste, cuando parece que el mundo se te viene encima, cuando no tienes fuerzas ni para dar un paso, cuando sólo puedes llorar, cuando ni siquiera te salen las lágrimas, cuando tienes el alma rota, echa mano del móvil, de la cartera o de dónde tengas esa foto y mírala. No tengas prisa. Obsérvala tranquilamente, cada detalle, esa sonrisa, esos ojos brillantes, entrecerrados, esos hoyuelos junto a la boca, esos dientes que no podías tapar debido a tanta felicidad como sentiste. Recuerda ese momento, recuerda qué fue lo que te hizo sentir así, recuerda las carcajadas, la visión nublada por las lágrimas saltadas, recuerda que en ese momento podías cargar con el mundo a tus espaldas, que podías afrontar cualquier situación, que la vida era maravillosa. Aún seguirás triste después de hacer eso, hazte otra foto, una foto que refleje la tristeza de tus ojos, la desilusión de tu mirada, la falta de luz en tu cara, la ausencia de sonrisa y, de nuevo, llévala siempre encima.

Repite esto a lo largo de tu vida y cada vez tendrás más fotos con sonrisas y más fotos con lágrimas. Cuando estés mal, ve viéndolas, comprobarás que están alternadas las de momentos felices con las de momentos tristes. Piensa un poco y te darás cuenta de que en la vida has pasado por muchos malos momentos, pero eso no ha impedido que vuelvas a sonreír. Es muy difícil, pero intenta quedarte con lo bueno. Yo aún estoy aprendiendo a hacerlo...

La frase de hoy seguro que ya la conoces, es de Rabindranath Tagore:
"Si lloras porque no puedes ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas".


martes, 28 de agosto de 2012

Blade Runner

Para la mayoría, estas dos palabras significan el título una película de esas que tienes que haber visto por lo menos una vez en tu vida, un clásico de la ciencia ficción y madre (esto último seguramente me lo discuta alguien) de las de hoy en día. Es una de esas películas míticas que nadie puede perderse, como E.T, la historia interminable, el club de los poetas muertos, la lista de Schindler o Forrest Gump. Lo más probable es que tengas una lista de tus favoritas, de las que te hacen estremecerte, te ponen la piel de gallina, te traen recuerdos de la primera vez que las viste o simplemente, te gustan porque sí.

Para mí es el principio del fin de todo. Es un regalo que esconde una pequeña mentira, un regalo camuflado en forma de préstamo, algo que tenía que devolver, algo que me iba a permitir volver a tener una sonrisa, una ilusión porque volvería a verle, algo que haría que lo tuviera frente a mí de nuevo y disfrutar de su mirada, quizá de alguna caricia, disfrutar un rato de risas cara a cara, de sus ojos diciéndome quiero y no puedo, de jugar nerviosa con mis manos para no coger las suyas, de silencios llenos de pensamientos que los dos conocíamos... Para mí es una despedida que me costaba la misma vida llevar a cabo y en la que reculé a última hora, una situación en la que la gente habló por hablar y en la que todo empezó a ser difícil, una situación que nos hizo sentir culpables sin haber hecho nada malo. Guardo esa película en un cajón al que no doy mucho uso, al principio la tenía todos los días en mis manos y pensaba que no todo había acabado, pero ya no puedo verla. Sé que está ahí, pero no puedo abrir ese cajón, porque al hacerlo también dejo abierta la puerta de esos recuerdos. Ese día me despedí de él con una sonrisa y un pacto, dejar de hablarnos hasta pasados unos días, ese día volvía a casa con una sonrisa sin saber lo que se avecinaba, era feliz porque no se había acabado, de lo que no tenía ni idea era de que una semana después sería uno de los peores viernes de mi vida. Desde el 24 de mayo, Blade Runner no es para mí sólo una película.

"Un comienzo no desaparece nunca, ni siquiera con un final". Harry Mulisch.
"Desde el comienzo puede asegurarse el fin". Quintiliano.

El tiempo ha hablado, y, por mucho que me pese, creo que en esta ocasión tiene razón Quintiliano.


lunes, 27 de agosto de 2012

Una vez más

Una vez cometido el error de decir la verdad
yo no tengo ya nada que hacer.
De encontrarte a quererte sin más
no sé bien qué pasó
y ahora tengo que verte marchar,
y hoy el cielo no tiene azul que mirar,
y las nubes tienen tanto que llorar...

Que hoy al ver que tú te vas
siento el miedo de querer,
de querer tenerte cerca y que no estés.
Ya no me quiero quedar,
ya no me quiero volver,
sólo quiero estar contigo una vez más.

Una vez encontrado el valor para ver cómo el mar
te devuelve a dónde te encontré,
sólo queda esperar que el motor
que hace el mundo girar
te devuelva a mi lado, y tal vez
hoy la estrella del destino se reirá
y este puerto tendrá tanto que contar...

Sólo queda esperar que el calor haga mi mundo girar
y el color haga el mundo brillar...

Sólo reflejado el mar en tus ojos quiero ver...

"Es fácil olvidarse de tantas personas que nos han hecho reír, pero jamás nos olvidaremos de una sola que nos haya hecho llorar".


Crisis

Hoy es uno de esos días en que se tuerce todo. En el mismo momento en que me ha sonado el despertador le he dado un manotazo para callarlo, quería seguir durmiendo, como otras muchas mañanas. Me he levantado de la cama con un dolor de espalda de esos que te dejan sin poder moverte durante un buen rato y al ponerme las chanclas, una se me ha roto y he dado un tropezón, aunque por suerte no he llegado a caerme. Siguiendo mi rutina he entrado en el baño a lavarme la cara, las manos y cepillarme el pelo para recogérmelo, me he puesto frente al espejo... y ahí estaba, tiesa, mirándome, regodeándose, riéndose de mí... ¡¡UNA CANA!! No sabía qué hacer, no estaba preparada para esto... la sujeté entre los dedos índice y pulgar y di un pequeño tirón...no salió, volví a intentarlo pero esta vez con más fuerza...esta vez sí conseguí soltarla...entonces caí en la cuenta, recordé ese dicho popular que no tiene base científica y que seguro que está rozando la leyenda urbana, pero por si acaso no te arriesgas, no cometes esa locura, no te arrancas una cana porque salen siete.

Así que ahora me toca madurar de repente, yo que era una niña ilusa, infantil y despreocupada...Ahora tendré que pensar en sentar la cabeza y en buscar un buen tinte. Pero en fin, así es la vida con sus regalos sorpresa, que llegan sin avisar y sin ningún motivo especial.


domingo, 26 de agosto de 2012

Lo siento




Por todo.

