domingo, 30 de septiembre de 2012

Bichos del demonio

Todo fue entrar por la puerta, encender la luz y verla... Se paseaba a sus anchas, señoreándose, sin esconderse lo más mínimo, delante de mis narices, como haciéndome burla, diciéndome "¡Eah!, ¡aquí estoy!,  no me das miedo...¡a ver de lo que eres capaz!". Y conmigo no se juega... La veda quedó abierta, era ella o yo... La cacería dio comienzo...

Solté las bolsas que traía, el bolso, el abrigo, las llaves y bártulos varios que no me dejaban maniobrar libremente, me metí en el cuarto de los trastos y me enfundé el traje de batalla: guantes de goma, mascarilla,  gafas protectoras, gorro, patucos desechables y me armé con aerosol y cepillo en mano. Durante ese tiempo, no le quité ojo, allí seguía, pendiente de mí, desafiándome, retándome a comenzar la lucha encarnizada... Y entré al trapo... Empezó a correr y yo a perseguirla, fintaba para despistarme pero no contaba con mi astucia: estudié la frecuencia de sus movimientos zigzagueantes y la rocié con spray cuando  ella pensaba que se encontraba a salvo, fue el primer tanto a mi favor. Se escondió en el quicio de la puerta, camuflándose con los nudos de la madera y aproveché la ocasión para propinarle una nueva ducha de aerosol, lo que la hizo sentirse confusa y salir de su escondrijo... Aprovechando que yacía boca arriba, me preparé para asestarle el golpe de gracia con el cepillo, pero al levantar el arma con todo el ímpetu que causaba en mí la situación que estaba viviendo, noté que chocaba con algo, algo duro que provocó un ruido sordo, algo que no recordaba que estaba ahí... ¡mierda!, ¡el reloj de pared!, me retiré lo más rápido que pude, menos mal que mis reflejos son bastante buenos, si no habría perdido un par de dedos de los pies, el ruido fue ensordecedor, cristales rotos por el suelo, las saetas y el péndulo doblados y el cuco asomado observándome con mirada acusadora... Volví a la realidad después del altercado con el señor "Tempus Fugit" y vi que mi enemiga ya no estaba... ¡se había escapado!... o no... estaba riéndose de mí, a mi derecha,  junto a la escalera, dispuesta a subir por las paredes si era necesario, parece que el spray no le había hecho más que cosquillas... Cargué contra ella y empezó a huir, pero en esta ocasión, le corté el paso cerrando la puerta, pero se metió por la rendija inferior... y yo me partí la boca con la dichosa puerta... Esto ya estaba pasando de castaño a oscuro, se había colado en la cocina, eso era terreno prohibido para cualquier individua de más de dos pies... La situación en la que me vi inmersa tres minutos después era similar a la de las películas: cacharros por el suelo, vasos y platos rotos, sillas volcadas, puertas de muebles abiertas, aceitera volcada sobre la encimera, ... Un labio partido, un chichón en la cabeza, un par de cortes en la mano, ojos irritados del spray, dos dedos lastimados por pillármelos con un cajón y un tobillo fastidiado por el peso muerto de una silla sobre él son el resultado de la guerra que se libró anoche en mi casa, en la que por cierto, no hubo ninguna baja... hasta que, enfadada, dolorida y derrotada, me senté en el suelo de la cocina y oí un "crack"... Esta mañana he quemado mis vaqueros favoritos,... pero lo peor es que me da pánico que mi madre vuelva a casa...



sábado, 29 de septiembre de 2012

Cicatrices

Lo que mal empieza mal acaba... Anoche me fui a la cama llorando y diciéndome a mí misma "mañana será otro día", pero me he despertado igual, bueno, en realidad no he dormido, y a medida que la mañana se ha ido desarrollando, me siento peor. 

Preocupaciones en casa, agobios con las clases, cerebro contra corazón, nostalgia, impotencia, sorpresas agradables que me han puesto bocabajo, llorar, intentar aguantar, no poder más, decidir, ser consecuente con la decisión, no volver atrás, llorar otra vez, anhelar, recorrer los mismos lugares con una visión diferente, con una sensación diferente, volver a estar debajo de ese puente y que las cosas que hay en mi cabeza sean lo único que queda, mirar ese fluorescente fundido y tragar saliva intentando pasar ese nudo en la garganta.

