sábado, 24 de noviembre de 2012

Amiga mía

¿Qué sería de nuestra vida sin los amigos? Me refiero a los amigos de verdad, no a esos con los que compartir cervezas y ratos de risas únicamente, esos amigos que están ahí para lo bueno y para lo malo, para abrirte los ojos, para decirte la verdad por muy dolorosa que pueda resultar, esos amigos que se alegran de corazón cuando estás feliz y lloran contigo cuando pasas por un mal momento. 

Yo tengo la suerte de contar con una amiga así, una amiga que está para todo, para salir un fin de semana a tomarnos algo o almorzar un miércoles en el "100 montaditos", y para contarle los momentos por los que estoy pasando, que, aunque no son malos en absoluto, son bastante complicados. Una amiga a la que le he contado todo lo que ha pasado en mi vida desde siempre, pero sobre todo, lo que me ha ocurrido desde el día cuatro de mayo. Ella ha estado ahí para todo, me ha escuchado cuando he necesitado contarle que las cosas no iban bien con mi pareja desde hace mucho tiempo, que he conocido a alguien por quien siento algo que no debería por la situación de ambos, que estamos enamorados aunque esté mal, que las cosas se me ponen difíciles porque me veo en la tesitura de elegir si seguir con mi vida antigua o continuar con ésta nueva que se me presenta llena de ilusiones y sueños, que muchas veces me siento egoísta por no tomar las riendas de mi vida y seguir con dos vidas paralelas porque es lo más fácil... Ella es alguien muy especial a quien quiero con toda mi alma, y aunque lleva relativamente poco tiempo conmigo, me basta para darme cuenta de que es una de esas personas a las que quiero y necesito para recorrer mi paso por ésto que llaman vida. Nunca podré agradecerle todo lo que ha hecho por mí, todos los momentos que me ha regalado, todos los almuerzos, todas las risas, todas las conversaciones, todo lo que se ha preocupado... siempre ha estado ahí y sé que siempre lo estará y a veces siento que no soy capaz de hacerle saber lo que significa para mí, sé que no he podido demostrarle que gracias a ella, mi vida es mucho más plena y que sólo sé que no quiero imaginarme mi futuro sin ella, porque es una de esas personas que escasean y con las que sólo te cruzas una o dos veces en la vida. Espero saber cuidarla y que sigamos recorriendo nuestro camino juntas porque con ella, todo es mucho mejor.

Elbert Hubbard dijo: "Un amigo es alguien que lo sabe todo de ti y a pesar de ello, te quiere".