Lo siento, por haber respondido a tu anuncio. Lo siento, por esa extraña conexión que surgió. Lo siento, por haberme pasado las horas hablando contigo. Lo siento, por todas las noches en vela. Lo siento, por tantos ratos de risas. Lo siento, por haberte dicho desde un principio que esto acabaría. Lo siento, por los encuentros en público. Lo siento, por los encuentros a escondidas. Lo siento, por no haber sabido disimular lo que te decían mis ojos. Lo siento, por haber visto mi primer amanecer contigo. Lo siento, por las fotos intercambiadas a diario. Lo siento, por hacerte las mañanas de trabajo más cortas. Lo siento, por darte más de lo que debía. Lo siento, por no haber mantenido las distancias. Lo siento, porque me ayudaras cuando todo iba mal. Lo siento, por haberte regalado todas mis sonrisas. Lo siento, porque me hayas visto llorar. Lo siento, por haberte pedido que no se acabara. Lo siento, por escuchar cuando sólo tú lo sabías. Lo siento, por haber estado contigo en demasiados momentos que no me correspondían. Lo siento, por haber mirado por esa ventana que me ayudaba a escapar. Lo siento, por aquella vez que te herí. Lo siento, por las caricias que te di. Lo siento, por las caricias que no pude darte. Lo siento, por haber leído en tus ojos lo que no te atrevías a decirme. Lo siento, por haber vuelto con él. Lo siento, por no ser feliz así. Lo siento, por no saber qué estoy haciendo. Lo siento, por las canciones, por tantas canciones. Lo siento, por no haber querido perderme nada. Lo siento, por haberte echado de menos. Lo siento, porque aún tengo los ojos brillantes cuando pienso en ti. Lo siento, porque se me va. Lo siento, porque no importa, encontraré a alguien como tú. Lo siento, por anhelar esos silencios. Lo siento, por quedarme mirando en la cochera ese tubo apagado. Lo siento, por seguir asomándome a la ventana para verte pasar. Lo siento, por buscarte cuando salgo a la calle. Lo siento, porque aún sigo mirando el móvil continuamente. Lo siento, por haber jugado con mis manos cuando estuve nerviosa. Lo siento, por mirar la puerta trasera de mi coche cada vez que voy a algún lado. Lo siento, por seguir luchando para no ir a verte al trabajo. Lo siento, por tener una película guardada en un cajón. Lo siento, por todo lo que ya sabes. Lo siento, por todo lo que nunca llegarás a saber. Lo siento, por no saber seguir sin ti. Lo siento, porque ya no somos los mismos. Lo siento, por seguir esperando tus buenos días. Lo siento, por haberte dicho "te quiero". Lo siento, por no haberte besado nunca. Lo siento, porque dije que no te dejaría meter la pata. Lo siento, por no haber sabido hacerlo mejor. Lo siento, por las cosas por las que no te digo que lo siento. Lo siento, por no haber sabido parar a tiempo. Lo siento, porque te dije que no te dejaría cruzar tus límites. Lo siento, por no dejarte seguir. Lo siento, por esperar que todo sea como antes. Lo siento, porque no encuentro explicación que valga. Lo siento, porque sé que leerás esto y sabrás que es para ti.



sábado, 25 de agosto de 2012

Buzón

Esta entrada es sólo a título informativo. 

Como verás, he puesto un enlace para que puedas mandarme un correo electrónico si algún día quieres ponerte en contacto conmigo. Puedes escribirme lo que quieras, sugerencias, algo sobre ti, una historia, comentarios sobre alguna entrada en particular pero que prefieres mantener en secreto... Incluso te diría que puedes usar ese correo como medio para desahogarte y pedir consejo si así lo quieres. Eso sí, soy buena escuchando, estaré atenta a todo lo que quieras contarme y no te interrumpiré hasta que hayas acabado, pero no puedo asegurarte un buen consejo...en eso no soy nada buena, sólo puedo garantizar que puedes contar conmigo, aunque ni siquiera sepa quién eres.

De verdad, me gustaría mucho abrir una mañana el correo y ver que tengo un mensaje tuyo contándome cualquier cosa, no lo dudes si se te pasa por la cabeza escribirme.


Deseos...




Dar un paso y mirar hacia todos lados, sentir cómo el corazón busca escaparse del pecho, mariposillas en el estómago que parecen haberse puesto de acuerdo para formar un huracán con sus aleteos. Nadie conocido... no hay peligro. Pero precisamente el peligro reside ahí, en que no haya nada ni nadie que te impida dar el paso, en querer hacer algo que no está bien y no encontrarte ningún obstáculo que te haga replantearte las cosas. Lo piensas...sabes que no debes hacerlo, sabes que no es correcto, sabes que si te pillan no tienes ninguna explicación, que te meterás en un buen lío, no sabes si te merece la pena correr ese riesgo, pero aún así lo haces, das ese paso que te separa del límite entre lo correcto y lo incorrecto, el límite del bien y del mal, como dice la canción.

Y es que volvemos a lo mismo, la lucha entre el deseo y la razón...porque por mucho que ponga en una balanza los pros y los contras de cruzar ese límite, mi deseo será pasar al otro lado, explorar, descubrir qué es eso que tanto anhelo. Yo no lo busqué. Lo único que me frena un poco es el hecho de saber que, una vez sobrepasada la línea, ya no hay vuelta atrás, lo que haga se quedará en mi conciencia para siempre, viviré con ello, no sé si será algo que termine afectándome, o, por el contrario no turbará en absoluto mi actitud y mis sentimientos.

Lo que me pregunto a veces es ¿me llama tanto la atención ese deseo por ser algo prohibido? Quizá no sea sólo un deseo... En cualquier caso es algo que no se me va de la cabeza, sé que quiero cruzar la línea, pero me da miedo... En fin, lo que tenga que pasar...pasará.

"Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos. Y por eso la vida vale la pena". Paulo Coelho.


viernes, 24 de agosto de 2012

Bajo la almohada

Qué susto me llevé. Me desperté esta noche, serían las cuatro de la madrugada o así, no lo vi bien porque tenía los ojos pegados y es que a esa hora debía estar durmiendo. Estaba tumbada boca arriba, estirada, por si así conseguía captar un poco de fresco en la noche, cosa de la que no había ningún rastro. Debido a las altas temperaturas, decidí cambiar la postura de descanso de mi cuerpo y me giré hacia la derecha. Siguiendo mi costumbre, metí la mano derecha debajo de la almohada y encontré algo, algo grande, duro, pero de tacto suave. Era algo ancho, de gran superficie pero poco grosor y además, tenía algo parecido a unos rollitos por todo su alrededor.