Poco tiempo y demasiados cambios, demasiados acontecimientos, demasiadas conversaciones, demasiados sentimientos, demasiados "adioses" que quedaron en "hasta luegos", demasiado todo que me dejó el alma llena de cicatrices... No sé cómo me irá, no sé cómo te irá a ti, pero sí sé que, aunque te dije "hasta luego", tú me dijiste "adiós" y ni siquiera sé si volverás a leer algo de esto. Sólo espero que me entiendas, que entiendas que no podía seguir, que todo dolía demasiado y que nunca serás para mí sólo alguien a quien conocí un día. 




viernes, 28 de septiembre de 2012

Cuando te das cuenta...

No sabes lo que es, sabes que sientes algo, que dentro de ti hay algo que te provoca un cosquilleo al verla, al ver a esa persona en la que piensas y sonríes automáticamente. Piensas, o te obligas a pensar mejor dicho, que es la novedad, que ese cosquilleo es sólo porque te da lo que no tienes en ese momento, piensas que es un capricho y un simple tonteo, que de ahí no va a pasar...

Pero entonces, un buen día, sin esperarlo, aparece algo en tu vida, algo que te da un vuelco al corazón, algo que te sienta como una patada en la barriga, algo que te encoge, que sientes que te duele y no sabes por qué, pero en el fondo lo sabes, sabes por qué te dolió esa llamada de teléfono que recibió cuando tú estabas delante, sabes por qué se te saltaron las lágrimas al ver esa foto en la que salía con esa otra persona, al conocer esa parte de su vida de la que no sabías nada, sabes por qué notas un pequeño pinchazo cada vez que la oyes decir su nombre, sabes por qué te sentiste así al recoger esa nota que te había dejado en el coche, sabes que no es sólo la novedad, sabes que no sólo te da lo que no tienes en ese momento, sabes que no es un capricho, sabes que se te ha ido de las manos, sabes que te duele porque la quieres y sabes que la quieres porque incluso a ti te ha sorprendido tu reacción.

"Pensar, pensar, dar más vueltas, unas cuantas más... para luego darse cuenta de que con una vuelta bastaba..."


jueves, 27 de septiembre de 2012

Dientes, dientes

A veces la vida se pone juguetona, por llamarlo de alguna manera, a veces la vida nos pone a prueba y nos coloca en tesituras que nunca habríamos imaginado. Nos obliga a demostrar nuestra fuerza, nuestra confianza en nosotros mismos o hacia otras personas, nos exige más de lo que pensamos que podemos dar, nos oprime hasta tal punto, que sentimos el peso de una gran losa sobre el pecho, una losa que no nos deja respirar, que nos ralentiza, que nos va apocando con el tiempo, que nos apaga y nos convierte en una sombra de lo que éramos...

Un amor imposible, un amor improbable, una despedida, ya sea para marcharse del país o de este mundo, un desamor, una enfermedad..., cualquier situación difícil saca lo que de verdad hay en nosotros, lo que quizá, ni siquiera sabíamos que teníamos dentro, quizá eso que escondemos sea una fuerza hercúlea para levantar una moto que ha caído sobre un amigo accidentado, o el sacrificio de una madre o un padre para dar de comer a sus pequeños quitándose la comida de la boca, o estar al lado de ese familiar o amigo que sabes que pronto va a irse y no querer ni poder separarte de su lado para aprovechar hasta el último segundo que os quede juntos, o la privación de llevar una vida con quien realmente amas con tal de no hacer daño a nadie más... Y en estas situaciones nos hacemos los fuertes, aguantamos carros y carretas, enjugamos las lágrimas y sonreímos, decimos que estamos bien, que hay cosas más importantes, queremos pensar que las cosas no nos afectan tanto... pero nos afectan, y cuando anochece y nos quedamos solos es cuando realmente podemos ser sinceros, aceptar que lo estamos pasando mal, llorar hasta quedarnos dormidos del cansancio, gritar hasta quedar afónicos, hacernos un ovillo y protegernos del mundo exterior, quedarnos a solas con nosotros mismos, con nuestro dolor y nuestros pensamientos, con esa losa que nos oprime el pecho y sentimos que nos va matando poco a poco... Pero una vez más, amanece un nuevo día que no sabemos lo que nos tiene preparado y tenemos que levantar de nuevo ese muro, calzarnos nuestra mejor sonrisa y salir al mundo como si todo estuviera en orden. Por mi parte, creo que ya va siendo hora de dejar de practicar el "dientes, dientes" en esta vida loca y luchar por conseguir mi felicidad...

