viernes, 5 de octubre de 2012

El patito feo

Hace algunos años me aficioné a jugar a los Sims. Al principio me dedicaba a volcar mis deseos frustrados sobre los personajes que creaba. Intentaba crear un avatar que representara lo que yo no era, lo que me faltaba, lo que me gustaría ser: una figura femenina más delgada, más alta, mejor peinada, ojos grandes, una sonrisa de cine, con una personalidad extrovertida, divertida, inteligente, a la moda, alguien popular, con quien quisieran estar los demás sims...

Con el paso del tiempo, pocos años, aunque a mí me han parecido siglos, me he dado cuenta de que nada de eso es importante, me he dado cuenta de que las personas que quieren que formes parte de su vida no se fijan en si tienes unos kilitos de más, o en si tu sonrisa es Profident o de familia humilde, les da igual si eres el alma de la fiesta o si eres más del rincón tranquilito del lugar, si vistes Nike o Ying Shu, no les importa si eres cum laude o si no tienes estudios, si eres madura o muy niña, si eres muy espabilada o muy pava... Con los años me he dado cuenta de que es ésa la clase de personas que quiero que formen parte de mi vida, personas que no son alguien más, que son mis amigos, mis amores, que son una parte de mí, que merecen la pena y mucho, personas con las que sabes que puedes contar, para lo bueno, para lo malo, para ir de compras, para tomarte unas cañas, para ir al cine, para comer juntos, para ir de vacaciones, simplemente para charlar, y cuando estás mal, no hace falta que las llames, lo saben, se preocupan, te acompañan en los momentos difíciles, en los momentos en que derramas lágrimas, te ayudan con tus problemas, te alegran cuando tienes un día "plof"... Te quieren. Hace varios años me di cuenta de que para tener a esas personas en mi vida, no necesitaba ser como la Sim despampanante que creé una vez, sólo tenía que aceptarme como era y cambiar lo que no me gustaba, y en este camino, me acompañan las personas de mi vida, que me recuerdan que no hace falta ser perfecta para ser feliz.

"Los amigos son como la sangre, acuden a la herida sin que nadie los llame".


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