Al fin caí en la cuenta...era una mano, sí, una mano. El sueño y el calor se me pasaron en ese mismo momento. Me levanté de la cama de un salto. Grité, grité mucho. El corazón se me iba a salir por la boca... Estando de pie empecé a pensar, sí, a pensar, aunque en ese momento me costó mucho, pero me tranquilicé por fin. Retiré la almohada...No había nada. Fue entonces cuando me percaté de que no sentía la mano izquierda. ¡La tenía dormida!. Por fin mi cerebro empezó a unir las piezas del puzzle.

Sí, ya lo sé...si no estuviera tan cuajada no me habría pasado eso, pero es lo que tiene estar medio dormida, todo parece posible. ¿Cómo iba a saber yo que la mano que había debajo de la almohada era mi mano izquierda? ¿Cómo iba a saber yo que mi mano izquierda estaba tan dormida que no la sentía ni al pellizcarla?

Desde entonces duermo sin almohada. Lo próximo que tengo que mirar es la tarántula de cincuenta centímetros que se esconde en el altillo que hay encima de mi cama. Pero eso será otro día.

Albert Einstein dijo muy acertadamente: "Hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. Y no estoy totalmente seguro de lo primero".


jueves, 23 de agosto de 2012

Mujer sol




Eso me ha llamado. No lo entendía demasiado, la verdad, así que ha tenido que explicármelo. En cierto modo, es algo que había notado en algunas personas, pero hoy, él le ha puesto nombre. 

Que le hago reír, que está a gusto conmigo, que le ilumino en cierto modo, que soy un regalito, que cuando habla conmigo nota que tiene una sonrisa permanente en la cara... que simplemente, cuando está conmigo, está bien. No es la primera vez que me dicen algo así, y, la verdad, me cuesta creerlo. No era, ni soy consciente de que alguien pueda sentirse de ese modo estando en mi compañía. He sido una puerta al olvido de los malos ratos del día a día, del estrés, de los problemas mundanos, una puerta al relax, a la tranquilidad, a la comprensión, al entendimiento. He sido una sonrisa eterna, preciosa, sincera, tranquilizadora, como una mano que acaricia a un niño, unos ojos brillantes. He sido una señal de que todo iba a ir bien a partir de cierto instante. He sido el mejor manjar con el que se puede alimentar el alma, el espíritu. He sido tierna, inteligentísima, tanto, hasta el hecho de sorprender, sensible, educada y respetuosa. He sido buena compañía para una conversación profunda, para una juerga de desmadre, para una aventura en África, para, simplemente, tomar una hamburguesa, para estar en el sofá viendo un programa de la televisión aburridísimo. He sido relajante, excitante, intuitiva. He sido preciosa cuando me he reído. He sido una amiga, algo que no podía describirse con una palabra que ya existiera. He sido parte de algo que surgió de la nada y que había que matar a cañonazos. He sido alguien con una locura espectacular...

Todo lo anterior son adjetivos, descripciones, situaciones que me han ido adjudicando personas que me han conocido en estos últimos meses. He cambiado mucho por lo que se ve. Me gusta compartirlas contigo, pero no considero que merezca muchas de ellas.


miércoles, 22 de agosto de 2012

Gracias

Seguramente no consiga que ésta sea una entrada en condiciones, seguramente será demasiado corta, puede que algunos incluso la vean vacía de sentido. Para mí es imprescindible.

Sólo quería darte las gracias, sí, a ti. Gracias por seguirme, da igual la frecuencia con la que lo hagas, gracias por invertir esos minutos de tu tiempo libre en leer las entradas que escribo, gracias por estar esperando la historia nueva de cada día, gracias por compartir el texto que más te gusta, gracias por verte identificad@ con las vivencias y sentimientos que aquí se encuentran escritos, gracias por comentar, gracias por ayudarme a escribir cada día, gracias por sonreír, gracias por emocionarte, gracias por escuchar las canciones que publico, gracias por razones que ni siquiera puedo aportarte, gracias por las trescientas y pico visitas, gracias aunque no sepas de la existencia de este blog. Gracias de todo corazón.

¿Que por qué hoy? Porque hoy es un día tan bueno como cualquier otro para darte las gracias, porque no tiene que ser una fecha especial, no es el aniversario del blog ni estoy celebrando un número redondo de visitas. Esta entrada la publico hoy sin ningún motivo concreto, sólo porque sí, como la mayoría de las cosas que pasan en la vida.

Como no podía ser menos, esta entrada, como todas, tiene su frase célebre, una cita de Jean de la Bruyère:
"Solo un exceso es recomendable en el mundo: el exceso de gratitud".


martes, 21 de agosto de 2012

Click (II)

Llegó el día en que iban a conocerse, aunque aún no era seguro. Él tenía que salir esa mañana por motivos de trabajo a otro edificio y no sabía sobre qué hora volvería. Ella salía de clase sobre las once de la mañana, pero no le importaba esperar hasta más tarde, estaba nerviosa, esa noche no había dormido nada. Quedaron en que él la llamaría para avisarla cuando hubiera acabado y estuviera en su lugar de trabajo habitual. Parece que la cosa se dio bien, o quizá él empezó a trabajar más temprano de la cuenta, el caso es que a las nueve y poco ya había terminado y en cuanto ella salió de clase, su teléfono ya estaba sonando.

Era la primera vez que ella oía su voz, solo el primer "hola" la dejó sin palabras, pero tenía que contestarle, tenía que decirle que se iba corriendo al coche para calzarse los patines y estar allí lo antes posible. Le salía una risa nerviosa al hablar con él, su voz la hacía sonreír, la tranquilizaba, la ayudaba a ser capaz de contestarle. Él le dijo que ya había terminado, que ya estaba allí para que ella se llegara. Ella le contestó que intentaría tardar lo menos posible, el tiempo de ir al coche, ponerse los patines y recorrer los cuatro kilómetros que los separaban, que al llegar le daría un toque.

Apenas atinó a ponerse los patines, le temblaban las manos, tenía mariposas en el estómago, el corazón le latía a mil por hora. Cuando se puso de pie y cerró la puerta del coche, las piernas no le respondían, estuvo a punto de caerse. "Uff, empezamos bien...", pensó para sí misma, se puso en marcha y encendió un cigarro por el camino. Ni siquiera eso la ayudó a calmarse. Empezó a patinar vacilante, se sentía insegura con cada paso que daba, cada vez que paraba en un semáforo tenía la sensación de que iba a tropezar y a caerse. Pero todo eso daba igual, intentaba ir lo más deprisa que podía, quería verle, hablar con él, ver su expresión, saber si existiría ese click también en persona.

Estaba cerca, cuanto menos faltaba para llegar, más rápido y con más fuerza le latía el corazón, se quedó mirando la camiseta roja que llevaba puesta, se movía en el lado izquierdo de su pecho, se sentó para calmarse un poco y beber agua. Sacó el móvil de su bolsillo y le dio un toque, avisándole de que ya estaba allí. Segundos después, estaba recibiendo una llamada, era él, le decía que la estaba viendo, desde las alturas, que bajaba en un par de minutos. Fue el tiempo justo para tomar un último trago de agua. Cuando sus miradas se cruzaron por primera vez, los dos estaban sonriendo, ella con la boca y los ojos, él no tanto con la boca, pero sí con la mirada. Se saludaron con dos besos en la cara, no sé exactamente de qué hablaron en ese momento, pero minutos más tarde, ella le preguntó cómo estaba, él le contestó que le temblaban las piernas, que si no llega a ser por el ascensor, no habría podido bajar. Ella estaba igual que él, pero no podía demostrárselo, quería que él se sintiera cómodo y tranquilo, pero para eso, ella tenía que llevar la conversación y parecer calmada. No estuvieron solos ni cinco minutos, o al menos, eso le pareció a ella, al poco tiempo de estar hablando, se acercó un compañero de trabajo de él y se metió en medio de la charla entre ambos. El tiempo se pasó volando, ella lo miraba cuando pensaba que él no se daba cuenta, le gustaba su sonrisa, su mirada, su voz, su forma de hablar. Fue algo más de una hora lo que estuvieron de pie, charlando de cualquier cosa, riendo sobre todo...pero llegó la hora de despedirse. Ya se mandarían luego algún mensaje. Todo el camino de vuelta lo hizo con una sonrisa en la cara, una sonrisa que llamaba la atención de toda aquella persona con la que se cruzaba. Nada más llegar a su casa, le escribió. Nunca olvidaría su respuesta: "¿Has oído alguna vez eso de que la realidad supera la ficción? Pues yo lo he comprobado esta mañana". Eran las 16:07 del ocho de mayo.

"La vida sigue su curso, tú toma parte en ella".




lunes, 20 de agosto de 2012

Una explicación científica

No sé si es cosa de familia, si esto lo da la genética o la experiencia, sólo sé que cualquier día me va a costar un buen disgusto.

Cuando pienso en la genética, me acuerdo de mi abuela, ella y yo tenemos el mismo problema, nos orientamos peor que una brújula de caramelo. Recuerdo una vez que fui con mis padres a recoger a mis abuelos a la estación del tren, un apunte importante es que en aquella época no existían los teléfonos móviles, y mis padres me dijeron que entrara yo a buscarlos, mientras ellos aparcaban. Yo no sé cómo me las apañé, que encontrarlos, los encontré, pero cuando fuimos a salir por la puerta de la estación, no recordaba por cuál había entrado, así que estuvimos más de media hora dando vueltas hasta que por fin nos encontraron mis padres.

En lo que respecta a la experiencia, pienso en mi padre. De pequeña pasaba mucho tiempo con él y creo que se me ha pegado su despiste. Es la típica persona que se vuelve loca buscando el mando de la tele y lo tiene en la mano. Yo creo que lo mío simplemente es cuajo. Hoy me he parado a echar gasoil, he pagado en metálico y he entregado una tarjeta para que me hagan una factura, la mujer de la gasolinera me ha dado el ticket para firmarlo y me he quedado con la copia. He salido del despacho y, cuando estaba llegando al coche, escucho por megafonía la voz de la dependienta sin prestarle ninguna atención. Al ver que no dejaba de hablar y que su tono era cada vez más insistente, me di la vuelta, tampoco sé para qué, si de lejos no veo un pimiento, hasta que por fin oigo: "a ti, sí, es a ti, chica". Volví sobre mis pasos de nuevo hasta el mostrador y me dice la mujer que me había dejado la tarjeta. No parece demasiado grave, pero no puedo obviar el hecho de que yo era la única clienta de la gasolinera, ahora me paro a pensar y no sé a quién más iba a estar hablándole...

Otro de mis altercados ocurrió arreglando el ordenador de mi padre. Por poco estoy todavía peleándome con el cable de red. Lo que sucedía era imposible: conectaba el cable de red directamente al equipo y no detectaba nada... Ocurre que el buen hombre tiene un ordenador viejo de sobremesa encima del  escritorio (una antigua reliquia) y en una bandeja a nivel del suelo está la torre en uso..sí, el cable de red lo estaba enchufando en la reliquia, pero lo peor no es eso, lo peor es que tardé más de media hora en darme cuenta.

Pero este problema mío con el despiste se remonta a edades muy tempranas, no pienses que es cosa reciente. En colaboración con mi padre, gracias al cual perdía el autobús del colegio una de cada dos veces, en una ocasión me fui al colegio sin falda. Y todo viene porque a mi señor padre, le han gustado demasiado los dibujos animados, así que entre una y otro, nos quedábamos viendo los pitufos por la mañana temprano y cuando mirábamos el reloj, hacía cinco minutos que el autobús había pasado, así que acababa siempre teniendo que llevarme al colegio.

En fin, me gustaría tener una explicación científica para estos hechos que acontecen en mi vida de forma tan embarazosa, aunque yo sigo pensando que simplemente se trata de cuajo, un cuajo exagerado, eso sí, pero cuajo al fin y al cabo. De momento me conformo con seguir viva y de una pieza.

Me queda el consuelo de que "Todos los genios son despistados".


domingo, 19 de agosto de 2012

Caracola




Nunca lo sabrás, por mucho que quiera enseñarte de mí, nunca sabrás cómo soy realmente. Puedo actuar como si estuviera enfadada en un momento dado y, sin embargo, por dentro estar riéndome de tu reacción. Puedo tener una sonrisa en la cara y el alma llena de pena. Puedo estar conversando contigo y  no prestar atención a las palabras.