"Es más fácil disimular lo que se siente que fingir lo que no se siente".



martes, 25 de septiembre de 2012

Lo difícil de un adiós

No es nada fácil despedirte de quien no quieres hacerlo y más aún, sabiendo que la persona a la que vas a decir "adiós" tampoco quiere. Pero a veces es necesario, por el bien de uno mismo o por el de otro, o quizá por el de ambos, pero eso no hace que pase mejor el trago. 

Cuando protagonizas un "adiós" obligado sientes que se te va la vida en ese momento, sientes que un dolor inmenso te araña en alma, sientes que te falta el aire, que no puedes respirar, te sientes perdido, como si ya nada tuviera sentido, te arrepientes desde el mismo instante en que empiezas a pronunciar esa palabra y sólo te queda el consuelo de saber que estás haciendo lo mejor, o al menos crees que estás haciendo lo mejor... Y llega un momento en el que te preguntas por qué lo haces, por qué te niegas a ser feliz, por qué te empeñas en desaparecer de la vida de esa persona alegando que es por su bien, por qué te comportas como un cobarde y no plantas cara y luchas por lo que de verdad te hace feliz, por qué no dices "adiós" a quien sabes que tienes que decírselo, a esa persona con la que has compartido tanto, pero con la que ya no hay nada, en lugar de despedirte a la fuerza de quien te hace encarar el mañana con una sonrisa, de quien te despierta cada mañana y simplemente, con sus buenos días, te alegra la jornada completa, de quien sabes que nunca olvidarás, pase el tiempo que pase y por mucho que te empeñes en convertir en alguien a quien conociste un día, de quien te ha dado tanto sin saberlo, de quien te ha hecho superar los peores momentos de tu vida sin ser consciente. Por mucho que intentas mantenerte en tu postura y ser fuerte, por mucho que intentas distraerte, por mucho que procuras olvidar a esa persona para continuar con tu día a día, te das cuenta de que es imposible, y duele, y lloras, y te pones de mal humor, y te refugias en tu silencio, y golpeas la mesa, y ya no eres tú... quizá por todo eso, muchas veces un "adiós" se acaba convirtiendo en un "hasta luego".

José Ángel Buesa escribió: "Quizá te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida".


domingo, 23 de septiembre de 2012

Calculando

Hoy he visto mi horario de clases, he intentado retrasarlo todo lo posible para no amargarme el final de las "vacaciones", porque este año, entre unas cosas y otras, ni vacaciones ni na'. 

Haciendo unos cálculos rápidos, de veinticuatro horas que tiene el día, en los próximos cuatro meses y medio me van a faltar unas diez por día, grosso modo (sí, grosso modo, no "a grosso modo", que un amigo me reprendió por utilizarlo mal). Restando unas seis horas para dormir, con todo el dolor de mi corazón, porque soy una marmota y me gusta una cama más que a un tonto un lápiz, eso deja dieciocho horas para el desarrollo de la jornada, de las cuales once y media tengo que pasar en clase a diario, a esto hay que sumarle las prácticas cuando me asignen un turno, lo que hace un total de catorce horas y media de clase al día. Así que me quedan tres horas y media para el desayuno, el almuerzo, la cena, los desplazamientos y la higiene personal... Creo que ha llegado la hora de probar esa teoría de algunos famosos que afirman que lavarse una vez al mes mejora la piel y el pelo, tendré que aprovechar los días de fiesta...



sábado, 22 de septiembre de 2012

Hogar, dulce hogar

Pintar la fachada. Sólo necesitaba un lavado de cara, una manita de pintura y como nueva...un mojón (y perdón por la expresión). Me he comprado una casa. Sí, aprovechando el tema este de la crisis y la bajada de precios, me he hecho con una casita adosada del año 78, pensando que era de 1978, pero creo que se acerca más bien al siglo XIX... 

La fachada me causó un poco de recelo, mi instinto me decía que había algo que no terminaría de gustarme, pero decidí darle una oportunidad y entrar a verla por dentro, porque siempre se ha dicho que la belleza está en el interior... y así fue. Encontré la casa de mis sueños: cuatro dormitorios enormes, el salón contiguo a la cocina, chimenea, sótano diáfano del tamaño de la planta, un baño gigantesco, cocina comunicada con un patio cubierto, azotea, patio descubierto en la planta superior... Así que me tiré de cabeza, no dejaría que nadie me la arrebatara. 