sábado, 17 de noviembre de 2012

Tres meses de vida



El anuncio que me llevó a hablar contigo ese martes, 6 de agosto a las 20:09.
Las conversaciones por el messenger que te dejaban descolocado.
El encuentro casual en la rotonda, la providencia y mis zapatillas de deporte baratas se pusieron de acuerdo para que nuestras vidas se cruzaran ese jueves, 8 de agosto a las once y pico de la mañana.
Los primeros dos besos en la puerta de la cochera, una hora y poco de charla trivial y mucho calor ese 8 de agosto a las 18:00.
Más conversaciones por messenger, dos encuentros por semana en ese lugar que no tenía nada de especial, pero que para nosotros significaba mucho más.
Los correos que intercambiamos a través de la dirección del blog, jugando a ser otras personas, jugando a ser consejeros de sendas relaciones, de sendos tiramillas que ambos sabíamos que estaban dejando de serlo.
Los momentos vividos a través de webcam, enseñándonos fotos y cachivaches, y poniendo mil y una caras, los primeros momentos de risas sinceras que compartimos.
El bajón que sentí cuando intentamos bajar el ritmo porque tenía que estudiar para mis exámenes.
Los encuentros diarios en la cochera, esperándote inquieta, con la puerta encajada, y te veía llegar muy serio, con tu pose de perito, empujando la puerta para recibirte con un beso y un abrazo.
Los sentimientos que descubrí por curiosear donde no debía y darme de bruces con tu vida.
La madrugada del domingo 9 de septiembre, hablando por whatsApp lo que teníamos pendiente de hablar, porque no podíamos esperar más.
La tarde del lunes 10 de septiembre, cuando me recogiste a las 17:00 y acabamos en la cafetería de Umbrete, hablando de nuestras vidas con total normalidad, compartiendo sentimientos, regalándonos miradas y caricias furtivas.
Las noches del martes 11 de septiembre y del miércoles 12 de septiembre, pretendías cebarme, lo sé, no puedes engañarme, un día medio litro de helado y al siguiente una bolsa llena de chocolatinas. Esas diez horas que nos regalamos, esa complicidad que experimentamos, esas carcajadas que no pudimos reprimir, las confesiones, las batallitas de la infancia.
El viernes 14 de septiembre cuando salí del examen, comimos en la cantina, la sordera intencionada, las caricias furtivas en el Condal, el paseo por el centro, la librería, el teatro, la Giralda...
El miércoles 26 de septiembre, el día de Valencina, esa nota que dejaste en mi coche y que guardo como un tesoro.
El lunes 1 de octubre, las gestiones que tuviste que hacer, ese bocado que me diste en el hombro, más fuerte de lo que querías en la copistería, ese ticket de las aperturas que aún guardo, esos ratos de risas en tu despacho, la virgen del Santo Políngano, los cabezazos, el moratón sobrevenido...
El jueves 4 de octubre por la noche, al salir de clase, te esperé en nuestro sitio, leyendo un libro sobre fibra óptica y escuchando música, me hice la distraída, como si no te hubiera visto llegar, sentí tus manos acariciando mis hombros, me diste una caracola... que más adelante tenías que firmar.
El viernes 5 de octubre, por la mañana, tuvimos una "primera vez" más para la lista.
El miércoles 24 de octubre, me regalaste un viaje a través de la geografía y la historia, un viaje muy especial, cogida de tu mano, una foto juntos,...
El miércoles 31 de octubre, me sorprendiste dándome un plano para jugar a la búsqueda del tesoro, un tesoro que nunca habría podido imaginar, ni en mis mejores sueños, un plano que me llevó a otro mundo, a un mundo de ilusiones, sueños, risas, carcajadas, normalidad, miradas, caricias, besos, pasión ...
Los días que pasamos en el que se convirtió en nuestro refugio particular, en ese agujero negro en el que sabíamos a la hora que entrábamos, pero no a la hora a la que saldríamos.

Y la sonrisa que saca arrugas a cascoporro. Y las miradas. Y las caricias. Y los gestos. Y lo que callas. Y lo que dices. Y no dejar de mirar el móvil para verte ahí, esperándome. Y las caricias furtivas con el meñique, entre la gente. Y el jueves. Y la peluca rubia. Y las golosinas. Y el no beber cuando me quemo por no mezclar la comida con la bebida. Y llegar al aparcamiento y encontrarte de pie, con esa sonrisa tierna. Y salir de clase y que estés ahí una vez más y que cuando me veas, enciendas los intermitentes. Y la música. Y el corte de pelo. Y las zapatillas del chino. Y la azotea. Y los cojinazos. Y el edredón en el suelo. Y las películas malas. Y las películas buenas. Y las pulseras. Y mi móvil roto. Y "sus ovejas". Y la pinza de la ropa. Y los tres "peros". Y el de la sandía. Y los tochitos. Y el paquete en el buzón. Y verte en los descansos de las clases. Y la bicicleta con el sillín bajo. Y el mecánico del amor. Y las fotos. Y Trancas y Barrancas. Y muchas cosas que me dejo en el tintero, pero que no olvidaré, que seguirán en mi cabeza, que son tan bonitas que no sé si realmente existieron o si las soñé. Esta tarde se paró el reloj de pared (ése al que echarás de menos) a las 13:32, es la hora a la que cruzaste por última vez la puerta de mi casa, es la hora a la que te vi por última vez, la hora a la que me dijiste adiós.

Esta es mi lista de cosas vividas en tan sólo tres meses. Existe otra de cosas pendientes, en la que, aunque sé que ya no podrán cumplirse, sigo apuntando cosas. Porque la vida da muchas vueltas y nunca se sabe en cuál de ellas podemos reencontrarnos.
"Llenas los días de rima y verso con tu presencia de manos tiernas".


sábado, 10 de noviembre de 2012

No sin ti

No quiero imaginarme un día en el que ya no estés, no podría soportarlo... 