No soy especial, no soy original, no destaco en nada extraordinario, no soy muy inteligente ni muy guapa, no soy buena en ningún deporte, no sé pintarme las uñas, no se me dan bien los videojuegos, no dibujo ni escribo demasiado bien, además, hablo en sueños, soy desordenada, mi letra es ilegible, siempre saco las fotos borrosas, tengo mucho carácter, me distraigo fácilmente, nunca tengo la comida a tiempo, soy bastante patosa, hablo cuando no debo, tengo mucha paciencia pero las cosas tienen que salirme bien a la primera, nunca te diré que estoy mal aunque esté muriendo por dentro, soy muy independiente, sonrío siempre, soy algo despistada, me pierdo del mundo cuando escucho música, no me sé los nombres de las calles, tengo poca orientación y me pierdo constantemente, soy muy cabezota, nunca pido ayuda, soy muy celosa de mi intimidad, siempre tiendo a sentirme culpable por todo lo que ocurre a mi alrededor, siempre tengo que tener la razón en todo, no me gusta el gazpacho ni el salmorejo, me encanta la comida basura, no entiendo las frases con segundas, a veces me cuesta pillar las bromas, nunca sé cuándo dar una conversación por terminada, enhebro la aguja con la mano izquierda, no sé andar con tacones, no soy capaz de enfadarme con un niño, soy muy infantil, soy ingenua, no me gusta la cerveza con alcohol, no sé bailar, no me da vergüenza hacer el ridículo en público, digo lo que pienso sin tener en cuenta las consecuencias, no maquillo las verdades, no soy cariñosa, soy muy expresiva con el rostro, mis ojos lo cuentan todo, nunca miro el nivel de aceite ni la presión de las ruedas del coche, se me pasan las horas delante del ordenador sin hacer nada de provecho, no entendí el principio de "El curioso caso de Benjamin Button", me paso horas mirando fotos antiguas, me encantan los trastos antiguos, nunca tiro nada, no soporto los programas del corazón, nunca uso gafas de sol, me pongo tapones en los oídos cuando veo una película en el cine, siempre dejo el pegamento destapado, no me gusta conducir hasta un lugar si puedo llegar allí andando, siempre dejo las cosas para última hora, tengo vértigo, me mareo cuando veo sangre, siempre me quemo cuando tomo el sol, bebo poca agua, no puedo dejar las manos quietas cuando estoy nerviosa, siempre elijo la forma más complicada de hacerlo todo, no tengo orden de prioridades, soy modesta, pero no de las falsas, me siento incómoda cuando me hacen cumplidos o me dicen un piropo, confío muy pronto en las personas, siempre llego cinco minutos tarde, siempre pienso en el pasado, no olvido una fecha, nunca sé qué regalar y no me gusta que me chupen los perros de la gente.

Así soy yo, seguro que me faltan muchas más cosas por decir, quizá haga una segunda parte de esto. Quién sabe... ¿Cómo eres tú?

Jorge Bucay, otro que es como es, dijo: "Sólo si me siento orgulloso de ser como soy, puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero".




sábado, 18 de agosto de 2012

Quizá mañana...

A veces llega un momento en que no sé sobre qué escribir. Nunca tengo nada planeado, simplemente empiezo a teclear y veo que el texto se va enfocando en un tema más o menos concreto. Si hoy no intento centrarlo en cualquier cosa, acabaré escribiendo sobre ti, sobre cuánto me gusta que me digas "Me encanta leerte", sobre lo que siento cuando me mandas un mensaje, sobre lo que siento cuando pienso en ti...y seguramente no sea buena idea.

Podría escribir sobre los pequeños detalles de la rutina que me traen recuerdos, cosas sin importancia como ver unos ganchillos del pelo encima del escritorio del ordenador, coger un cigarrillo de un paquete de L&M en el coche, ponerme los patines, subirme a la silla, cargar el móvil, mirar por esa ventana,...lugares por los que antes pasaba casi a diario sin prestarles atención: la esquina de la tienda de ropa de niños, el camino a la cochera, el aparcamiento debajo del puente, la rotonda, patinar por esa zona,...incluso la puerta trasera de mi coche.

No, esta entrada no me gusta, no pinta bien, no tiene sentido, no aporta nada nuevo, ... pero es la que ha salido hoy. Quizá mañana hable de las vacaciones, de una noche de parque, de un día en Isla Mágica,... no lo sé. Habrá que esperar a mañana, habrá que ver qué es lo que depara el día.

Lucio Anneo Séneca escribió:
"La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy".



viernes, 17 de agosto de 2012

Volviendo atrás

¿Que cómo estoy con él?...simplemente estoy. Ni pareja, ni novios, ni amigos. No tenemos nada que decirnos, no nos miramos a los ojos, no existe complicidad, no compartimos risas, no estamos a solas, no tomamos decisiones, no nos entendemos, discutimos por cualquier cosa, ...bueno no, ya no discutimos, me limito a decir que sí a todo. No tengo inquietudes para con él, no me preocupo por llevarle la contraria, no me interesa lo que dice, no le escucho apenas, en los trayectos en coche pongo la radio a todo volumen, él tampoco intenta hablar... son silencios llenos de reproches, de dolor, de agarrarse a un clavo ardiendo, de no querer ver que no hay nada que salvar.

Caminamos de la mano, mirando al frente, sin cruzar palabra, cada uno observa aquello que le llama la atención: un escaparate de ropa, de deportes, un niño pequeño, un bar, un parque, ... Salimos a patinar y cada uno lleva su reproductor de música, no decidimos nada entre los dos, uno va delante y el otro le sigue sin rechistar. Nunca estamos solos, siempre uno de los dos busca quedar con amigos o con familia.

No hay besos, caricias, miradas de complicidad, no saltan chispas, no hay bromas, no sonreímos, no reímos,... no somos felices, sabemos que todo está muerto, pero no tenemos valor para dejarlo perder, quizá porque han sido muchos años juntos, quizá porque tenemos miedo de empezar de nuevo, quizá porque aún no sabemos estar con otras personas, quizá porque perderíamos mucho más, quizá porque ninguno ha tirado todavía la toalla.

No sé si he vuelto atrás o no en mi vida, la percibo igual que desde hace un año, no, igual no, antes al menos nos esforzábamos por ocultar lo que ambos sabíamos. El tiempo pondrá las cosas en su sitio, mientras tanto me dedico a sobrevivir.

Del gran poeta Joaquín Sabina:
"Este adiós no maquilla un hasta luego, este nunca no esconde un ojalá, esta ceniza no juega con fuego, este ciego no mira para atrás".


jueves, 16 de agosto de 2012

Si tiene que pasar...pasará

Da igual lo que te empeñes en negarlo, en ocultarlo, en librarte de ello, da igual lo que te escondas, lo rápido que corras, da igual que no escuches, que no lo aceptes, cuando algo tiene que ocurrir, ten por seguro que acabará ocurriendo. Siempre he pensado que el destino, así es como yo lo llamo, no estaba escrito, que era algo que podíamos cambiar, pero con lo que ha ocurrido en mi vida últimamente, me he dado cuenta de que no es así. Del mismo modo que no se puede luchar contra lo que se siente, el destino acecha sigiloso, oculto, nos persigue hasta que, finalmente, consigue hacer su voluntad.