La misma tarde que me entregaron las llaves fui a verla de nuevo sin los muebles de los antiguos dueños. Estaba ansiosa por descubrir nuevos rincones, cosas que se me habían pasado por alto en la visita con el amable señor de la inmobiliaria... y vaya si los descubrí. Lo primero que hice fue intentar guardar el coche en la cochera...MEEEEEC error, mi coche no cabe. ¡¡Un ford fiesta minúsculo y no puedo echar la persiana cuando está dentro!! Bueno, no hay mal que por bien no venga, siempre he querido un smart biplaza... Así que en lugar de entrar por la cochera, inauguré el acceso a mi nueva casa por la puerta principal, como la ocasión se merecía. Recorrí el pasillo entre nerviosa e ilusionada, hasta que me topé con ellos: los plintos más feos que he visto en toda mi vida, no porque los plintos fueran feos en sí mismos, sino por el color de suelo con el que intentaban hacer juego, no se puede tener un suelo de mármol verde con unos rodapiés de color marrón caca... Mi sueño se estaba cayendo a pedazos...literalmente porque al asomarme a la cocina, vi algo en el suelo, algo que no estaba ahí la vez anterior, eran azulejos rotos... Sí, mi cocina se estaba viniendo abajo, pero si no era suficiente con eso, el suelo estaba levantado y roto por las esquinas... Hay más... Por si fuera poco, el baño de arriba tenía los azulejos pintados para tapar las grietas y roturas que tenían, la bañera estaba partida y el inodoro campaba a sus anchas por el suelo como una lavadora en pleno centrifugado. Lo del sótano ya fue el remate...las paredes son de albero, lo que quiere decir que la humedad está garantizada, así que toca echar paredes nuevas con una buena capa de aislante...

No parece demasiado arreglo, ¿verdad?. Paciencia. El día que mis padres fueron a conocer la casa, a mi querido padre, se le ocurrió la idea de desmontar un enchufe... nos desveló la aterradora realidad de la instalación eléctrica: triplan por toda la casa. Las esperanzas de tener unas pocas habitaciones libres de ser agujereadas, taladradas, perforadas o pintadas...al garete. Estaba a punto de echarme a llorar, cuando mi madre casi se cae al tropezar con una toma de agua de la cocina... y lloré cuando su traspiés desencadenó tal efecto mariposa que tiró toda la pared de azulejos y reveló que las tuberías de la casa eran de hierro...

Dos años después, y debido a los "poyaque", tengo un agujero en la pared que comunica el salón con la cocina la cual no tiene azulejos ni suelo, un proyecto de aseo en la planta baja, tres huecos de ventana nuevos tapados con un plástico, el baño de arriba totalmente en bruto y un montón de regolas mal tapadas para las tuberías del agua... Ayer vino el electricista y me marcó todas las paredes que tengo que abrir para meter el cableado, y digo "todas las paredes" porque no ha dejado que se salve ni una... En fin, voy a comprar pintura para darle un lavado de cara a la fachada, que dicen los vecinos que es una pena porque afea mucho la casa...


jueves, 20 de septiembre de 2012

Un jueves cualquiera

Hoy es jueves y como todos los jueves, hoy es día de mercadillo. La localidad está más activa que el resto de mañanas. Las madres se emperifollan más y se dan más prisa para dejar a los niños en el colegio, desayunar con las amigas y echar la mañana en la plaza, familias con los ojos aún pegados conducen sus furgonetas cargadas con productos varios y giran en la rotonda para dirigirse a la feria, los establecimientos cercanos ponen sus mejores ofertas para llamar la atención de nuevos clientes...

Y es que nada más pisar este rinconcito, se pueden palpar las diferencias en el ambiente, las calles de la feria desiertas los días restantes hoy están abarrotadas de todo tipo de personajes, personajes que van desde el grupo de adolescentes que aprovecha el recreo para darse una vuelta y comprar pintauñas de los colores más chillones que encuentren, hasta mujeres de treinta y pico ataviadas con sus modelitos más fashion y sus gafas de sol de pantalla que sólo dejan al descubierto unos labios pintados de rojo pasión, pasando por parejas de viejecitos tirando de sus desvencijados carritos de la compra que sólo contienen una lechuga y un kilo escaso de naranjas. También están las típicas madres chonis que se paran a hablar con la vecina en el sitio en que se encuentren con sus carros de bebé atravesados en el paso y el pobre crío, entretanto, restregándose los ojitos llorosos por la luz del sol, la señora con el yorkshire de imitación que, con correa y todo, se dedica a hacer zigzag entre mis pies y me hace tropezar o el joven de aspecto raro con el gran danés suelto que se acerca abriéndose paso entre la multitud para chuparme o montar un ménage à trois con mi pierna....Y empiezo a ojear los puestos, y me llegan las voces de los vendedores ambulantes: "¡¡A lebro, niña!! ¡¡Todo a un lebro!!", "¡¡María!!, mira que wenos malacatone traigo hoy", "¡¡Rubia!!, anda, cómprame un perfume de los wenos, de marca, ante' de que venga la pulisía","Agua fresquita, la coca-cola, la coca-cola, la coca-cola, refresco de limón", "¡¡Venga, morena!! ¡¡¡Breska y Zara un euro!!! ¡¡A euro!!"... y compro dos kilos de ajos por un euro a la gitana tan resalá de la carretilla, y el perfume Burberry por cinco euros al que está al lado de la fuente, y el disco de "Lagarto amarillo" por dos euros al negrito tan simpático que todos los días me saluda con su mejor sonrisa, y un par de sandalias por tres euros a la gitana que fue al "Diario de Patricia" (que ya no es de Patricia), buscando a su padre, y llego a casa cargada de bolsas, contenta por todo lo que traigo y lo poquito que he gastado, y estoy deseando escuchar mi nuevo disco, pero lo que debería sonar a "Lagarto amarillo" suena a "Camela", y me mosqueo, y me pongo a hacer la comida, echo mano de la bolsa de ajos y no encuentro ni un diente, sólo cabezas peladas y pellejos, y noto que empiezo a coger un color purpúreo, así que decido salir a comer a la calle, me cambio de ropa, me planto las sandalias y noto que en el pie izquierdo me faltan dos dedos de zapato, y de ese modo me doy cuenta de que he comprado un 39 y un 41, paso de mi nuevo calzado y me visto y cuando voy a salir de casa, recuerdo que no me he perfumado, así que, deseosa de probar mi nuevo perfume lo saco de la bolsa y me echo unas gotitas que huelen... ¿a qué huelen las nubes?, huele a "Blueberries"... Y es que al final lo barato sale caro, pero ya estoy deseando que llegue el próximo jueves para volver y comprarme una blusa muy mona que hoy no pude traerme porque no llevaba dinero...




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lunes

Mi padre acababa de salir por la puerta, eran las 22:15. Empecé a recoger la mesa, a fregar los platos de la cena, a preparar las cosas para el desayuno, me fumé un cigarro, me di una ducha...estaba nerviosa, era incapaz de sentarme a ver la tele tranquila, no me interesaba "Pulseras rojas". Subí a despedirme de él, a darle las buenas noches como cada día y después apagué el ordenador. Bajé las escaleras, cogí agua del congelador, le di un trago, me dolieron los dientes, era escarcha...y fue entonces cuando pasó: el móvil empezó a sonar, descolgué, "¿Me abre usted?". Colgué y fui corriendo a abrir la puerta, las piernas me temblaban, tenía el pulso para robar panderetas, no atiné a girar la llave a la primera, quité el pestillo y tiré de la puerta, no había nadie... me asomé a la calle, la oscuridad era total, la dichosa farola seguía rota, oí unos pasos ligeros, miré a mi izquierda y lo vi llegar... Camisa de manga corta de cuadros azules, pantalón vaquero, chanclas y lo más importante: una sonrisa de oreja a oreja y esa mirada que me derrite...pero había algo más, en su mano derecha llevaba una bolsa de plástico, al final se salió con la suya y trajo el medio litro de helado que me prometió.

Eran las 23:30, hacía apenas tres horas que nos despedimos después de haber pasado la tarde juntos, perdidos, lejos de casa, guardando las formas pero sin tener que disimular lo que nuestros ojos se decían, hacía apenas tres horas que nos habíamos dado el último beso, y nada más abrir la puerta cualquiera era capaz de percibir nuestra prisa por volver a devorarnos, por quitarnos esa necesidad que teníamos el uno del otro. Era la primera vez que nos disfrutábamos ajenos al tic tac del reloj, sin posibilidad de interrupciones, la primera vez que pudimos permitirnos bromear, contarnos historias, reír a carcajadas,... y besarnos como nunca nos habíamos besado antes, y llevar las caricias hasta el punto en que nuestras pieles se fundieron sin saber dónde acababa la mía y dónde empezaba la suya, y compartir un helado a las dos de la mañana con las piernas entrelazadas intentando descubrir por qué el de pistacho me sabía a avellanas, y mantener la mirada mientras nos abrazábamos, sin decir ni hacer nada más, y caminar descalzos besándonos y chocar con el quicio de la puerta, y preguntarme sorprendida cómo podía estar tan a gusto, y no poder reprimir un "te quiero", y desear que esa noche no fuera la última que nos regalábamos, y no recordar haber estado así en toda mi vida...y simplemente ser feliz.

Johann Wolfgang Goethe dijo: "Las grandes pasiones son enfermedades incurables. Lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas". 


martes, 18 de septiembre de 2012

Esa piedra...

Esa que encontraste un día en el camino, con la que tropezaste, esa que te hizo caer, esa que te originó tanto daño, esa que trajo tanto dolor a tu vida, la que hizo que te juraras a ti mismo que no volverías a toparte con ella.

Pero da igual lo que te propongas, da igual lo fuerte que piensas que puedes llegar a ser, porque esa piedra vuelve a aparecer en tu vida, camuflada, disfrazada para que no puedas reconocerla... y de repente la ves a lo lejos, y te acercas a ella curioso, al principio con precaución, después empiezas a confiar, porque no es la piedra que conociste, sabes que tienes que tener cuidado para no dar un traspiés con ella, pero crees que con observar bien por dónde caminas es suficiente... pero no lo es, y al final tropiezas, caes, te arañas las manos, te golpeas la boca, la barbilla, te quedas con las rodillas peladas, pero lo peor son los daños que no se ven, los daños internos: el orgullo herido por no haber sido capaz de esquivarla, la decepción por haberte fallado a ti mismo, el dolor que ya conoces después de la anterior caída...y saber qué es lo siguiente que va a ocurrir. Sabes que lo que toca es levantarse, pero el proceso es lento, costoso, muy difícil. Sabes que muchas lágrimas van a correr por tus mejillas, sabes que vas a sonreír fugazmente por los recuerdos aleatorios que vienen a tu cabeza y que enseguida volverás a tener ganas de llorar, sabes que no vas a percibir la realidad del mismo modo, que ese camino que recorrías antes, ahora será distinto, que esa ventana que te llevaba a un nuevo mundo ya no lo hará, que no estarás pendiente del móvil porque no va a sonar, sabes que cuando escuches esa canción que antes te iluminaba, ahora sólo te traerá tristeza, sabes que verás a esa persona en cualquier parte...pero nunca será ella, que siempre tendrás la esperanza de volverla a ver por esas calles, pero que no pasará... Y con el tiempo te das cuenta de que, a pesar de las cicatrices y el dolor, los buenos ratos fueron muchos, y es entonces cuando te sientes feliz por esa caída, porque sabes que eres más fuerte para poder levantarte de nuevo y porque después de sacudir la tierra de las manos y las rodillas, sabes que ha merecido la pena.

Gabriela Mistral escribió: "Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino". 


lunes, 17 de septiembre de 2012

Cierra el pico

Hoy ha sido ella, la última persona en el mundo que pensé que podría hacerme esto. Hoy ha sido mi madre. Me encontraba a tan sólo sesenta páginas de conocer el final de "Los pilares de la tierra" y me lo ha descuajeringado entero, después de haber leído pacientemente las novecientas setenta y tres páginas anteriores... Y es que siempre hay alguien a quien le encanta dar noticias, a quien le gusta destripar la intriga, a quien le fascina contar primero el final y luego la historia. 

Mi abuela, por ejemplo, es de esas personas que primero te dan el susto y luego la explicación. La otra tarde la llamé por teléfono y nada más descolgar, me dice: "¡¡Uy niña!! menos mal que has llamado, porque hay aquí uno que no hace más que darme voces y yo ya no sé qué hacer, lo primero que he hecho ha sido intentar llamarte, pero estoy tan nerviosa que no me acordaba de tu número y no sabes el mal rato que me está haciendo pasar este sinvergüenza". Al principio me asusté, pero yo, que ya conozco a mi pobre abuela, le pregunté que quién era el sinvergüenza que le estaba dando voces y me contestó que "el mariquita ese que ahora tiene barba y que está más gordo, el que sale con la ordinaria que estuvo con el Jesulín"... Otro familiar que encaja perfectamente con este perfil, es mi tía cuya especialidad son las conversaciones del tipo: "Cucha, ¿tú sabes quién se ha muerto? La mujer esta que estaba mu' malita, esa que la hija trabajaba en la pescadería, que vivía por el hospital. Pues resulta que vivía sola y los hijos no echaban cuentas de ella pa' ná', con lo que esa mujer ha hecho por los nietos... ¡¡Niña!!, ¿estás tonta o qué? ¡¡la que el marido tenía la zapatería en la esquina de la farmacia!!"...el final de esa conversación es no enterarme de quién se ha muerto, porque no conocía a la pobre mujer, pero sí ponerme al tanto de su vida y de la de su familia entera. Por otro lado se encuentra mi vecina de al lado, una mujer de cincuenta y pico años enganchada a los concursos de televisión, cada vez que el bote de "Pasapalabra" empieza a tener una cantidad de ceros importante, no puede pasar un día que no lo vea en directo, y es que la entrega de esta buena mujer llega hasta tal punto que en cuanto se llevan el premio me llama por teléfono o se presenta en mi puerta con una bandeja de galletas recién hechas para contármelo todo...y es que así no se puede vivir, todavía estoy esperando que llegue la final de una edición de "Se llama copla" y sorprenderme al escuchar el nombre del ganador. Para completar el círculo de estas personas tan ansiosas está mi padre, yo no sé si lo hace a posta o no, pero la vida me ha enseñado a no ver con él ninguna película ni serie. No sé cómo se las apaña, que cada vez que estoy viendo algo en el ordenador se acerca, le echa un ojo y me dice: "Esta película es esa en la que al final el asesino es el que está ahí tirado todo el tiempo, ¿no?" ...Y en esos momentos es cuando a mí me entra la vena asesina, apago el ordenador, los reúno a todos y les digo: "Vais a ser abuelos"...lo de "algún día..." me lo callo para que sepan que hay que decir las cosas en orden...



**Sé que la utilización de algunas expresiones no es la adecuada, pero si las hubiera puesto de manera correcta, habría perdido la gracia

domingo, 16 de septiembre de 2012

Miedo


  
Hay veces que sabes lo que va a pasar, que sabes cómo se va a desarrollar una determinada situación. Sabes que esa historia tan bonita que estás viviendo, esa historia que no puedes contar a nadie, que te hace sonreír cada segundo, que te hace ver la vida con otros colores, esa historia que te da una ilusión nueva cada día, que te regala nuevos sentimientos y nuevas sensaciones, que te hace darte cuenta de que nunca has vivido nada igual...sabes que va a terminar, sabes que va a doler, pero no quieres hacerte a la idea, no quieres pensar en el momento en que eso pase, prefieres disfrutar el día a día, aunque ese final no se te va de la cabeza.

Y sigues hablando del futuro de esa historia, y sigues haciendo planes, y sigues imaginándote en mitad de un beso en cualquier esquina de cualquier calle, y sigues sintiendo esas caricias furtivas y esas miradas intensas que lo dicen todo, y sigues disfrutando de esa complicidad, y sigues sintiendo la piel de gallina con cada abrazo y cada palabra, y sigues notando miles de mariposas en el estómago cada vez que estás frente a esa persona que comparte esa historia contigo, y parece que niegas continuamente lo que sabes que va a pasar...pero eso está ahí. Y sabes que es lo mejor, que esa historia no puede durar eternamente, que tarde o temprano alguien acabará dañado, y a veces sientes que te estás volviendo loco, que por una vez sólo quieres pensar en ti y en disfrutar esa historia, que ya no diferencias lo que está bien y lo que está mal, que te da igual el mundo, que tienes derecho a ser egoísta por una vez en tu vida, que tienes la oportunidad de ser feliz y quieres aprovecharla... Y entonces decides tirarte a la piscina sin mirar si hay agua, y empiezas a plantearte si toda esa historia es real, si lo que estás viviendo no es una ilusión, un espejismo que va a desaparecer de un momento a otro...y es entonces cuando te das cuenta de que tienes miedo.



Hoy te traigo otra frase de Paulo Coelho sobre el miedo:
"Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar".


sábado, 15 de septiembre de 2012

Australia

Hay veces en que a uno le entran ganas de perderse, de dejarlo todo y largarse a Australia para poder empezar de cero, para empezar una nueva vida en la que ser nosotros mismos y dar rienda suelta a lo que sentimos y pensamos.