No puedo despertar una mañana y no recibir un mensaje tuyo dándome los buenos días y que lo primero que haga sea responderte con una sonrisa instantánea en la cara y con los ojos aún pegados. No puedo desayunar sin limpiarme el aceite de las manos cada veinte segundos para contestar a tus mensajes. No puedo estar en clase y no prestarle atención al móvil buscando tu última hora de conexión. No puedo llegar al aparcamiento y no encontrarte de pie, dando paseos de un lado a otro mientras me esperas. No puedo dejar de sonreír al verte darle el tirón a la maneta de la puerta con el seguro echado y pensar que cualquier día te quedarás con ella en la mano. No puedo no sentirme inmensamente feliz al verte subir, sentarte en el asiento del copiloto y apoyar el codo en el reposacabezas mientras me miras fijamente con una sonrisa torcida y tierna. No puedo evitar que se me contagie tu alegría cada vez que te veo reír a carcajadas. No puedo no sentirme dichosa con cada mirada tuya. No puedo evitar estremecerme al sentir el tacto de tus dedos caminando por mi piel, al sentir tus labios sobre los míos, regándome de dulces y húmedos besos, al sentir tus dientes aprisionando el lóbulo de mi oreja, al sentir tu aliento sobre mi cuello, al sentirte en mi interior... No puedo evitar que el corazón me dé un vuelco cada vez que me dices que me quieres como nunca has querido a nadie, que soy increíble, que me necesitas, que me quieres con todo, que estarás ahí. No puedo imaginar mi vida sin la ilusión que me regalas cada día, sin saber si lo que hemos vivido es un sueño o ha sido real...

Quiero que todo mi tiempo sea tuyo, quiero que nos asomemos a la azotea y nos parezca que lo que vivimos en ese momento es nuestra vida, quiero que sigas asustándome dándole a la palanca del banquito, quiero que me hagas rosquitos con el pelo que se me escapa rebelde de la coleta, quiero que te sigas perdiendo en mi mirada, que te alejes un poco para observarme y que vuelvas a acercarte con una sonrisa, quiero que tengamos una película para ver y pasar de ella porque preferimos estar tirados en el suelo, quiero levantarme dolorida cada mañana sabiendo que todo pasó realmente, quiero que esto no tenga fecha de caducidad, quiero no tener prisa contigo, quiero seguir robándole horas al reloj, pero no al reloj de mi vida, sino al reloj de nuestras vidas, de la tuya y la mía. Quiero tener días tontos y pasarlos abrazada a ti, quiero que no callemos ni bajo agua, quiero que mis ojos te digan que no puedo vivir sin ti, que no quiero vivir sin ti, quiero no decirte con la boca que soy feliz gracias a ti, que soy feliz porque tú estás en mi vida, que después de ti no hay nada más, que después de ti no quedará nada. Quiero decirte que no creo en eso de que ninguna persona es imprescindible, porque para mí, tú lo eres. Nunca podré agradecer lo bastante a la vida que te haya puesto en mi camino y que me haya dado la oportunidad de conocer lo que es ser feliz de verdad. 

Decir que te quiero no es suficiente.


viernes, 9 de noviembre de 2012

De días grises...

Hoy es viernes. Llevo toda la semana sabiendo que llegaría este día y, como siempre, ha acabado llegando. Hoy es viernes y llevo toda la semana temiendo que llegara este día, hoy me toca hablar claro...


En toda mi vida, sólo he tenido una pareja, llevo nueve años y pico con ella. Al principio, todo era normal, existían las mariposillas en el estómago, las ganas por verle, el echarlo de menos cuando se iba... pero desde hace algún tiempo, las cosas no van bien, la relación se ha enfriado, parecemos más amigos que pareja, no sabemos estar juntos a solas, hablamos poco y lo poco que hablamos, es para discutir, ya no hay sueños, no hay ilusiones, no hay complicidad, no hay momentos de risas... creo que ni siquiera tenemos ganas de vernos, de estar juntos. Hace un tiempo, cuando todo iba bien, me pidió matrimonio, no tuve que pensarme la respuesta, buscamos casa, encontramos la de nuestros sueños y la compramos, aún está en obras y ahora mismo no tengo prisa por terminarla... 