Algunos lo llaman "casualidad", otros "sino", quizá otra acepción podría ser "azar"... Es eso que te hace llegar a ese sitio especial, una y otra vez, cuando empiezas a caminar sin rumbo, ese gesto automático que te hace marcar un número de teléfono sin darte cuenta, esa palabra que se escapa de tus labios sin venir a cuento... yo pienso que no hay nada que quede al azar, salvo, quizá en las pequeñas decisiones del día a día podamos hacer un poco nuestra voluntad, pero todo será para que al final pase lo que tenga que pasar, un efecto mariposa que llena nuestra rutina de acontecimientos inesperados, ese efecto mariposa que es el que, al fin y al cabo, nos hace vivir.

¿Sabes lo que ocurre cuando arrojas una cerilla en un bidón de gasóleo?¿y en uno con gasolina?
Da igual, el resultado no va a depender de ti. Llámalo como quieras, pero ten presente que si tiene que pasar...pasará.

Sobre el destino, una frase de William Shakespeare:
"Hasta en la muerte de un pajarillo interviene una providencia irresistible".


miércoles, 15 de agosto de 2012

Una historia de tantas


Me miras, sonríes y no sé si acercarme...quisiera desnudar tu pensamiento y lograr entenderlo. Estoy a tres segundos de rozarme con tu mano, pero no debo, no puedo ni sé ya lo que quiero... quisiera que ya fuese mañana y saber si me besaste. Estoy a tres segundos de rozarme con tus labios, pero no debo, no puedo, ni sé ya lo que quiero...Podría permanecer despierta sólo por escuchar tu respiración, mirar tu sonrisa mientras duermes, mientras estás lejos soñando. Podría pasar mi vida en este dulce amanecer, estar perdida en este instante para siempre, donde cada momento que paso contigo es un tesoro. No quiero cerrar mis ojos, no quiero dormir porque te echaría de menos y no quiero perderme nada. Me persigues en la sombra tú, ¿de dónde sales tú? ¿de dónde llegas y me atacas? ¿de dónde puede tu mirada hipnotizarme y elevarme...? Contigo todo va bien, me fortaleces la fe, haces eterno el momento de amarte a cada instante, sí,... y a cada hora. Y me conoces más que nadie, pero me haces vulnerable....

Sé que no quieres pensar en lo que va a pasar, cómo vamos a estar...Sé que ya no soy nada, un fallo en la ecuación, ya no sé lo que soy...y no sé cómo salir de esta situación. Por creer, por confiarme, por seguirte voy sin dirección, sé que nuestro camino hoy se parte en dos. Por el amor que no compartes, por el dolor al que no guardo rencor, ahora siento que llego tarde a tu corazón. Por callar, por no dañarte y no enseñarte de mí lo peor. ¿Por qué me dices esas cosas que me duelen?...Nada es lo que sueles decir, yo todo te lo quiero contar, nada nos espera después, sólo soledad.

Si me lo hubieran contado no me lo hubiera creído, que iban a estar separados y cada cual por su lado, corazón, tu cariño y el mío. Fuimos dos en uno y de aquello, mi vida, ninguno se quiere acordar. Cada cual por su camino, aumentando la distancia morimos poquito a poco, los dos sin darle importancia como si fuéramos locos. Hoy me he levantado y el dolor me ha apretado los dientes, de repente he caído en la cuenta de que no estás tú, me volví a la cama y apagué la luz. Hoy me he vuelto a despertar sin ti, puedo acostumbrarme, lo que peor llevo es el olor que en mi alma dejaste. Quién me iba a decir que sin ti no sé vivir, y ahora que no estás aquí me doy cuenta cuánta falta me haces. Porque nunca habrá nadie que pueda llenar el vacío que dejaste en mí, has cambiado mi vida, me has hecho crecer y es que no soy la misma de ayer...un día es un siglo sin ti.

No puedo seguir, no quiero fingir, aún me haces sentir pero no puedo evitar tanto llorar. Somos lo que fue, fuimos lo que ya no es, vivimos del ayer. De vez en cuando me siento un poco sola y tú nunca vuelves, de vez en cuando estoy un poco cansada de oír el sonido de mis lágrimas, de vez en cuando me siento un poco asustada y entonces veo la mirada de tus ojos. De vez en cuando me siento un poco enfadada y sé que tengo que sacarlo fuera y llorar. Hubo un tiempo en que me estaba enamorando pero ahora sólo me hago pedazos, no hay nada que pueda hacer.

No quiero perder la razón mirando a cada instante a mi alrededor, sabiendo que no llamarás ni te cruzarás, que no mirarás, que no vas a estar. Pero es que es tan fácil pensar que cierta tarde tonta nos podemos cruzar... Te he echado de menos todo este tiempo, he pensado en tu sonrisa y en tu forma de hablar, he soñado el momento de verte aquí a mi lado dejándote llevar. Me quedaré con muchas ganas de verte, vacía y sin aliento, estaré a punto de encontrarte cuando se acabe el tiempo. Volveré cuando no quede nadie a ver si están los restos de quién fui, pero esa nunca vuelve. Se nos cambia la mirada cada vez que se nos rompe el alma, se nos quitan todas las ganas, siempre esperamos que llegue mañana. Y la melancolía me ataca por la espalda y de pronto me pongo a pensar que si nos quedara poco tiempo, si mañana acaban nuestras vidas y si no te he dicho suficiente que te adoro con la vida. La tarde muere lento y las horas me consumen, estoy ansiosa por volverte a ver. No puedo comprenderlo. Nadie sabe en realidad que es lo que tiene hasta que enfrenta el miedo de perderlo para siempre.

Seguro que te suenan las frases que he escrito. Están escondidas en las canciones que escuchas día a día. Algunas te serán más familiares que otras, yo, simplemente te hablo de las que me producen un pellizco al oírlas. Hay muchas más, pero tendré que dejarlo para más adelante.
Rafael Alberti escribió: "Tú no te irás, mi amor, y si te fueras, aún yéndote, mi amor, jamás te irías".





martes, 14 de agosto de 2012

Me rindo


Ya no más. Dejo de intentarlo. Ya no voy a seguir luchando para ser feliz. Ya no creo en el amor, en las sorpresas, en las ilusiones. Ya no creo en la fidelidad, en el compromiso, en tener una nueva vida. Ya no creo en las historias que cuentan las canciones, en los romances de película, en la limerencia, en las sonrisas irreprimibles, en las mariposas en el estómago. Ya no creo en las caricias, en las miradas furtivas, en aguantarse las ganas, en jugar con las manos, en no ser capaz de mantener la mirada. Ya no creo en las casualidades, en el destino, en los sentimientos que surgen y no podemos refrenar. Ya no creo en los cambios de opinión por las circunstancias, no creo en los besos robados, en los besos reprimidos. Ya no creo en volver a verte, en dejar de llorar, en olvidar lo que siento.

