lunes, 31 de diciembre de 2012

Feliz vida nueva

Año nuevo, vida nueva. 

Es una frase hecha, de las de toda la vida, una expresión de ésas que están guardadas en la recámara y a las que no se les da ninguna importancia, que se decían llegado el momento de los buenos propósitos: dejar de fumar, ponerse a dieta después de las navidades, ir al gimnasio, casarse, cambiar de trabajo... Pero para mí, estas cuatro palabras se han convertido en mi mantra y han dejado de ser sólo eso: palabras. Desde hace ocho días me acompañan y, como no podía ser menos, esta noche tan especial también están presentes...

Una noche que será mágica, no puede ser de otra forma, una noche en la que, por fin, voy a empezar a vivir mi vida junto a la persona de la que estoy enamorada, una noche en la que empezarán a cumplirse nuestras ilusiones comunes, una noche en la que no habrá uvas de la suerte, en la que habrá doce campanadas con doce besos, una noche en la que me sentiré afortunada y dichosa por ver cómo me miran sus ojos, en la que nos perderemos el uno en el otro, una noche en la que no dejaré de sentir el tacto de sus manos, en la que no pienso separarme de su lado ni un sólo segundo, en la que saciaré mi necesidad de él, una noche en la que lo sentiré mío de forma legítima y yo seré suya sin que exista nadie más, una noche a partir de la cual, no volverán a existir las prisas porque tendremos todo el tiempo del mundo por delante... Una noche en la que dará comienzo nuestra historia.

Y ya estoy deseando bajarme del tren para verlo en el andén esperándome y darle un abrazo como nunca se lo he dado...

Te deseo que tu entrada de año sea tan feliz como la mía, que tus ilusiones para este 2013 se cumplan, pero haz lo que sea necesario para ello. Te invito a que crucemos juntos las puertas de esta nueva etapa y ten cuidado con las uvas... si es que las vas a comer. ¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!


lunes, 24 de diciembre de 2012

Nueva vida

Dicen que más vale tarde que nunca.

Llevo mucho tiempo sin ser feliz, sabiendo qué botón tenía que pulsar para conseguir serlo, pero no me atrevía a tocarlo... hoy por fin lo he hecho... y me siento bien conmigo misma.

Se acabaron las bajadas y subidas de la montaña rusa, se acabó el esconderse, se acabó el querer estar en otro lugar, se acabaron las peleas con el reloj y el calendario, se acabó el anteponer lo que quiere, lo que siente y lo que piensa todo el mundo... ahora toca empezar a cuidarme... porque ya me lo habían dicho muchas personas importantes en mi vida... que piense en mí, que nadie iba a cuidar más de mí que yo misma...

El miedo me tenía paralizada, el miedo a hacerle daño al que ha sido mi compañero de viaje durante nueve años... pero me he dado cuenta de que sólo le he causado más dolor, a él y a mí. Lo único que eclipsa un poco mi felicidad es saber que él está sufriendo, pero cuando la llama se apaga no hay nada que hacer...

He dicho adiós a mi antigua vida, he hecho lo que sabía que iba a hacerme feliz. Tengo a alguien de quien estoy enamorada como nunca lo he estado, alguien que quiere ser mi vida, que me dice lo que siente sin palabras, con sólo una mirada, que lo quiere todo conmigo, alguien a quien no le vale nada sin mí, con el que no tengo miedo a nada, con el que no existe él y yo, sino el NOSOTROS, alguien con el que tengo una lista de cosas pendientes que va creciendo cada segundo, con quien tengo sueños, ilusiones, alguien que lo único que consigue es que sea tan feliz como no lo he sido nunca, alguien con el que estoy deseando empezar a vivir mi nueva vida...

Ralph Waldo Emerson: "Grabad esto en vuestro corazón, cada día comienza en nosotros un año nuevo, una nueva vida".


viernes, 21 de diciembre de 2012

Pandemia

Estoy enferma.

Al parecer es una de esas enfermedades que se creían erradicadas, de ésas que actualmente se consideran raras... Los médicos no tienen un diagnóstico claro, sólo pueden decirme que hay algo en mí que no es como debería... y la verdad es que estoy un poco asustada.

Llevo unos cuatro meses con los mismos síntomas... y precisamente, lo que me da miedo es dejar de sentirlos... Aceleración del ritmo cardíaco cada vez que está cerca, esas mariposas en el estómago cuando sé que voy a verlo, ese brillito en los ojos cuando miro a los suyos, esas ilusiones que crecen cada segundo que compartimos, la sonrisa que se dibuja en mi cara al pasar por la librería Beta, por la rotonda, por esas calles del centro que recorremos con paso rápido y sin tener ninguna prisa, al abrir el maletero del coche, esos sueños permanentes que me transportan a un futuro no muy cercano y me muestran un despacho en una planta baja y un porche en el que tomar una cerveza al fresco... y quizá algún niño pequeño, ganas de vivir, de no dejar nada atrás, de quererlo todo, de tirarme a la piscina sin ver si hay agua... Y es que me he dado cuenta de que se trata de eso, de quererlo todo: quiero hacer las compras de navidad, salir del país, que me duela la boca de tantos besos, sentir una caricia, quedarme a dormir, hacerme un tatoo, hacer planes y no estar pendiente de nada más, llenar cientos de álbumes con fotos y recortes, celebrar cumpleaños, ir a la playa en diciembre para ver atardecer, encontrar un mensaje cada mañana en mi correo, compartir un cigarro, decirlo todo con una mirada, ver la tele, ser libre para poder vivir, para poder vivirlo todo...

No sé qué será esta enfermedad, sólo sé que es una de esas enfermedades raras, de ésas que muy pocas personas tienen... y otra cosa que sí sé, es que deseo con todas mis fuerzas que no llegue a existir nunca una cura, que sea muy contagiosa, que se propague por el aire y que se convierta en una pandemia... porque a todos deberían inocularnos esta enfermedad al menos una vez en la vida...

Stendhal dijo: "La persona que no ha amado apasionadamente, ignora la mitad más hermosa de la vida".



domingo, 9 de diciembre de 2012

Me cuesta tanto...

No sé disimular... gotas que ruedan por mi cara, mi mundo se ha convertido en una noche interminable, llena de nubes, llena de lluvia, llena de oscuridad...me siento muerta, pero es peor, sólo siento dolor, nada más... No sé qué pensar, si ahora mismo eres tú, sólo tú...
Te amo, lo siento mi amor.
Contigo puedo soñar, puedo volar por encima del mundo con tan sólo un beso. Me llevas al infinito cuando me tocas así como sólo tú lo haces, cuando me besas, cuando me miras y te pierdes en mis ojos, cuando te miro y me pierdo en los tuyos, cuando somos uno...

Me has enseñado que la vida es sólo una y hay que vivirla y que con sólo una palabra puedo vivir tranquila y aún sigo imaginando un mundo dónde tú y yo somos felices. Quiero despertar contigo y sentirte a mi lado, quiero ver cómo abres los ojitos y te digo al oído que te amo más que a nadie y que será para siempre. No descansaré hasta verte sonreír todos los días. No quiero que esto sea un sueño. Sin ti mi alma está vacía. ¿No lo notas? Te estoy tocando el corazón. Cierra los ojos, así puedes sentirlo más que nunca. Nota cómo te estoy abrazando en este mismo momento, nota cómo te beso apasionadamente, como si fuera la primera vez.

Atento a mis palabras, mi vida. Mi corazón está hablando por mí en este mismo instante, cierra los ojos y préstale atención. Amor, sólo escucha esto que te voy a decir, que si no estás aquí yo no sé vivir, te amo tanto... y no voy a negar que tú eres quien me ha hecho soñar, y aunque la vida nos quiera separar, vas a estar conmigo para siempre. Me enamoré de ti y no podré olvidarte, no podré olvidar lo que siento por ti, porque no puedo estar sin ti, porque junto a ti encontré la felicidad. Te amo tanto que no puedo vivir si no estás.

Se me hace raro despertar sin ti, no ha pasado mucho tiempo, pero me ha parecido una eternidad, estás presente en todo momento, en el centro de mi pecho, donde te apoyabas, donde sonreías al levantar la vista. No es fácil el día a día si no estás en él, lloro cuando no consigo recordar tu olor, tu rostro, el roce de tu piel, tu mirada... esa en la que he podido verlo todo, tu sonrisa... la que me encantó desde el primer día. No puedo seguir si no estás porque yo no soy tan fuerte, tú eras quien me daba fuerza en mi debilidad.. Escogí el camino fácil, el que ninguno de los dos queríamos. He intentado aprovechar cada segundo, cada beso, cada mirada, cada caricia, cada gesto... no puedo estar bien... no puedo estar bien porque se me va la vida. Lo siento, amor, lo siento mucho, nunca me lo perdonaré.

"El más difícil no es el primer beso, sino el último". Paul Géraldy.


sábado, 24 de noviembre de 2012

Amiga mía

¿Qué sería de nuestra vida sin los amigos? Me refiero a los amigos de verdad, no a esos con los que compartir cervezas y ratos de risas únicamente, esos amigos que están ahí para lo bueno y para lo malo, para abrirte los ojos, para decirte la verdad por muy dolorosa que pueda resultar, esos amigos que se alegran de corazón cuando estás feliz y lloran contigo cuando pasas por un mal momento. 

Yo tengo la suerte de contar con una amiga así, una amiga que está para todo, para salir un fin de semana a tomarnos algo o almorzar un miércoles en el "100 montaditos", y para contarle los momentos por los que estoy pasando, que, aunque no son malos en absoluto, son bastante complicados. Una amiga a la que le he contado todo lo que ha pasado en mi vida desde siempre, pero sobre todo, lo que me ha ocurrido desde el día cuatro de mayo. Ella ha estado ahí para todo, me ha escuchado cuando he necesitado contarle que las cosas no iban bien con mi pareja desde hace mucho tiempo, que he conocido a alguien por quien siento algo que no debería por la situación de ambos, que estamos enamorados aunque esté mal, que las cosas se me ponen difíciles porque me veo en la tesitura de elegir si seguir con mi vida antigua o continuar con ésta nueva que se me presenta llena de ilusiones y sueños, que muchas veces me siento egoísta por no tomar las riendas de mi vida y seguir con dos vidas paralelas porque es lo más fácil... Ella es alguien muy especial a quien quiero con toda mi alma, y aunque lleva relativamente poco tiempo conmigo, me basta para darme cuenta de que es una de esas personas a las que quiero y necesito para recorrer mi paso por ésto que llaman vida. Nunca podré agradecerle todo lo que ha hecho por mí, todos los momentos que me ha regalado, todos los almuerzos, todas las risas, todas las conversaciones, todo lo que se ha preocupado... siempre ha estado ahí y sé que siempre lo estará y a veces siento que no soy capaz de hacerle saber lo que significa para mí, sé que no he podido demostrarle que gracias a ella, mi vida es mucho más plena y que sólo sé que no quiero imaginarme mi futuro sin ella, porque es una de esas personas que escasean y con las que sólo te cruzas una o dos veces en la vida. Espero saber cuidarla y que sigamos recorriendo nuestro camino juntas porque con ella, todo es mucho mejor.

Elbert Hubbard dijo: "Un amigo es alguien que lo sabe todo de ti y a pesar de ello, te quiere".


sábado, 17 de noviembre de 2012

Tres meses de vida



El anuncio que me llevó a hablar contigo ese martes, 6 de agosto a las 20:09.
Las conversaciones por el messenger que te dejaban descolocado.
El encuentro casual en la rotonda, la providencia y mis zapatillas de deporte baratas se pusieron de acuerdo para que nuestras vidas se cruzaran ese jueves, 8 de agosto a las once y pico de la mañana.
Los primeros dos besos en la puerta de la cochera, una hora y poco de charla trivial y mucho calor ese 8 de agosto a las 18:00.
Más conversaciones por messenger, dos encuentros por semana en ese lugar que no tenía nada de especial, pero que para nosotros significaba mucho más.
Los correos que intercambiamos a través de la dirección del blog, jugando a ser otras personas, jugando a ser consejeros de sendas relaciones, de sendos tiramillas que ambos sabíamos que estaban dejando de serlo.
Los momentos vividos a través de webcam, enseñándonos fotos y cachivaches, y poniendo mil y una caras, los primeros momentos de risas sinceras que compartimos.
El bajón que sentí cuando intentamos bajar el ritmo porque tenía que estudiar para mis exámenes.
Los encuentros diarios en la cochera, esperándote inquieta, con la puerta encajada, y te veía llegar muy serio, con tu pose de perito, empujando la puerta para recibirte con un beso y un abrazo.
Los sentimientos que descubrí por curiosear donde no debía y darme de bruces con tu vida.
La madrugada del domingo 9 de septiembre, hablando por whatsApp lo que teníamos pendiente de hablar, porque no podíamos esperar más.
La tarde del lunes 10 de septiembre, cuando me recogiste a las 17:00 y acabamos en la cafetería de Umbrete, hablando de nuestras vidas con total normalidad, compartiendo sentimientos, regalándonos miradas y caricias furtivas.
Las noches del martes 11 de septiembre y del miércoles 12 de septiembre, pretendías cebarme, lo sé, no puedes engañarme, un día medio litro de helado y al siguiente una bolsa llena de chocolatinas. Esas diez horas que nos regalamos, esa complicidad que experimentamos, esas carcajadas que no pudimos reprimir, las confesiones, las batallitas de la infancia.
El viernes 14 de septiembre cuando salí del examen, comimos en la cantina, la sordera intencionada, las caricias furtivas en el Condal, el paseo por el centro, la librería, el teatro, la Giralda...
El miércoles 26 de septiembre, el día de Valencina, esa nota que dejaste en mi coche y que guardo como un tesoro.
El lunes 1 de octubre, las gestiones que tuviste que hacer, ese bocado que me diste en el hombro, más fuerte de lo que querías en la copistería, ese ticket de las aperturas que aún guardo, esos ratos de risas en tu despacho, la virgen del Santo Políngano, los cabezazos, el moratón sobrevenido...
El jueves 4 de octubre por la noche, al salir de clase, te esperé en nuestro sitio, leyendo un libro sobre fibra óptica y escuchando música, me hice la distraída, como si no te hubiera visto llegar, sentí tus manos acariciando mis hombros, me diste una caracola... que más adelante tenías que firmar.
El viernes 5 de octubre, por la mañana, tuvimos una "primera vez" más para la lista.
El miércoles 24 de octubre, me regalaste un viaje a través de la geografía y la historia, un viaje muy especial, cogida de tu mano, una foto juntos,...
El miércoles 31 de octubre, me sorprendiste dándome un plano para jugar a la búsqueda del tesoro, un tesoro que nunca habría podido imaginar, ni en mis mejores sueños, un plano que me llevó a otro mundo, a un mundo de ilusiones, sueños, risas, carcajadas, normalidad, miradas, caricias, besos, pasión ...
Los días que pasamos en el que se convirtió en nuestro refugio particular, en ese agujero negro en el que sabíamos a la hora que entrábamos, pero no a la hora a la que saldríamos.

Y la sonrisa que saca arrugas a cascoporro. Y las miradas. Y las caricias. Y los gestos. Y lo que callas. Y lo que dices. Y no dejar de mirar el móvil para verte ahí, esperándome. Y las caricias furtivas con el meñique, entre la gente. Y el jueves. Y la peluca rubia. Y las golosinas. Y el no beber cuando me quemo por no mezclar la comida con la bebida. Y llegar al aparcamiento y encontrarte de pie, con esa sonrisa tierna. Y salir de clase y que estés ahí una vez más y que cuando me veas, enciendas los intermitentes. Y la música. Y el corte de pelo. Y las zapatillas del chino. Y la azotea. Y los cojinazos. Y el edredón en el suelo. Y las películas malas. Y las películas buenas. Y las pulseras. Y mi móvil roto. Y "sus ovejas". Y la pinza de la ropa. Y los tres "peros". Y el de la sandía. Y los tochitos. Y el paquete en el buzón. Y verte en los descansos de las clases. Y la bicicleta con el sillín bajo. Y el mecánico del amor. Y las fotos. Y Trancas y Barrancas. Y muchas cosas que me dejo en el tintero, pero que no olvidaré, que seguirán en mi cabeza, que son tan bonitas que no sé si realmente existieron o si las soñé. Esta tarde se paró el reloj de pared (ése al que echarás de menos) a las 13:32, es la hora a la que cruzaste por última vez la puerta de mi casa, es la hora a la que te vi por última vez, la hora a la que me dijiste adiós.

Esta es mi lista de cosas vividas en tan sólo tres meses. Existe otra de cosas pendientes, en la que, aunque sé que ya no podrán cumplirse, sigo apuntando cosas. Porque la vida da muchas vueltas y nunca se sabe en cuál de ellas podemos reencontrarnos.
"Llenas los días de rima y verso con tu presencia de manos tiernas".


sábado, 10 de noviembre de 2012

No sin ti

No quiero imaginarme un día en el que ya no estés, no podría soportarlo... 

No puedo despertar una mañana y no recibir un mensaje tuyo dándome los buenos días y que lo primero que haga sea responderte con una sonrisa instantánea en la cara y con los ojos aún pegados. No puedo desayunar sin limpiarme el aceite de las manos cada veinte segundos para contestar a tus mensajes. No puedo estar en clase y no prestarle atención al móvil buscando tu última hora de conexión. No puedo llegar al aparcamiento y no encontrarte de pie, dando paseos de un lado a otro mientras me esperas. No puedo dejar de sonreír al verte darle el tirón a la maneta de la puerta con el seguro echado y pensar que cualquier día te quedarás con ella en la mano. No puedo no sentirme inmensamente feliz al verte subir, sentarte en el asiento del copiloto y apoyar el codo en el reposacabezas mientras me miras fijamente con una sonrisa torcida y tierna. No puedo evitar que se me contagie tu alegría cada vez que te veo reír a carcajadas. No puedo no sentirme dichosa con cada mirada tuya. No puedo evitar estremecerme al sentir el tacto de tus dedos caminando por mi piel, al sentir tus labios sobre los míos, regándome de dulces y húmedos besos, al sentir tus dientes aprisionando el lóbulo de mi oreja, al sentir tu aliento sobre mi cuello, al sentirte en mi interior... No puedo evitar que el corazón me dé un vuelco cada vez que me dices que me quieres como nunca has querido a nadie, que soy increíble, que me necesitas, que me quieres con todo, que estarás ahí. No puedo imaginar mi vida sin la ilusión que me regalas cada día, sin saber si lo que hemos vivido es un sueño o ha sido real...

Quiero que todo mi tiempo sea tuyo, quiero que nos asomemos a la azotea y nos parezca que lo que vivimos en ese momento es nuestra vida, quiero que sigas asustándome dándole a la palanca del banquito, quiero que me hagas rosquitos con el pelo que se me escapa rebelde de la coleta, quiero que te sigas perdiendo en mi mirada, que te alejes un poco para observarme y que vuelvas a acercarte con una sonrisa, quiero que tengamos una película para ver y pasar de ella porque preferimos estar tirados en el suelo, quiero levantarme dolorida cada mañana sabiendo que todo pasó realmente, quiero que esto no tenga fecha de caducidad, quiero no tener prisa contigo, quiero seguir robándole horas al reloj, pero no al reloj de mi vida, sino al reloj de nuestras vidas, de la tuya y la mía. Quiero tener días tontos y pasarlos abrazada a ti, quiero que no callemos ni bajo agua, quiero que mis ojos te digan que no puedo vivir sin ti, que no quiero vivir sin ti, quiero no decirte con la boca que soy feliz gracias a ti, que soy feliz porque tú estás en mi vida, que después de ti no hay nada más, que después de ti no quedará nada. Quiero decirte que no creo en eso de que ninguna persona es imprescindible, porque para mí, tú lo eres. Nunca podré agradecer lo bastante a la vida que te haya puesto en mi camino y que me haya dado la oportunidad de conocer lo que es ser feliz de verdad. 

Decir que te quiero no es suficiente.


viernes, 9 de noviembre de 2012

De días grises...

Hoy es viernes. Llevo toda la semana sabiendo que llegaría este día y, como siempre, ha acabado llegando. Hoy es viernes y llevo toda la semana temiendo que llegara este día, hoy me toca hablar claro...


En toda mi vida, sólo he tenido una pareja, llevo nueve años y pico con ella. Al principio, todo era normal, existían las mariposillas en el estómago, las ganas por verle, el echarlo de menos cuando se iba... pero desde hace algún tiempo, las cosas no van bien, la relación se ha enfriado, parecemos más amigos que pareja, no sabemos estar juntos a solas, hablamos poco y lo poco que hablamos, es para discutir, ya no hay sueños, no hay ilusiones, no hay complicidad, no hay momentos de risas... creo que ni siquiera tenemos ganas de vernos, de estar juntos. Hace un tiempo, cuando todo iba bien, me pidió matrimonio, no tuve que pensarme la respuesta, buscamos casa, encontramos la de nuestros sueños y la compramos, aún está en obras y ahora mismo no tengo prisa por terminarla... 

Hace unos meses llegó a mi vida de casualidad una persona que ha puesto mi mundo, lo que yo era, lo que sentía, bocabajo. Era y soy consciente de que no era feliz, pero pensaba que era algo normal debido al tiempo que llevamos juntos mi pareja y yo, pensaba que eso de la limerencia ya no era algo que pudiera sentir, que ahora tocaba lo que viene después de pelar la pava: rutina, costumbre, amor, pero no el desenfreno que se siente durante un noviazgo... pero esta nueva persona, me ha enseñado lo que es tener ilusiones, lo que es llevar una sonrisa bobalicona en la cara veinticuatro horas al día, lo especial que puede ser ver una simple película con ella o estar revoloteando en la cocina a su alrededor mientras prepara algo de comer para los dos, lo que es tener una lista imaginaria de cosas por hacer en la que, por muchas veces que tachemos, el número siempre es mayor que al principio, lo que puede despertar una simple caricia, lo que se puede transmitir con sólo una mirada, lo que es no desear otra cosa que estar con ella, lo que significa tener complicidad, lo que es poder y querer hablar de cualquier cosa con ella, lo que es tener la sensación de estar viviendo un sueño de forma permanente,  lo que significa ser feliz de verdad. 

Y hoy viernes, me toca tomar una decisión, me toca elegir entre intentar recuperar mi antigua vida, intentar que las aguas vuelvan a su cauce, seguir con la reforma de la casa, poner fecha para la boda y renunciar a esta nueva persona que hay en mi día a día... o empezar de nuevo, no dejar pasar la oportunidad que me está regalando la vida, no perder la felicidad y las ganas de vivir que me está brindando esta nueva persona... Espero tomar la decisión adecuada, no tengo miedo de pasarlo mal, tengo miedo de hacer más daño del necesario y de acabar equivocándome... Hoy es un día gris para mí (Sí, he leído el estado de mi amigo Historias).

Paulo Coelho: "Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer".



jueves, 8 de noviembre de 2012

Carpe diem

Hoy me he encontrado con una antigua amiga del bachillerato, han pasado siete u ocho años, apenas nos hemos reconocido... La he saludado y hemos estado hablando un rato hasta que he tenido que entrar en clase... ya no somos las mismas, hemos crecido, hemos cambiado... y a raíz de este encuentro, han venido a mi mente recuerdos del pasado, de los tiempos del instituto, de antiguos amigos, que algunos han dejado de serlo y otros no, pero con los que apenas tengo contacto por la vida universitaria y las cosas de la edad... y leyendo ésto que he escrito, cualquiera diría que tengo cincuenta tacos y hablo de los tiempos de Franco...

Han venido a mi mente momentos buenos y momentos que no lo fueron tanto. Los ratos de risas en los intercambios de clase, jugando a la brisca por parejas, Raquel y yo siempre juntas, picadas a más no poder con esos dos chavales más picados aún que nosotras, parejas formadas por Juan Carlos, Pedro, Juanjo o Diego que se iban turnando para recibir la paliza del 120-0 en más de una ocasión. A veces el día se presentaba generoso y algún profesor faltaba, entonces era cuando tenía lugar un maratón de naipes como el vicio se merecía, en ocasiones nos quedábamos en clase, otras empalmábamos con el recreo y nos metíamos en "La Gramola", a comer palomitas y tomar CocaCola mientras las cartas no dejaban de circular por la mesa... las cartas, las risas, las bromas, los ratos de amigos. Y es que no parábamos en los años de instituto... Cuando no robábamos exámenes de otras clases, tirábamos bombas fétidas en los pasillos o formábamos nubes de tiza soplando el polvillo que quedaba en la repisa de la pizarra.

Y es que cuando uno está en el instituto, todo le parece muy duro, que hay que ver que la bizca de historia me ha puesto un examen de un día para otro, que hay que ver que el de dibujo me tiene manía y lo único que le gusta es dejarme en ridículo en clase, que si no hay manera de que las derivadas me entren en la cabeza... Cualquier cosa que se presentara parecía un mundo y ahora es cuando me doy cuenta de que aquellos años eran realmente una época en la que no había preocupaciones, que la situación más complicada a la que podía enfrentarme era sacar una nota baja en un examen, que la profesora de lengua me quitara 0.25 puntos por poner mi apellido sin tilde (y recalco que mi apellido no lleva tilde) o que el chico que me gustaba pasara de mí... buscar un trabajo quedaba lejos, no tenía que pensar en cómo pagar una casa, ni una reforma, ni en planes de boda frustrados porque los sentimientos cambian y se hace daño a las personas que tenemos cerca,... y es que lo complicado de la vida está al salir de ahí. Por suerte o por desgracia, aún estoy a tiempo de disfrutar el final de mi etapa estudiantil, aunque sea más complicada que hace algunos años, lo importante es darse cuenta de que el tiempo se escapa como arena entre los dedos, que hay que disfrutar cada momento al máximo... ya sabes, carpe diem.

Robert Louis Stevenson escribió: "Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir".



sábado, 3 de noviembre de 2012

Sueños

Aún no sé si todo ha sido un sueño. Al despertarme esta mañana, sentí el roce suave de unos dedos por mis hombros, unos labios regando mi cuello de besos con una ternura indescriptible, unas manos que abrazaban mi vientre y me apretaban contra él, dejándome sentir su calor, estrechándome contra su cuerpo, un susurro en mi oído con las palabras "te quiero", un mosdisquito en el lóbulo de la oreja y el sonido del aire al escaparse una sonrisa... quise darme la vuelta, pero sabía que no estaba ahí, que sólo había sido mi imaginación, lo que no tenía claro es si era un sueño o un recuerdo... y fue entonces cuando me incorporé y sentí mi cuerpo dulcemente dolorido con una mezcla de agujetas y cansancio muscular, y supe que no lo había soñado, supe que pasó...

Supe que ese plano que me dio para jugar a la búsqueda del tesoro a la salida de clases fue real, que lo que encontré al alcanzar el punto de la X no se me podría haber pasado por la cabeza ni en mis mejores sueños. Supe que ese festín de delicias, de miradas, de sonrisas, de besos, de caricias, de ganas de devorarnos, no había sido cosa de mi imaginación. Supe que las horas que pasamos tirados en el suelo escuchando música de fondo, los ratos de risas, de cosquillas, los momentos en que la pasión se apoderó de nosotros, en que parecía que íbamos a arrancarnos la piel a bocados, en que clavamos las uñas el uno en la espalda del otro, en que nuestras manos se buscaban desesperadamente, en que nuestras gargantas sólo podían emitir gemidos y gritos ahogados y nuestros cuerpos se fundieron en uno, eran reales. Supe que la conversación plagada de bromas, de sentimientos, de emociones, de recuerdos, de confesiones, de sinceridad, de complicidad y de una infinidad de sensaciones y momentos mágicos, sin más ropa que una camiseta, con mi cabeza descansando en su pecho mientras nuestras manos jugaban revoltosas regalándonos caricias, sucedió de verdad. Supe que ese cielo lleno de nubes que vimos en la azotea, ese cielo que dejaba ver un sol tímido de forma intermitente, ese cielo que empezó a derramar sobre nosotros pequeñas gotas de lluvia mientras hablamos de que por un instante sentimos que ésa era nuestra vida, asomados a la baranda, mirando hacia la calle, viendo a la gente pasar, uno al lado del otro y nada ni nadie más, supe que todo había ocurrido...

Y entonces me di cuenta de que habíamos conseguido robarle al reloj de nuestro día a día diez horas, y que ese reloj jugó a su antojo con la relatividad del tiempo e hizo que las diez horas parecieran diez minutos. Y me di cuenta de que ahora mismo es lo único que me importa, robarle tiempo al reloj de mi vida para compartirlo con él y dejar a un lado todo lo demás, me di cuenta de que las clases son prescindibles, de que por instinto, le quito ese tiempo a la persona a la que le pertenece legítimamente, y que no puedo evitarlo, y no me siento culpable porque soy feliz. Y seguir con la sensación de que estamos viviendo un sueño... un sueño del que por mucho que nos pellizcamos no conseguimos despertar... y es que quizá no sea un sueño... quizás estemos disfrutando de lo más bonito que hayamos vivido nunca y nos cueste darnos cuenta... quizás estemos más que despiertos y nos dé miedo que todo ésto se vaya tal como vino... sin avisar, como llegan las cosas buenas y como terminan los sueños...

Ninon de Lenclos dijo: "Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad".


domingo, 28 de octubre de 2012

De pelea con el tiempo

Llegó el momento de meterle mano al reloj, de recorrer sus intimidades alterando su funcionamiento, de entrometernos en su marcha normal, llegó el momento de cambiar la hora. ¿Toca adelantar o atrasar? Nunca me entero, pero se ve que no soy la única...

En la escuela, no sé cómo se las apañan, pero ningún año hacen bien el cambio de hora. Recuerdo mi primer año en el mundo universitario, en el interior de ese llamado edificio inteligente, que de inteligente no tiene mucho, porque en invierno nos asamos como pollos y en verano parecemos esquimales, enfundados de arriba a abajo con polares y bufanda. Volviendo al tema de la hora, que luego dicen que las mujeres le damos veinte vueltas a todo para contar algo, el encendido y apagado de luces y aparatos de climatización está programado y se ve, que después de todos los años que lleva la escuela en funcionamiento, aún no han dado con la tecla de "horario de invierno" y "horario de verano", así que todos los años nos dejan a oscuras antes de que acaben las clases de la última hora, los alumnos nos hartamos de reír, porque en ese momento sacamos los móviles y los utilizamos como linternas (y aprovechamos para mandar algún whatsApp que otro, para qué voy a decir otra cosa).  Con esto del cambio de hora, sé de uno que llegó antes de tiempo a su propia boda, porque no se acordó de darle una vuelta de tuerca a las manecillas del reloj, y, desesperado, pensó que lo habían dejado plantado en el altar. Pero lo mejor de este invento del horario de invierno, es poder pasar tiempo con la persona a la que quieres y que, sin darte cuenta, el día te regale una hora más para poder disfrutarlo al máximo, una hora más de besos, de caricias, de miradas, de sonrisas, una hora más que poder robarle al reloj, una hora más para olvidarse del mundo y poder fundirse en un sólo cuerpo sin prisas, sin estar pendientes del tiempo, sin que exista nada más... Al fin y al cabo, un regalo más de ésos que a veces nos presenta la vida.

Charles Chaplin dijo: "El tiempo es el mejor autor: siempre encuentra un final perfecto".



miércoles, 24 de octubre de 2012

Cuando menos te lo esperas...

¿En qué momento empezó todo?¿Cuándo dejó de ser un entretenimiento para convertirse en algo que realmente me importaba? No lo sé. No sé cuál fue el comienzo, no sé qué cambió, no sé qué ocurrió, no sé por qué, sólo sé que de repente pasó...

Todo comenzó como un simple pacto, un acuerdo para pasar un buen rato, simplemente era un tiramillas: pasarlo bien y nada de sentimientos y, al principio, lo fue... Tengo las imágenes de los primeros días grabadas en mi cabeza. Recuerdo un encuentro en una rotonda, un cruce de miradas, recuerdo verlo parar el coche y recuerdo como salí corriendo para casa entre descolocada y temerosa. Recuerdo quedar con él en una cochera y pasar una hora y pico de pie, hablando, sin apenas mirarnos a los ojos, recuerdo que fue una situación extraña pero que ambos estábamos cómodos dadas las circunstancias. Hoy en día, aún recuerdo que pensé que no quería volver a verlo, pero había algo que no dejaba que fuera así, de modo que volvimos a quedar, recuerdo que le dije que lo mejor para que no quisiera seguir viéndome era pasar conmigo dos horas seguidas, recuerdo que me dijo que mi remedio era un mojón y me miró a los ojos, y entre divertido y tranquilo, reprimiendo una sonrisa con la boca, pero no con los ojos, me pidió un beso, bueno no, me preguntó si podía darme un beso, y sin saber por qué, asentí.

Recuerdo los encuentros furtivos, encerrados en un coche en cualquier aparcamiento, escondiéndonos del mundo, recuerdo hablar mucho, escuchar la radio y algún beso ocasional, recuerdo que me acariciaba la mejilla y que yo cerraba los ojos y me fundía con su mano, recuerdo una mirada tierna, llena de un cariño no pactado, que se mantenía fija en mis ojos mientras me besaba el dorso de la mano, recuerdo el roce sutil de sus dedos por el borde de mi blusa, los anillos que hacía jugando con mi pelo, me di cuenta de que esa forma de acariciar no era la de un entretenimiento vacío. Recuerdo que pronto dejó de ser un tiramillas, que todo cambió para los dos en poco tiempo, recuerdo que fue cuestión de vernos cuatro o cinco veces para que nuestras miradas delataran lo que nosotros callábamos. Recuerdo haber levantado un muro en una ocasión, un muro contra lo que podía hacerme daño, y dejarlo caer inconscientemente de un día para otro. Recuerdo no querer ilusionarme y no dejarme llevar porque no podíamos permitírnoslo, porque ambos teníamos una vida, recuerdo que la curiosidad mató al gato y a mí me dio un bofetón y que por cotillear en su facebook me topé de bruces con esa parte de su vida en la que yo no estaba presente y que seguía existiendo de forma paralela a nuestros encuentros. Recuerdo que le dije que al día siguiente tenía que contarle algo, recuerdo que iba a despedirme contra mi voluntad, antes de que todo explotara, antes de volar más alto, recuerdo que estuve a punto de romper el pacto del tiramillas y recuerdo que al final reculé y le dije que era muy bonito el suelo de su casa...

Recuerdo que tras quince o veinte días me dijo que teníamos que hablar, recuerdo que una parte de mí estaba tranquila, pero que la otra parte estaba aterrorizada. Recuerdo un café en cualquier cafetería de cualquier pueblo perdido y una frase: "en menos de un mes ha estado a punto de escapárseme un te quiero más de una vez". Recuerdo dejar de escondernos en ese momento, porque no había nada que mostrar a nadie, sólo a nosotros mismos, recuerdo sus ojos fijos en los míos, unos ojos que me lo decían todo, sin necesidad de palabras y que no necesité explicarle nada, que él lo entendió todo con sólo una mirada. A partir de aquella tarde nada ha vuelto a ser igual, nunca sé lo que me espera cada día, cada segundo con él es una ilusión, una sorpresa, es una sonrisa permanente, cada segundo que podemos robarle al reloj de nuestras vidas lo es todo. No sé qué he hecho para merecer lo que estoy viviendo, no sé si después vendrán lágrimas, sé que no está bien si tenemos que escondernos, pero no veo nada de malo en ser feliz y por una vez en mi vida, soy completamente feliz y me atrevo a decir que los dos lo somos...

Benjamin Franklin dijo: "La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días".



martes, 23 de octubre de 2012

A última hora

"Cuando digo que eres genial es por algo. 
Cuando digo que como tú no hay otra, lo digo convencido.
Cuando digo que además de especial eres increíble, no lo digo por decir.
Cuando digo que tienes tela de arte es porque me río contigo cuando hablas y cuando callas, porque cualquier gesto tuyo es un discurso... No he visto en mi vida unos ojos y una cara más expresivos, nunca...

Y así es normal enamorarse.

Lo raro sería no hacerlo.
Lo raro sería tener la suerte de compartir contigo el tiempo que me estás regalando y no caer en tu bendita red.
Lo raro sería no intentar por todos los medios retenerte, dejarte pasar, no querer que formaras parte de mi vida.

Y no quiero dejarte escapar.

Me niego.
No estoy dispuesto a renunciar a ti y a todo lo que significas para mí, a todo lo que me estás dando y a todo lo que estoy viendo en ti.
No estoy dispuesto a renunciar al inmenso placer que me produce escucharte decir que eres feliz como nunca, que nunca habías estado así, que me quieres y que te vuelvo loca, que piensas en mí constantemente.
No estoy dispuesto a renunciar a seguir haciéndote feliz mientras me dejes y pueda.

Y me da igual lo que cueste y el tiempo que me lleve.

Nada me importa que no seas tú.
Mi vida gira ahora en torno a ti.
Todo el tiempo contigo es poco y todo el tiempo sin ti es perdido.
Cada noche me acuesto a tu lado y cada día me despierto con tu sonrisa reflejada en la mía.

Y no tengo prisa.

Sé que estás y estarás porque me lo dices y me lo creo.
Sé que los dos sentimos de corazón todo lo que nos decimos.
Sé que puedo confiar en ti a ciegas y lo hago.
Sé que los dos queremos más, aunque sea complicado.

Y sé que todo esto no puede quedar en nada.
Y sé que quiero quererte más de lo que ya lo hago.
Y sé que eres lo más maravilloso que podría haber puesto en mi camino quien quiera que maneje esto.
Y sé que te quiero.
Y sé que me quieres.

Y ya no me importa nada más que seguir viéndote feliz".

Y esto es lo que me he encontrado en mi bandeja de entrada a última hora del día, después de un lunes raro, una tarde larga de clases y un estado de ánimo un poco "plof". A última hora he recibido un rayo de luz inmenso. Me siento afortunada... sé que soy afortunada.




sábado, 20 de octubre de 2012

Sola entre la gente

Esta mañana estaba ojeando mi Facebook y me he con topado el caso de Amanda Todd, sé que la noticia tiene unos cuantos días, pero he buscado información sobre lo que le ocurrió a esta niña y me he encontrado con algo que, por desgracia, me es de sobra conocido...

Esta chica hizo algo de lo que no tardó en arrepentirse y como consecuencia sufrió el acoso de un desconocido, y lo que es peor, de los que ella pensaba que eran sus amigos... y es que eso del "bullying", algo que lleva existiendo muchos años pero que ahora, al tener un anglicismo que lo define, nos hace tener más conciencia social, te destroza, te destruye como persona, te quita las ganas de vivir...

De pequeña, era la típica niña gordita con cara de inocente, y no sólo la cara, era de esas niñas que no pillaban una y que eran muy infantiles. Cuando empecé el colegio tenía cuatro años, recuerdo la intensidad de las dos primeras semanas: los madrugones, el trayecto en autocar, los compañeros y compañeras de clase, los recreos... recuerdo que pensé para mis adentros que era lo mejor que había conocido, porque donde yo vivía no tenía vecinos ni primos con los que jugar y además soy hija única, así que tenía la oportunidad de estar con niños y niñas de mi edad, cosa que desconocía por completo... pero, de repente, un día todo cambió. Una mañana, al ir al colegio en el bus, me sentaron junto a una niña de mi clase, como éramos muchos, nos ponían muy apretados y se ve que a ella no le hizo mucha gracia que me colocaran allí... recuerdo que ese fue el comienzo de todo. Empezó a pellizcarme para echarme fuera del asiento, me tiró del pelo durante todo el camino y me dio patadas y puñetazos, al principio aguanté un poco, pero después acabé "chivándome" a la profesora que iba en el autocar, así que la castigaron. Mi mala suerte hizo que esa niña fuera de las llamadas "populares", de esas que tienen una pandillita de monos imitadores a su alrededor... a partir de ese día mi vida fue un infierno. Al principio sólo fueron insultos, nadie me hablaba, y los pocos que lo hacían era para ofenderme, para llamarme gorda, foca o subnormal, empezaron a desaparecer mis libros y mis cuadernos y cuando reaparecían, lo hacían llenos de pintadas, de palabrotas que ni siquiera sabía lo que significaban, con las portadas rotas o llenos de escupitajos. Recuerdo que no podía pedirles ayuda con los deberes a mis padres, porque me daba vergüenza que vieran los libros y los cuadernos, recuerdo que un día mi madre me estaba guardando el bocadillo en la mochila y vio el libro de matemáticas destrozado, recuerdo que me cayó una bronca monumental y recuerdo que no podía justificarme. Después llegaron los empujones, las zancadillas y demás agresiones que podían parecer accidentales, de ese modo, si se me ocurría decirle algo a algún profesor, había un grupo de unos veinte o treinta niños que dirían que fue sin querer, y sería su palabra contra la mía. Pasados un par de meses, la cosa fue yendo a peor, recuerdo un día muy frío de noviembre en el que tuve que volver a casa sin abrigo porque había desaparecido misteriosamente, recuerdo la bronca de mis padres al enterarse, recuerdo los castigos, recuerdo a mi madre gritándome con las lágrimas saltadas que no sabía qué hacer conmigo, recuerdo que quería decirle que no era mi culpa... Ese mismo mes, los accidentes pasaron a ser palizas en toda regla, un miércoles en el autocar, me sujetaron entre cuatro para dejar a los otros siete que se desahogaran a gusto conmigo, aún siento el dolor de las patadas y puñetazos en el estómago y en la espalda, recuerdo que al llegar a casa, mi madre quiso bañarme y le tuve muy malas contestaciones para que se enfadara y no lo hiciera, recuerdo mirarme al espejo estando ya sola, recuerdo ver todo mi cuerpo lleno de cardenales, recuerdo llorar en silencio y hacer un gran esfuerzo para meterme en la bañera. Llegó un momento en que no me sentía segura ni en mi propia casa, me dejaban notas en el buzón o me llamaban por teléfono para insultarme, pero lo peor era cuando descolgaban mis padres, les contaban no sé qué historias y al final era volver a lo de siempre, más dolor y más reproches que no podía rebatir. 

Durante ocho años, los únicos periodos de tiempo en los que podía olvidarme un poco de todo este infierno eran las vacaciones de verano y las de Navidad, me daba pánico que llegara septiembre y todos los años tenía la esperanza de que en el siguiente curso cambiara algo... pero ese cambio nunca llegaba. Lo peor no eran los golpes ni las humillaciones, lo peor era la soledad, saber que no tenía a nadie que pudiera entenderme, nadie con quien hablar, sentir que no valía nada y que hasta mis padres estaban hartos de mí. Todavía no he logrado entender cómo unos niños pequeños pudieron marcar tanto mi vida, aún no he olvidado sus nombres y sé que nunca lo haré. Me hicieron perder mi infancia y mi inocencia, pero ahora soy como soy por ellos, y aunque no les agradezco en absoluto esos años, han hecho que me dé cuenta de lo fuerte que puedo llegar a ser.

Con esta entrada no pretendo dar pena, no pretendo contar mi historia, ni aparentar lo que no soy. En estos casos no vale eso de intentar ponerse en el pellejo del otro, no sirve de nada la empatía, ni la lástima, sólo el que ha pasado por eso sabe lo que es. En estos momentos, me gustaría que no sólo leyeran mi blog adultos, sino también niños y adolescentes, para que, si conocen un caso de éstos, no miren hacia otro lado y no contribuyan a hacer un infierno de la vida de nadie. 


viernes, 19 de octubre de 2012

En clases

Nunca me había parado a pensar en lo que puede dar de sí una clase. Dos horas que se presentan eternas en un principio, y a medida que va pasando el tiempo, se tornan demasiado cortas...

En horas de clase se puede hacer de todo, tirar de whatsApp y mantener una conversación (absurda o no) con alguien del exterior, o incluso con la persona que tienes sentada al lado, y de vez en cuando se vuelve necesario reprimir una carcajada, esconder la sonrisa floja, disimular una subida de temperatura o incluso enjugar alguna lágrima para pasar inadvertido. También está el típico cuchicheo por lo bajini, que luego resulta no ser tan por lo bajini... y es que el otro día en clase, el profesor estaba dando su opinión sobre lo maravilloso que es Dropbox, inocente de mí, les comenté a mis compañeros de banca en voz baja: "donde se ponga un buen pen, que se quite Dropbox", pero se ve que el concepto de "voz baja" fue relativo porque empezó a reírse la clase entera... y ahora me llegan a mi whatsApp mensajes tales como: "Vivan los pens grandes" o "¿Cotizando para comprar pens de alta capacidad?"... y en esos momentos es cuando pienso que todas las situaciones ridículas me pasan a mí y cuando recuerdo las conversaciones sin sentido que mantenían en primera fila y a toda voz, mis compañeros de clase de BBDD sobre los métodos de depilación púbica y sobre quién era capaz de mover más los pechos... 

Pero lo mejor son los ratos entre clases, esos quince minutos para el cigarrito de las 17.00h, que a veces se prolongan a treinta minutos y el cigarrito pasa a estar acompañado de un café. Son ratos de risas, de encontrarse con compañeros de otras clases, ratos de comentarios, de bromas, de contar batallitas de  cuando quemaron la calle Betis, de recordar momentos de compañeros míticos... y es que en todos sitios está el típico bocazas pesado del que todo el mundo huye, ese al que le dan calabazas mil veces y sigue intentando pillar cacho hasta llevarse un bofetón, el que va de mafioso con los profesores y de chulito con las féminas y al final acaba siendo el centro de todas las conversaciones imitación incluída, el friki que mira raro y te olisquea cuando cree que no te das cuenta, el gótico que lleva tatuada una maquinaria en la parte exterior de la pantorrilla derecha, la pija con sus mega-taconazos con los que no sabe andar, el perro-flauta que tiene toda la destreza del mundo liando cigarrillos y el emo que te mira con cara de "quiero suicidarme y no puedo"...