Hace unos meses llegó a mi vida de casualidad una persona que ha puesto mi mundo, lo que yo era, lo que sentía, bocabajo. Era y soy consciente de que no era feliz, pero pensaba que era algo normal debido al tiempo que llevamos juntos mi pareja y yo, pensaba que eso de la limerencia ya no era algo que pudiera sentir, que ahora tocaba lo que viene después de pelar la pava: rutina, costumbre, amor, pero no el desenfreno que se siente durante un noviazgo... pero esta nueva persona, me ha enseñado lo que es tener ilusiones, lo que es llevar una sonrisa bobalicona en la cara veinticuatro horas al día, lo especial que puede ser ver una simple película con ella o estar revoloteando en la cocina a su alrededor mientras prepara algo de comer para los dos, lo que es tener una lista imaginaria de cosas por hacer en la que, por muchas veces que tachemos, el número siempre es mayor que al principio, lo que puede despertar una simple caricia, lo que se puede transmitir con sólo una mirada, lo que es no desear otra cosa que estar con ella, lo que significa tener complicidad, lo que es poder y querer hablar de cualquier cosa con ella, lo que es tener la sensación de estar viviendo un sueño de forma permanente,  lo que significa ser feliz de verdad. 

Y hoy viernes, me toca tomar una decisión, me toca elegir entre intentar recuperar mi antigua vida, intentar que las aguas vuelvan a su cauce, seguir con la reforma de la casa, poner fecha para la boda y renunciar a esta nueva persona que hay en mi día a día... o empezar de nuevo, no dejar pasar la oportunidad que me está regalando la vida, no perder la felicidad y las ganas de vivir que me está brindando esta nueva persona... Espero tomar la decisión adecuada, no tengo miedo de pasarlo mal, tengo miedo de hacer más daño del necesario y de acabar equivocándome... Hoy es un día gris para mí (Sí, he leído el estado de mi amigo Historias).

Paulo Coelho: "Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer".



jueves, 8 de noviembre de 2012

Carpe diem

Hoy me he encontrado con una antigua amiga del bachillerato, han pasado siete u ocho años, apenas nos hemos reconocido... La he saludado y hemos estado hablando un rato hasta que he tenido que entrar en clase... ya no somos las mismas, hemos crecido, hemos cambiado... y a raíz de este encuentro, han venido a mi mente recuerdos del pasado, de los tiempos del instituto, de antiguos amigos, que algunos han dejado de serlo y otros no, pero con los que apenas tengo contacto por la vida universitaria y las cosas de la edad... y leyendo ésto que he escrito, cualquiera diría que tengo cincuenta tacos y hablo de los tiempos de Franco...

Han venido a mi mente momentos buenos y momentos que no lo fueron tanto. Los ratos de risas en los intercambios de clase, jugando a la brisca por parejas, Raquel y yo siempre juntas, picadas a más no poder con esos dos chavales más picados aún que nosotras, parejas formadas por Juan Carlos, Pedro, Juanjo o Diego que se iban turnando para recibir la paliza del 120-0 en más de una ocasión. A veces el día se presentaba generoso y algún profesor faltaba, entonces era cuando tenía lugar un maratón de naipes como el vicio se merecía, en ocasiones nos quedábamos en clase, otras empalmábamos con el recreo y nos metíamos en "La Gramola", a comer palomitas y tomar CocaCola mientras las cartas no dejaban de circular por la mesa... las cartas, las risas, las bromas, los ratos de amigos. Y es que no parábamos en los años de instituto... Cuando no robábamos exámenes de otras clases, tirábamos bombas fétidas en los pasillos o formábamos nubes de tiza soplando el polvillo que quedaba en la repisa de la pizarra.

Y es que cuando uno está en el instituto, todo le parece muy duro, que hay que ver que la bizca de historia me ha puesto un examen de un día para otro, que hay que ver que el de dibujo me tiene manía y lo único que le gusta es dejarme en ridículo en clase, que si no hay manera de que las derivadas me entren en la cabeza... Cualquier cosa que se presentara parecía un mundo y ahora es cuando me doy cuenta de que aquellos años eran realmente una época en la que no había preocupaciones, que la situación más complicada a la que podía enfrentarme era sacar una nota baja en un examen, que la profesora de lengua me quitara 0.25 puntos por poner mi apellido sin tilde (y recalco que mi apellido no lleva tilde) o que el chico que me gustaba pasara de mí... buscar un trabajo quedaba lejos, no tenía que pensar en cómo pagar una casa, ni una reforma, ni en planes de boda frustrados porque los sentimientos cambian y se hace daño a las personas que tenemos cerca,... y es que lo complicado de la vida está al salir de ahí. Por suerte o por desgracia, aún estoy a tiempo de disfrutar el final de mi etapa estudiantil, aunque sea más complicada que hace algunos años, lo importante es darse cuenta de que el tiempo se escapa como arena entre los dedos, que hay que disfrutar cada momento al máximo... ya sabes, carpe diem.