Me rindo, ahora sólo voy a hacer lo que se espera, lo que debo. Me niego a seguir intentando ser feliz. Seguiré con mi vida, o al menos lo intentaré, como estaba hace algo más de cuatro meses. Dejo de sentir, sólo me limitaré a seguir existiendo, no viviré, actuaré, sonreiré cuando deba, estaré seria cuando la situación lo requiera, no lloraré en público, eso nunca, ni siquiera me enfadaré, todo estará vacío, iré a contracorazón. A quien me pregunte cómo me siento, le diré que estoy bien, que siempre lo estoy... y será verdad, eso es lo bueno de rendirse, de no esperar nada, no hay decepciones, no hay esperanzas, no hay ilusiones incumplidas. Las noches serán para mí, serán mi única vía de escape, el momento en que pueda mostrarme vulnerable, seis o siete horas para no dormir, pensando y recordando lo vivido, lo sentido, lo soñado, lo imaginado. 

Puede que algún día llegue el momento de volver a luchar. Pero hoy no es ese día.

Para terminar, un frase de Antonio Cabado: 
"Nunca rendirse fue una deserción. A veces no se puede ganar, pero es importante estar, aunque sea en la derrota".


Veneno




Parece extraño tener a otra persona
cuando hoy estoy pensando en ti.
En cada beso, mi alma me traiciona
porque yo estoy pensando en ti.

¿Cómo desistir si el corazón decide y yo no?
Si no eres para mí, que mueran las estrellas
y que caigan sobre mí.

Beso sus labios y me saben a ti.
Estando con él, quiero tu nombre decir.
¿Cómo resistir? Si es tanto lo que duele
el veneno de tu amor.

Parece extraño que rodeándome sus brazos
yo sólo siento tu calor.
Cierro los ojos y siento que lo engaño
porque no es suyo mi amor.
Si no eres para mí, sal de mis pensamientos
y ya déjame vivir.


"Todo deseo estancado es un veneno". André Maurois.




lunes, 13 de agosto de 2012

Cosas de niños

Ayer fui un lienzo lleno de colores, de historias y personajes, hoy he sido una princesa que ha luchado contra un escratifaloide de cuernos anchos y lo ha derrotado, mañana...mañana no sé qué seré, quizás me convierta en un portero de fútbolmano, en una bruja con pelos de espagueti o en un robot con pies planos. Con estas pequeñas personitas nunca se sabe.

Estas criaturitas que dormidas parecen tan adorables, tienen mucho peligro, mucha imaginación y muy poca consciencia de la fuerza con la que juegan. No es la primera vez que, siendo un luchador de sumo, se me tiran encima más de cien kilos de puro niño, no contentos con ello, uno empieza a hacerme cosquillas, otro me da puñetazos de mentira y el último se dedica a robarme la nariz. En esos momentos no me queda otra que empezar a reírme a carcajadas e intentar pedir socorro, deseando en el fondo que nadie venga a ayudarme, y me dejen tranquila con ellos, porque merece la pena ver sus risas incontrolables cuando pido ayuda, cuando se piensan que me tienen reventada,...lo que ellos no saben es que, cuando los escucho divertirse así, soy la persona más feliz del mundo.

Ya puede ser el día en que más triste estoy, esos días en que sólo tienes ganas de llorar y todo te recuerda eso que te hace sentirte mal, que con solo oír sus vocecitas gritando: "¡¡¡Ya está aquí!!! ¡¡¡Ya está aquí!!!", se me olvidan todas las penas. Ver sus caritas, con los ojos entrecerrados y una sonrisa de oreja a oreja mientras se ponen a correr hacia el balón, la ilusión que reflejan sus miradas cuando intento pillarlos y creen que se escapan de mí porque pueden correr más que yo, las risas sonoras que retumban en mis tímpanos cuando, al entrar en el salón, uno se me echa a los brazos y otro se sube a mi espalda, mientras el tercero viene a saludarme con un gran beso y un abrazo. Esos momentos no tienen precio.

Cada día doy gracias a Dios por tener a esas tres personitas en mi vida, ojalá pudiera disfrutar de ellos más de lo que lo hago. Nunca podré agradecerles todo lo que me están enseñando.

Cómo no, para esta entrada traigo una frase de Paulo Coelho que expresa todo lo que quizá no he sabido decir: "Un niño siempre puede enseñar tres cosas a un adulto: a ponerse contento sin motivo, a estar siempre ocupado con algo y a saber exigir con todas sus fuerzas aquéllo que desea".


sábado, 11 de agosto de 2012

¿De qué me sirve la vida?




Estoy a punto de emprender un viaje
con rumbo hacia lo desconocido.
No sé si algún día vuelva a verte.
No es fácil aceptar haber perdido.

Por más que supliqué "no me abandones",
dijiste "no soy yo, es el destino",
entonces entendí que aunque te amaba
tenía que elegir otro camino.

¿De qué me sirve la vida
si eres lo que yo pido?
Los recuerdos no me alcanzan
pero me mantienen vivo.

¿De qué me sirve la vida
si no la vivo contigo?
¿De qué me sirve la esperanza?
Si es lo último que muere
y sin ti ya la he perdido.

Escucha bien, amor, lo que te digo
pues creo, no habrá otra ocasión
para decirte que no me arrepiento
de haberte entregado el corazón.

Si sólo escuchas la canción, parece la típica historia de desamor, pero este videoclip esconde mucho más.
"¿Lloro porque sueño o porque soñaba y he dejado de soñar?".


viernes, 10 de agosto de 2012

Click (I)

Desde el  mismo momento en que cruzaron sus mensajes, algo hizo click. Ambos se dieron cuenta, del mismo modo que fueron conscientes de que las cosas no iban a seguir como hasta entonces para ninguno de los dos.

Como la mayoría de las cosas en la vida, todo empezó por casualidad. Ella estaba buscando algo y él lo estaba vendiendo. No sé cuántos mensajes fueron, quizá diez, a lo sumo veinte. Sabía que volverían a escribirse. Él le dijo que le enviaría fotos del artículo esa misma noche, así que ella se fue tranquila a dar una vuelta con su novio. Cuando llegó la noche, ella recibió las fotos que él le había prometido, más de las que ella esperaba. Pero la verdad es que ella no le prestaba atención a las fotos, sólo quería seguir hablando con él... y así fue.