Y es que lo mejor de la Escuela son esos momentos, los de descanso y los de risa de misa en clase, aunque voy a tener que plantearme una mudanza a la fila de atrás, porque eso de estar a pie de pizarra poniéndole ojitos y sonrisas flojas al profesor...empieza a pasarme factura.


jueves, 18 de octubre de 2012

En el buzón...

Hola, mi sol

Llevaba tiempo queriendo escribirte de mi puño y letra, y hoy he encontrado el hueco. Llevaba tiempo queriendo hacerlo porque no sé por qué contigo me apetece hacer muchas cosas, las haga normalmente o no. De hecho, fíjate si no estoy acostumbrado a escribir a mano, que ya me está doliendo la muñeca.

Y es que me haces sentir diferente, además de especial, diferente. Me haces sentirme un privilegiado, un afortunado. Alguna vez te he comentado que le estaba agradecido a la vida porque nunca me ha tratado mal, porque no tengo grandes malos momentos, pero empiezo a pensar que la vida está enamorada de mí, porque a estas alturas, presentarse con un regalo como tú no es normal, pegarme este bendito golpe que repetiría una y mil veces es más de lo que nunca hubiera soñado. Y es que eso es lo que me haces... me haces soñar, sentir, flotar. Había oído hablar muchas veces de la famosa nube, pero hasta ahora no he llegado a comprender lo que era realmente, hasta que no has aparecido tú no he sentido lo que es, lo que significa olvidarte de todo lo demás, de dedicarte a flotar, a dejarte llevar, a no quererte bajar nunca de esa sensación única y extraordinaria, esa que por lo visto desconocía...

Te quiero. Te quiero como no he querido nunca a nadie. Lo tengo claro. Y tengo claro que no pienso dejar de hacerlo. Tengo claro que te quiero con todo, te quiero para mí. No quiero compartirte con nadie, no podría. Por lo menos ahora mismo no. No sé si llegado el momento de decidir si dejar de verte o tener que seguir compartiéndote para siempre, no podría vivir sin ti y cambiaría de opinión. El caso es que tampoco quiero pensar en ello, aunque esté a la vuelta de la esquina. No quiero pensar en ello porque no quiero que nada me distraiga y me haga perderme ni un sólo segundo de esto que me vuelve loco, de esto que me hace inmensamente feliz y dichoso, de esto que nunca podré agradecer lo suficiente. Me paso los días con ganas de reír, de gritar, de que todo el mundo sepa de una vez que soy feliz a tu lado, que te quiero sin límites ni condiciones, que eres lo que quiero y necesito en mi vida. Lo eres todo para mí.

Y es que eres un ser maravilloso, una estupenda persona aunque tú no sepas o no quieras verlo en ti misma. Eres generosa, agradecida, fuerte, leal, sincera y clara. Creo que si a eso le sumamos la dulzura que te cuesta sacar pero que destilas a raudales y ese puntito tuyo que sabes darle a las cosas, no puedo más que quererte e intentar por todos los medios no dejarte escapar.

No sé si con estas letras te estaré diciendo algo nuevo o no. El caso es que me apetecía hacerlo así. Me apetecía decirte así una vez más, que eres lo más maravilloso que me ha pasado y que te quiero con cuerpo, alma, corazón y cabeza. Te quiero y te amo.

Te quiero a mi lado por siempre, mi sol.

PD: no fecho este escrito, porque igual que lo he hecho hoy podría haberlo hecho ayer, hace una semana, o no sé cuándo...



Hoy me encontré ésto en el buzón de casa. Me he dado cuenta de que me quedo muy corta al hablar de sonrisas, miradas, sorpresas, detalles e ilusiones... Sólo puedo estar agradecida y creo que la mejor forma de agradecimiento posible es aprovechar la oportunidad que me da la vida para ser feliz...

martes, 16 de octubre de 2012

Detalles

Son esos pequeños momentos, que se convierten en recuerdos de esos de sonrisa floja y automática, momentos que condicionan tu día a día, esas pequeñas cosas que no tienen más importancia que la que tú quieres darle, como cuando tu mejor amiga te pregunta qué tal estás y sabes que lo hace de corazón, que se interesa por ti de verdad, o como cuando esperas a que den las doce de la noche y unos pocos segundos, para felicitar por su cumpleaños a esa persona especial, sin importar que el sueño luche por hacer que caigas rendido. También está ese simple mensaje de buenos días, el que recibes a diario, siempre con las mismas palabras y que te alegra la mañana, la tarde, la noche, el día completo en definitiva, o esa foto que te sorprende, de cualquier lugar o de cualquier cosa que ese alguien especial querría compartir contigo en ese momento, o incluso cuando utiliza tu coche a modo de tablón de anuncios y te deja una notita haciéndote saber que se acordó de ti... Otro de esos pequeños momentos, que en realidad no tienen nada de pequeños, es ese en el que abres el buzón de casa y encuentras un sobre gordito, lo observas y ves que tiene tu nombre escrito con su letra... y notas cómo se te dibuja una sonrisa en la cara, porque sólo a ella se le podía ocurrir hacer tal cosa... o cuando sales de casa una hora y pico antes de lo que deberías, para poder estar con ella o quedarte después de clases o del trabajo, cuando estás reventado y sólo quieres volver a casa para darte una ducha y ponerte el pijama, porque todo eso pasa a un segundo plano, porque lo que te importa es estar con ella... y por supuesto, esas caminatas de dos o tres kilómetros a las horas de más sol, sólo para verla, para hablar, para darle un par de besos, sin que te importe el calor ni el dolor de pies... y esas veces en que te suena el móvil sin esperarlo, das un respingo, contestas temblando y te dice que está en la esquina de al lado, que ha venido a cambiarte el tubo fluorescente fundido de la cochera... o cuando intenta sacar un segundo de tiempo libre de donde no lo hay, para mandarte un mensaje, para decirte que se acuerda de ti, que eres genial... incluso esa vez en que quedasteis en daros un toque para veros y la dichosa cobertura se interpuso, haciendo que llegara a tu móvil un mensaje de aviso de sesenta y una llamadas perdidas...

Y es que son esos detalles los que van construyendo tu vida, los que te hacen sonreír, ilusionarte, añorar, reírte a carcajadas en el lugar menos idóneo, los que te hacen afrontar la vida con el mejor de los estados de ánimo, los que te predisponen a ser feliz. Valoro mucho esos pequeños detalles que para mí lo son todo y quizá sea demasiado pesada al agradecerlos, pero daría lo que fuera porque las personas que me los regalan supieran lo que de verdad significan para mí esos gestos.

George C. Lichtenberg dijo: "La tendencia humana a juzgar importantes las pequeñas cosas ha producido muchas cosas grandes".


sábado, 13 de octubre de 2012

Y ahora, ¿qué?

Hoy es uno de esos días en que estás rara, bueno, en realidad, estoy así desde la tarde de ayer... Es uno de esos momentos en que te sientes apática, como si todo te diera un poco igual, una de esas veces que no tienes la fuerza que necesitas para enfrentarte a esa situación en la que te encuentras ... Y es que hay situaciones a las que no sabes cómo plantar cara, por muchas vueltas que le des, por muchas alternativas que barajes, siempre llegas a la misma conclusión: no existe una solución óptima, al final, alguien lo va a pasar mal y la mejor alternativa es aquélla en la que menos personas resulten heridas.

Tenía una vida hecha, con planes de futuro, planes que estaba empezando a llevar a cabo después de nueve años... pero las cosas cambian, las circunstancias, los sentimientos, todo va evolucionando con el tiempo y, a veces, ocurre algo inesperado que transforma todo lo que pensabas que era tu vida, y es entonces cuando empiezas a cuestionarte lo que querías, lo que pensabas que querías, lo que creías que era tu felicidad... y te das cuenta de que lo que había sido tu vida hasta ahora, era simplemente una forma de sobrevivir, de estar acostumbrada, de estar bien, pero no de ser feliz, te das cuenta de que no había sonrisas sinceras, miradas de esas que brillan, no había ilusiones, de que lo único que había era rutina, costumbre, inercia... Hace unos meses, alguien llegó a mi vida de casualidad, aunque más bien fue al revés, fui yo quien cayó de bruces dentro de su día a día. Esa persona le ha dado la vuelta a todo, a mis sentimientos, a mi corazón, a mi cabeza, a mi vida... me ha hecho olvidar mis planes de futuro, me ha hecho darme cuenta de que no puedo resignarme a tener una vida plana, me ha regalado ilusiones, sonrisas, carcajadas, sorpresas, miradas indescriptibles, caricias tímidas, me ha dejado ver lo que había dentro de ella y ha conseguido leer en mí lo que yo no le contaba, me ha hecho sentir especial, me ha regalado momentos de charlas eternas que se han pasado en un abrir y cerrar de ojos, en definitiva, me ha hecho feliz, tanto como no lo había sido en toda mi vida... pero el destino, el azar, la providencia, la casualidad, o como prefieras llamarlo, es caprichoso y en muchas ocasiones nos pone la miel en los labios para luego no dejarnos disfrutar de ella. Las circunstancias que nos rodean a los dos hacen que seamos cuatro personas, ambos teníamos sendas vidas antes de que nuestros caminos se cruzaran y sabíamos que lo que sentimos, o lo que sentíamos, era algo que traería problemas, que nos haría sufrir a nosotros, o a las dos personas con las que compartíamos nuestras vidas, sabíamos que en realidad sufriríamos los cuatro, porque al final todo se sabe, o se sospecha, siempre cambia algún hábito, algún gesto... 