Robert Louis Stevenson escribió: "Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir".



sábado, 3 de noviembre de 2012

Sueños

Aún no sé si todo ha sido un sueño. Al despertarme esta mañana, sentí el roce suave de unos dedos por mis hombros, unos labios regando mi cuello de besos con una ternura indescriptible, unas manos que abrazaban mi vientre y me apretaban contra él, dejándome sentir su calor, estrechándome contra su cuerpo, un susurro en mi oído con las palabras "te quiero", un mosdisquito en el lóbulo de la oreja y el sonido del aire al escaparse una sonrisa... quise darme la vuelta, pero sabía que no estaba ahí, que sólo había sido mi imaginación, lo que no tenía claro es si era un sueño o un recuerdo... y fue entonces cuando me incorporé y sentí mi cuerpo dulcemente dolorido con una mezcla de agujetas y cansancio muscular, y supe que no lo había soñado, supe que pasó...

Supe que ese plano que me dio para jugar a la búsqueda del tesoro a la salida de clases fue real, que lo que encontré al alcanzar el punto de la X no se me podría haber pasado por la cabeza ni en mis mejores sueños. Supe que ese festín de delicias, de miradas, de sonrisas, de besos, de caricias, de ganas de devorarnos, no había sido cosa de mi imaginación. Supe que las horas que pasamos tirados en el suelo escuchando música de fondo, los ratos de risas, de cosquillas, los momentos en que la pasión se apoderó de nosotros, en que parecía que íbamos a arrancarnos la piel a bocados, en que clavamos las uñas el uno en la espalda del otro, en que nuestras manos se buscaban desesperadamente, en que nuestras gargantas sólo podían emitir gemidos y gritos ahogados y nuestros cuerpos se fundieron en uno, eran reales. Supe que la conversación plagada de bromas, de sentimientos, de emociones, de recuerdos, de confesiones, de sinceridad, de complicidad y de una infinidad de sensaciones y momentos mágicos, sin más ropa que una camiseta, con mi cabeza descansando en su pecho mientras nuestras manos jugaban revoltosas regalándonos caricias, sucedió de verdad. Supe que ese cielo lleno de nubes que vimos en la azotea, ese cielo que dejaba ver un sol tímido de forma intermitente, ese cielo que empezó a derramar sobre nosotros pequeñas gotas de lluvia mientras hablamos de que por un instante sentimos que ésa era nuestra vida, asomados a la baranda, mirando hacia la calle, viendo a la gente pasar, uno al lado del otro y nada ni nadie más, supe que todo había ocurrido...

Y entonces me di cuenta de que habíamos conseguido robarle al reloj de nuestro día a día diez horas, y que ese reloj jugó a su antojo con la relatividad del tiempo e hizo que las diez horas parecieran diez minutos. Y me di cuenta de que ahora mismo es lo único que me importa, robarle tiempo al reloj de mi vida para compartirlo con él y dejar a un lado todo lo demás, me di cuenta de que las clases son prescindibles, de que por instinto, le quito ese tiempo a la persona a la que le pertenece legítimamente, y que no puedo evitarlo, y no me siento culpable porque soy feliz. Y seguir con la sensación de que estamos viviendo un sueño... un sueño del que por mucho que nos pellizcamos no conseguimos despertar... y es que quizá no sea un sueño... quizás estemos disfrutando de lo más bonito que hayamos vivido nunca y nos cueste darnos cuenta... quizás estemos más que despiertos y nos dé miedo que todo ésto se vaya tal como vino... sin avisar, como llegan las cosas buenas y como terminan los sueños...

Ninon de Lenclos dijo: "Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad".