viernes, 19 de octubre de 2012

En clases

Nunca me había parado a pensar en lo que puede dar de sí una clase. Dos horas que se presentan eternas en un principio, y a medida que va pasando el tiempo, se tornan demasiado cortas...

En horas de clase se puede hacer de todo, tirar de whatsApp y mantener una conversación (absurda o no) con alguien del exterior, o incluso con la persona que tienes sentada al lado, y de vez en cuando se vuelve necesario reprimir una carcajada, esconder la sonrisa floja, disimular una subida de temperatura o incluso enjugar alguna lágrima para pasar inadvertido. También está el típico cuchicheo por lo bajini, que luego resulta no ser tan por lo bajini... y es que el otro día en clase, el profesor estaba dando su opinión sobre lo maravilloso que es Dropbox, inocente de mí, les comenté a mis compañeros de banca en voz baja: "donde se ponga un buen pen, que se quite Dropbox", pero se ve que el concepto de "voz baja" fue relativo porque empezó a reírse la clase entera... y ahora me llegan a mi whatsApp mensajes tales como: "Vivan los pens grandes" o "¿Cotizando para comprar pens de alta capacidad?"... y en esos momentos es cuando pienso que todas las situaciones ridículas me pasan a mí y cuando recuerdo las conversaciones sin sentido que mantenían en primera fila y a toda voz, mis compañeros de clase de BBDD sobre los métodos de depilación púbica y sobre quién era capaz de mover más los pechos... 

Pero lo mejor son los ratos entre clases, esos quince minutos para el cigarrito de las 17.00h, que a veces se prolongan a treinta minutos y el cigarrito pasa a estar acompañado de un café. Son ratos de risas, de encontrarse con compañeros de otras clases, ratos de comentarios, de bromas, de contar batallitas de  cuando quemaron la calle Betis, de recordar momentos de compañeros míticos... y es que en todos sitios está el típico bocazas pesado del que todo el mundo huye, ese al que le dan calabazas mil veces y sigue intentando pillar cacho hasta llevarse un bofetón, el que va de mafioso con los profesores y de chulito con las féminas y al final acaba siendo el centro de todas las conversaciones imitación incluída, el friki que mira raro y te olisquea cuando cree que no te das cuenta, el gótico que lleva tatuada una maquinaria en la parte exterior de la pantorrilla derecha, la pija con sus mega-taconazos con los que no sabe andar, el perro-flauta que tiene toda la destreza del mundo liando cigarrillos y el emo que te mira con cara de "quiero suicidarme y no puedo"...

Y es que lo mejor de la Escuela son esos momentos, los de descanso y los de risa de misa en clase, aunque voy a tener que plantearme una mudanza a la fila de atrás, porque eso de estar a pie de pizarra poniéndole ojitos y sonrisas flojas al profesor...empieza a pasarme factura.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)