Después de tanto pensar, de estar rara y de saber que al final siempre saldrá alguien lastimado, sólo me queda dejar que pase el tiempo, dejarme llevar y disfrutar lo que pueda, pero sé que cuando llegue el momento pensaré... y ahora, ¿qué?

La frase célebre de hoy es de Paulo Coelho: "Esperar duele. Olvidar duele. Pero el peor de los sufrimientos es no saber qué decisión tomar".




jueves, 11 de octubre de 2012

Aquellos maravillosos años

Se acerca el cumpleaños de mi sobrino el mayor, cumple trece años, y espera que su tita favorita le haga un regalo de esos que lo dejan con la boca abierta. Como no tengo ni idea de qué puede gustarle, empecé a tantear el terreno y le comenté que cuando yo tenía su edad (no hace tanto...), mis padres me regalaron un walkman... para qué le diría nada... me miró con cara rara y esa sonrisa que ponemos cuando escuchamos a nuestros padres intentando hablar como nosotros y sueltan expresiones del tipo "mega guay" o "monda lironda". En esos momentos me di cuenta de que ya no soy una niña, y de que las cosas han cambiado mucho en pocos años.

Recuerdo cuando ser pequeño consistía en no tener preocupaciones, en salir a la calle al volver del colegio y jugar con los amigos al fútbol, al trompo, a la comba, al escondite o a pillar. Recuerdo el "pase misí", la sillita de la reina y el "cheri morena cheri". Yo aprendí a leer con Micho y a sumar con los cuadernillos Rubio. Uno de mis mejores amigos de la infancia fue Atreyu, sus andanzas me hicieron reír, llorar y hasta llegaron a asustarme. Mis compañeros de aventuras fueron los libros de "El barco de vapor": de la serie blanca, "El jajilé azul"; de la azul, "Historias de ninguno"; de la naranja, "Fray Perico y su borrico" y de la roja "Finis mundi". Aprendí la diferencia entre cerca y lejos gracias a las lecciones de Coco, el Conde Draco me enseñó a contar hasta diez, Triki fue el culpable de mi adicción a las galletas de chocolate y descubrí que el teléfono fijo sigue funcionando cuando se va la luz, de la mano de Epi. En los recreos del colegio me dedicaba a cambiar cromos de "Bola de dragón" o estampitas perfumadas y un poco más tarde, a jugar a los tazos. Mis golosinas favoritas consistían en silbatos de caramelo, huevos de chocolate que escondían en su interior desde "Locodrilos" hasta cochecitos repletos de pegatinas, el famoso "Push Pop" tampoco se quedó atrás, aunque te pringabas de caramelo hasta las orejas, "Sugus" de todos los sabores (incluído el azul), "Peta-Zetas", con su consecuente irritación de paladar, "Phoskitos" y sin olvidar, por supuesto, la "Pandilla Drakis". En mis ratos de juegos me dedicaba a buscar a Wally, pegaba el "Blandi Blub" por cualquier sitio, construía máquinas imposibles con el "Mechanno", simulaba una granja con los "Pin y Pon", el "Tricky Bol"me sacaba de quicio porque siempre se me pasaba el tiempo, machacaba las palancas del "Tragabolas"...y mi perdición fue la "Sega Mega Drive", sí, la de 16 bits, esa en la que no existía la tercera dimensión y tenía los cartuchos más grandes que cualquier teléfono móvil de ahora, y que mi madre sólo me dejaba un par de horas a la semana. Mis amigos de la caja tonta eran "los Picapiedra", "Chicho Terremoto", "Bugs Bunny", "el oso Yogui", "Tom y Jerry", "Popeye", "los pitufos", "las tortugas ninja", "los mosqueperros", "los caballeros del zodiaco" y "Oliver y Benji". Recuerdo un tiempo en que los días festivos y fines de semana los pasaba en la calle jugando con mis amigos o dando una vuelta en bici, un tiempo en que la mañana de reyes, las calles se llenaban de chiquillos compartiendo sus nuevos juguetes, un tiempo en que las madres se asomaban por la ventana para decirles a sus hijos que "venga ya pa' dentro, que es mu' tarde y mañana tu padre madruga", un tiempo en que jugar en la carretera no era una misión suicida.

Actualmente las calles están desiertas por las tardes, la mañana de reyes es un día más para probar un nuevo juego de la PS3 o de la Xbox, la música no se regala en discos y ya no hay madres llamando a gritos a sus hijos por la ventana, son los tiempos de los móviles, de las nuevas tecnologías, de internet. Los niños de hoy en día saben mucho de whatsApp, de Facebook, de Tuenti y de videojuegos, pero lo que los niños de hoy en día nunca conocerán es la relación entre un bolígrafo "bic" y una cinta de cassette.

Samuel Chase escribió: "Condenar el progreso en todo es olvidarse de los vergeles que han hecho posible la desalinización del agua de mar, idealizarlo es olvidarse de Hiroshima".


miércoles, 10 de octubre de 2012

Ataraxia

Cuando flotas, cuando pierdes el contacto con el suelo y te elevas por encima de las nubes, cuando no puedes esconder esa sonrisa de oreja a oreja, cuando tus ojos brillan con luz propia, sin necesidad de fluorescentes ni sol, cuando no existen miedos, cuando una simple nota con un par de palabras es la mayor de las sorpresas, cuando va a verte sin avisar y es lo mejor que podía regalarte, cuando recuerdas algún momento vivido en el lugar menos adecuado y tienes que reprimir una sonrisa, una risa, disimular al fin y al cabo, cuando no hace falta que sea un día especial para sentirte única, cuando te ríes con ganas, a carcajadas, cuando sientes nervios al saber que vas a ver a esa persona, cuando cada día es diferente, más especial y mejor que el anterior, cuando olvidas todos los problemas con una sonrisa suya, con una mirada cómplice, cuando un simple roce del meñique es mejor que cualquier otra caricia, cuando no hace falta caminar de la mano, cuando no hace falta que sonrías con la boca porque lo haces con la mirada, cuando no necesitas más de lo que te da, cuando te basta saber que está pensando en ti aunque no esté contigo, cuando te importan su bienestar y felicidad más que los tuyos propios, cuando olvidas las preocupaciones, cuando tu malestar desaparece sólo con una palabra de esa persona, cuando haces lo imposible por hacerla feliz, cuando desaparece la ansiedad por no tenerla, cuando la losa que oprimía tu pecho pasa a ser historia, cuando das gracias a la vida por ese día en que vuestros caminos se cruzaron, cuando un simple desayuno, un helado, un café o un almuerzo se convierten en momentos inolvidables, cuando una película o una canción se vuelven especiales porque las conociste a través de ella, cuando cada día es una ilusión nueva, cuando te levantas de la cama y lo primero que haces es pensar en esa persona, cuando no sientes hambre, ni frío, ni miedo, ni sueño al estar con ella, cuando te sientes especial sabiendo que cinco minutos que tenga libres te los va a dedicar a ti, cuando sabes que va a sacar tiempo de donde no lo hay para poder, simplemente, hablar, cuando te paras a pensar el tiempo que deja de dedicarle a otras personas, a otras cosas, por dedicártelo a ti, cuando estás siempre de buen humor, cuando caminas mirando la pantalla del móvil y sonríes a todo el mundo con el que te encuentras, cuando sientes una vibración en tu bolsillo y es ella, diciéndote cualquier tontería y recordándote que está pensando en ti, cuando aflora tu lado más sensible y moña, ese lado que no conocías, que creías olvidado o que tenías escondido por miedo a sufrir, cuando es tu último pensamiento en el día y te vas a la cama sonriendo, cuando no sabes diferenciar el mejor de tus sueños de un día real, cuando te sientes con fuerzas para todo, cuando puedes comerte el mundo, cuando puedes alcanzar el sol, la luna y las estrellas, cuando te das cuenta de que la vida no es tan mala después de todo, cuando simplemente eres feliz...

Los epicúreos, los estoicos y los escépticos lo llamaron ataraxia, quizá Elsa Punset diría que es limerencia, yo creo simplemente que es estar enamorado.

Después de unos cuantos días sin frases célebres, aquí te dejo ésta de Anne de Lenclós: "El amor es más bien el dios de las sensaciones que el dios de los sentimientos".


lunes, 8 de octubre de 2012

Un paseo

Ando de un lado a otro, nerviosa, bebo agua, me siento, vuelvo a beber agua, me suelto el pelo, me lo ahueco un poco, vuelvo a recogérmelo, miro en todas direcciones, esperando verlo, me encanta verlo llegar, entre serio y sonriente, como intentando disimular...

Quiero acercarme a él y darle el abrazo más largo y apretado que nunca le haya dado a nadie... pero las circunstancias no me lo permiten, como mucho, sólo dos besos que parecen no significar nada, pero que para mí lo son todo, es lo más cerca que puedo estar de él en esa situación. Empezamos a andar juntos, como lo pueden hacer dos desconocidos cualesquiera o, como mucho, dos amigos, me quedo un poco rezagada para poder observar cómo camina y vuelvo a acelerar el paso para ponerme junto a él. Nos lanzamos miradas, cuando creemos que el otro no se da cuenta y en alguna ocasión, nuestros ojos se ven y agacho la cabeza entre sonriente y ruborizada y mientras tanto, entablamos una conversación sin importancia, algo de lo que ni siquiera estamos pendientes, o al menos yo no lo estoy, escucho su voz que me encanta, sus gestos al hablar, cómo se mueven sus manos con cada paso, me dan ganas de entrelazar la mía con la suya, pero me contengo, no quiero que nadie nos vea, no quiero causarle problemas, me limito a rozarle con el meñique tímidamente y observar su reacción: una sonrisa, una mirada... y me doy cuenta de que él también está entrelazando su mano con la mía, pero sin que nadie más lo pueda saber, sin que nadie más sea consciente de ello, sin que nadie más pueda verlo.