Serían más o menos las doce de la noche cuando empezó la conversación de verdad. Al principio sólo hablaron de hobbies, él le contó que de vez en cuando salía en bici con su chico, hablaron de frases típicas de las distintas ciudades de Andalucía, intercambiaron fotos, empezaron a tontear, a bromear sobre el trato que los puso en contacto. Ella siguió enseñándole fotos, él se las pedía, pero a ella le gustaba la curiosidad que él parecía sentir hacia ella. Él quería saber su edad, pero ella jugaba haciendo que la adivinara. Ella era una loca simpática con una sonrisa divertida, pero necesitaba que alguien se lo recordara de vez en cuando. Hablaron de géneros de cine, series, de sus respectivas situaciones sentimentales, ... Él la hizo reír como hacía mucho tiempo que no reía. Hablaron hasta las cinco de la madrugada... y luego por la mañana, cuando ella volvió de trabajar, siguieron bromeando, riendo, charlando de cosas sin importancia, dejando que ese click siguiera su curso...


George Herbert dijo:
"¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?".


miércoles, 8 de agosto de 2012

Más





Cuando esperamos más, lo que ocurre en ese momento no importa, sólo esperamos algo futuro, que será mejor, distinto. Quizá cuando sabemos que no va a llegar nada, tememos que todo siga siendo igual, por eso debemos celebrar los cambios. Me paso la mañana esperando una llamada de teléfono, sin decirte nada, con la esperanza de que tengas un ratito para mí y de que te apetezca hablar conmigo. Cuando llegan las 14.30 y esa llamada no ha ocurrido, sé que ya es tarde, así que me asomo a la ventana y miro a través de ella viendo los coches pasar, hasta que dan las 15.00. En ese momento empiezan a acabarse los momentos en que espero más, aunque aún me queda la tarde, a partir de las 17.00 o así, miro el teléfono cada pocos minutos mientras espero que suene, un mensaje que me invite a hablar una horita o dos contigo... pero llegan las 20.30 de la tarde y ya no puedo esperar nada más. Cada noche me duermo con la esperanza de encontrar un mensaje por la mañana. Así pasa mi día a día, dejando escapar las horas, esperando que ocurra algo más. Quizá algún día pase.

Me gustaría pensar que al final todo saldrá bien, y si no sale bien es que aún no es el final.



martes, 7 de agosto de 2012

Perdóname

Perdóname
por todos mis errores,
por mis mil contradicciones,
por las puertas que crucé.

Discúlpame
por quererte igual que antes
y por no poder callarme,
ni siquiera hoy lo haré.

Hay demasiados corazones sin consuelo,
es demasiado frío este momento
cuando siento que te pierdo.

Entiéndeme,
todas mis locuras
fueron la mitad más una
de las que te he visto hacer.

Discúlpame
si te duele lo que veo:
demasiados buitres negros
tú eres demasiado bueno para ellos
tú eres demasiado bueno para ellos

Hay demasiados corazones sin consuelo
y es demasiado frío este momento
cuando siento que te pierdo...



La impotencia de sentir cómo se va apagando y no poder hacer nada. Sé que te he perdido aunque no quieras decírmelo. Quizá algún día lo hagas.
"Perdóname, es todo lo que puedo ofrecerte junto con mil años de amor y sinceridad". Anónimo.


lunes, 6 de agosto de 2012

Tiempo

Te echo de menos. Pensaba que no, que poco a poco iba a extrañar menos todo. Pensaba que poco a poco los buenos días, las charlas vespertinas, las llamadas de teléfono que antes eran casi un diario y ahora son ocasionales, los silencios, las sorpresas, cargar el móvil dos o tres veces al día, iban a caer en el olvido. Pensaba que ocupando mi tiempo dejaría de acordarme de lo que no tengo ya, que dolería menos no encontrar en mi móvil cada mañana "buenos días, presiosa", que no poder hablar contigo por las tardes sería más fácil de lo que en realidad es, que dormir por las noches sería algo a lo que no me costaría acostumbrarme, que adoptando la actitud que tengo ahora, todo sería más llevadero. Estoy bien, todo está bien, como siempre, siempre estoy bien, ya lo sabes.

Quizá hoy es un mal día para escribir, no sé. Hoy te necesito, siempre te necesito, pero puede que hoy esté siendo más difícil. Intento parecer indiferente, que nada me importa demasiado, intento que no te des cuenta de lo que supuso para mí decirte que no podía salir el martes, intento no pensar en escaparme una mañana y verte allí arriba si tengo suerte, sin que sepas que estoy ahí, intento que no sepas cómo estoy, intento que poco a poco te olvides de mí y creo que lo estoy consiguiendo.

Cada vez que pienso que he logrado avanzar, me doy cuenta de que no, de que en realidad, por cada paso adelante doy dos hacia atrás. No me separo del teléfono, voy a gastar el botón de desbloqueo por comprobar continuamente si estás ahí, suena, lo miro ansiosa, no eres tú, antes siempre eras tú. No he vuelto a ponerme la camiseta azul de rayas, la tengo guardada, de vez en cuando la miro, la cojo, la huelo, pero no encuentro tu olor, fue la que llevaba la última vez que te tuve al lado. Paseo por la calle y te busco en esa esquina, oigo la bocina de un coche y me asomo a la ventana, no doy dos pasos sin girar la cabeza al escuchar un motor.

Son cuatro meses y dos días, mira en lo que te has convertido. Yo no sabía esto. Jugué con fuego y me he quemado. A veces pienso que sólo lo he soñado, que todo lo que tengo en mi cabeza y en mi corazón es algo inventado por mí, que no tengo una película guardada en un cajón, que nunca te he tenido frente a mí sonriendo, que nunca he sentido el roce de tus manos, que ni siquiera te he dado dos besos, que nunca he oído de tus labios esas dos palabras, que nunca has venido con la intención de despedirte y no ha hecho falta que me lo digas, que nunca tuve una sonrisa en mi boca sólo por hablar contigo, sólo por verte, que nunca hemos pasado horas hablando, riendo, bromeando, que nunca me has ayudado, que nunca te he complicado las cosas.

No sé si el tiempo va mitigando los sentimientos, pensaba que sí, quizá algún día lo vuelva a pensar, pero ahora mismo no es así. Ya te he dicho que pensaba que estaba dando pequeños pasitos hacia delante, aunque la verdad es que no hago más que recular, a estas alturas me gustaría encontrarme al menos en el punto de partida.

No pretendía contarte nada de esto, no quiero complicar nada, pero necesitaba sacarlo.

Esta frase de Marcel Proust me hace pensar, "A veces estamos demasiado dispuestos a creer que el presente es el único estado posible de las cosas".