Da igual lo que durara ese paseo y cuál fuera el destino, es uno de los recuerdos más especiales que tengo, algo que me encantaría repetir en cuanto tenga ocasión y, de nuevo, no me importará la duración ni hacia dónde nos dirijamos, sólo me importará estar contigo.

Alejandro Casona dijo: "Si eres feliz, escóndete. No se puede andar cargado de joyas por un barrio de mendigos. No se puede pasear una felicidad como la tuya por un mundo de desgraciados".


domingo, 7 de octubre de 2012

Y comieron perdices

Yo soy de la generación que se crió con las películas Disney. Desde antes de tener uso de razón, cosa que aún no sé si tengo, he somatizado las moralejas que contaban los cuentos de las distintas princesas y personajes. 

Blancanieves me enseñó que podía encontrar la felicidad en el lugar menos esperado; de Ariel aprendí que hay que luchar por lo que uno quiere y que todo requiere un sacrificio; Aurora, la bella durmiente, me mostró que todo llega, que sólo es cuestión de esperar con paciencia, aunque tengan que pasar cien años; Cenicienta me ayudó a creer en las casualidades, en los milagros; Jasmín me hizo entender que el amor no tiene nada que ver con las clases sociales; de Bella aprendí que la belleza está en el interior y que no se puede juzgar un libro por su portada; Jane me enseñó que cuando hay amor lo demás no importa, que hay que saber distinguir lo que de verdad merece la pena; con Pocahontas entendí que las diferencias raciales son una barrera a superar y que es algo que está en nuestras manos. Ya con el Rey León, Disney empezó  a mostrarme que en la vida, hay momentos muy difíciles, pero que no está permitido abandonar; el pobre Quasimodo me enseñó que no siempre el amor triunfa, pero que cuando de verdad se ama a una persona, lo único que se quiere es su felicidad; Pinocho me hizo entender que hay que perseguir los sueños, pero que no siempre es fácil conseguirlos y que el camino que lleva hacia ellos, está lleno de trampas y piedras; el pequeño Dumbo me mostró lo incondicional que es el amor de una madre y que lo que nos diferencia de los demás no debe avergonzarnos, porque es lo que nos hace únicos; con Peter Pan aprendí que, a pesar del paso de los años, siempre quedará un niño en nuestro interior y Meg me enseñó que el amor es más poderoso que cualquier fuerza física, incluida la de Hércules. 

Disney me hizo creer en los finales felices, pero con los años, he aprendido que el "y comieron perdices" no existe. A lo largo de los años, se viven momentos de mayor o menor felicidad, momentos duros, momentos  que pasan indiferentes, pero con mi experiencia, me he dado cuenta de que no existen los finales felices que esas películas nos vendieron.

"No quiero un final feliz, quiero una vida llena de momentos de felicidad porque el final siempre es triste".


sábado, 6 de octubre de 2012

A jugar

Hace algunos años me aficioné a jugar a los Sims. Al principio me dedicaba a volcar mis deseos frustrados sobre los personajes que creaba, los avenates que me daban durante la adolescencia...


Me dediqué a crear un avatar de mí misma y, para que no estuviera sola en ese mundo tan extenso, inventé un personaje masculino que acompañara a mi yo virtual en las distintas fases de su vida. Al principio, mi objetivo era que se enamoraran, que experimentaran la limerencia en sus propias carnes imaginarias: cenitas con velas, miradas intensas, caricias sutiles, besos tímidos al principio, el comienzo de un noviazgo... Después llegaba la hora de formalizar la relación: pedida de mano, boda íntima y una luna de miel apasionada, desatada, todo el día en la cama, con risas y complicidad. Lo siguiente fue aumentar la familia, pero para eso, tenían que tener un buen trabajo, él se dedicaba a ascender en su carrera profesional y ella tenía la baja maternal cada dos o tres días, que era el tiempo que tardaba en nacer una nueva criaturita, si era niña, su nombre era Europa, Valeria o Victoria y si era niño, Javi, Fernando o Manuel Jesús. Al final se juntaban en la misma casa dos adultos y siete u ocho hermanos que se criaban entre ellos, porque el padre estaba todo el día trabajando y la madre tumbada en la cama con nauseas y una barriga de no te menees. 

Cuando me di cuenta de lo aburrido que era crear una familia convencional, empecé a innovar. La Sim que me representaba empezó a coquetear con toda persona que se le acercara, fuera hombre o mujer, si era un personaje masculino, ella acababa embarazada de cualquiera, aprovechando las aspiraciones familiares del que fuera su esposo, que criaba a los niños de medio vecindario, y si era mujer, simplemente se dedicaban a darse placer en la cama. En otra ocasión intenté que ella se metiera en la cocina, pero no fue buena idea, porque la casa acabó ardiendo, llamaron a los bomberos y ella acabó con una manguera distinta entre sus manos... De vez en cuando, algún Sim moría y su fantasma pululaba de noche por la casa para jugar al ajedrez o ver la tele en compañía, cuando se juntaba más de uno montaban fiestas o se dedicaban a asustar a los mortales, que en ocasiones se unían a ellos porque el susto resultaba ser letal. Estos fantasmas también cuidaban a los bebés, les enseñaban a caminar, a andar, jugaban con ellos o los alimentaban, aunque en ocasiones, hacían las veces de poltergeists y se adueñaban de los electrodomésticos dando calambrazos a diestro y siniestro a todo Sim que se atreviera a manipularlos. Otra causa de muerte era el orgullo del macho que no tiene nada de manitas, pero que se empeñaba en arreglar la televisión o el microondas cuando estaban estropeados... y claro, al final acababan con la cara como Baltasar y los pelos tiesos...

Esta mañana he vuelto a jugar y recordar viejos tiempos, pero, o el juego ha cambiado mucho o mi percepción del mismo ha cambiado con los años: cuando los vecinos vinieron a dar la bienvenida a mis Sims, ha llegado un furgón de policía hasta arriba de agentes que se han lanzado sobre los habitantes de Villa-Verde y los han mandado al hospital, los padres han ido a trabajar y han vuelto a casa desempleados porque la empresa preveía pérdidas, cuando la madre fue a dar a luz al hospital de la seguridad social, le hicieron pagar no sé qué cosa del copago, los niños ya no jugaban entre ellos, sino que estaban enganchados a sus  teléfonos móviles y en las noticias de la tele salió un Sim con barba que decía que estaban corriendo tiempos de austeridad... Parece que ya no hay forma de escapar de la realidad...

** Si leíste la entrada "El patito feo" habrás visto que el principio es igual que el de esta entrada. Empecé a intentar escribir algo gracioso y acabé hablando de algo más serio, pero no quería perder la oportunidad de soltar un chascarrillo aprovechando este juego.


viernes, 5 de octubre de 2012

El patito feo

Hace algunos años me aficioné a jugar a los Sims. Al principio me dedicaba a volcar mis deseos frustrados sobre los personajes que creaba. Intentaba crear un avatar que representara lo que yo no era, lo que me faltaba, lo que me gustaría ser: una figura femenina más delgada, más alta, mejor peinada, ojos grandes, una sonrisa de cine, con una personalidad extrovertida, divertida, inteligente, a la moda, alguien popular, con quien quisieran estar los demás sims...

Con el paso del tiempo, pocos años, aunque a mí me han parecido siglos, me he dado cuenta de que nada de eso es importante, me he dado cuenta de que las personas que quieren que formes parte de su vida no se fijan en si tienes unos kilitos de más, o en si tu sonrisa es Profident o de familia humilde, les da igual si eres el alma de la fiesta o si eres más del rincón tranquilito del lugar, si vistes Nike o Ying Shu, no les importa si eres cum laude o si no tienes estudios, si eres madura o muy niña, si eres muy espabilada o muy pava... Con los años me he dado cuenta de que es ésa la clase de personas que quiero que formen parte de mi vida, personas que no son alguien más, que son mis amigos, mis amores, que son una parte de mí, que merecen la pena y mucho, personas con las que sabes que puedes contar, para lo bueno, para lo malo, para ir de compras, para tomarte unas cañas, para ir al cine, para comer juntos, para ir de vacaciones, simplemente para charlar, y cuando estás mal, no hace falta que las llames, lo saben, se preocupan, te acompañan en los momentos difíciles, en los momentos en que derramas lágrimas, te ayudan con tus problemas, te alegran cuando tienes un día "plof"... Te quieren. Hace varios años me di cuenta de que para tener a esas personas en mi vida, no necesitaba ser como la Sim despampanante que creé una vez, sólo tenía que aceptarme como era y cambiar lo que no me gustaba, y en este camino, me acompañan las personas de mi vida, que me recuerdan que no hace falta ser perfecta para ser feliz.

"Los amigos son como la sangre, acuden a la herida sin que nadie los llame".