En ocasiones, por circunstancias de la vida, un@ no está a gusto con su situación y lo único que desearía es poder dejar atrás eso que empaña en cierto modo su felicidad y cambiarlo por lo que más ansía, o lo que uno piensa que es lo que más ansía... Un cambio radical, una fuga de enamorados, perderse en un lugar remoto y no tener que seguir escondiéndose, pasear por la calle cogidos de la mano libremente, sin tener que disimular apretando los puños dentro de los bolsillos del pantalón para no hacerlo en un descuido, poder besarse en cualquier plaza, en cualquier esquina, en cualquier calle, una caricia sin camuflar en cualquier terraza de cualquier cafetería, disfrutar de la mirada de la otra persona siendo conscientes de que os estáis diciendo todo lo que sentís, y que se note, y que la gente de alrededor lo vea, y que no pase nada, que no haya que enmascararlo.

Y un@ sabe que Australia puede proporcionarle esa libertad, que de ese modo no tendrá que esconder lo que siente, lo que le apetece en cada momento, lo que piensa, lo que quiere decir, que podrá vivir cada momento cómo y con quién quiera, que no tendrá que aguantarse las ganas,...sabe que en Australia podrá decir "te quiero" y que no dolerá.

"Nadie logra huir de su corazón. Por eso es mejor escuchar lo que él dice". Paulo Coelho.




jueves, 13 de septiembre de 2012

Limerencia

Hay personas que aparecen en tu vida sin que importe mucho cómo. Que aparecen en tu vida y te hacen darte cuenta de que lo que habías tenido siempre tan claro a lo mejor no es tan así. Que hacen que sensaciones olvidadas vuelvan a resurgir, pero de forma diferente, con la diferencia que te da la edad. Son las sensaciones de la adolescencia vistas con otro prisma, aunque no por ello menos intensas ni verdaderas.

Estas personas ponen tu vida patas arriba y eso te encanta. Estas personas te enganchan y no te sueltan, entre otras cosas porque no quieres que lo hagan. Te atrapan, te tienen en exclusiva...y a ti te gusta. Te hacen sentir cosas que crees no haber sentido nunca, o por lo menos no recuerdas que con tanta intensidad. De lo que sí estás segura es de que nunca las has sentido en tan poco tiempo. Y entran sin hacer mucho ruido, pero cuando se produce la explosión te das cuenta enseguida, aunque no lo quieras admitir, y te das cuenta de que esto no es como otras veces... como esas veces en que has estado a gusto con alguien sin llegar más allá de tomar algo en cualquier bar. Intentas engañarte a ti misma, diciendo que es la novedad y que se acabará pasando, aunque no pienses en otra cosa en todo el día, aunque no tengas ganas de otra cosa...más que de estar con esa persona, de ver su mirada cómplice, de que sus manos te digan lo que sus labios no se atreven a decir, de que los dos sepáis lo que hay y sigáis diciendo que no hay nada, cuando lo único que queréis es que se pare todo y poder bajaros del mundo, quedaros solos en vuestro mundo particular, mundo que existe durante unas pocas horas robadas a vuestras vidas... pero que siempre son pocas, y cuantas más son menos parecen y con más ganas os quedáis... 

Cuando una persona así aparece en tu vida, te planteas muchas cosas pero todas te dan igual porque te sientes plena cuando estás con ella, cuando te manda un mensaje, cuando te mira sin decir nada pero tú puedes leerlo todo, cuando sientes cómo se derrite con una caricia tuya, cuando te sientes correspondida... Y tienes ganas de hacer cosas con ella, cosas que nunca habéis hecho juntos, cosas que estás harta de hacer pero que sabes que con ella serán diferentes y especiales... ir al sitio de siempre para que se convierta en un sitio nuevo porque está ella...enseñarle lo que hace tiempo que conoces porque sabes que tú también descubrirás algo en lo que no habías reparado nunca... Y es que una persona así te alegra la existencia, te abre los ojos, te llena de vida... Así que en esos momentos lo mejor que puede hacer una es dar las gracias por tan valioso regalo y disfrutarlo al máximo, apurar cada segundo y cada centímetro... teniéndolo todo a flor de piel para que todo explote cuando sientas el roce de la suya.

 John Crowne dijo: "Es imposible ocultar el amor en los ojos del que ama".




miércoles, 12 de septiembre de 2012

Alguien que te cuida

La vida, como todo, tiene sus momentos buenos y sus momentos malos. Es una montaña rusa en la que un día te encuentras en el punto más alto, te sientes feliz como parece que no recuerdas haberte sentido nunca y no eres consciente de todo lo que te rodea, vives en una nube en la que todo es perfecto y por muchos contratiempos que te ocurran nada consigue empañar esa felicidad. Sin embargo, otro día te encuentras sumida en el valle más profundo de esa montaña rusa, te sientes sola, sola en tu dolor y sola en el mundo, como si fueras la única persona que está pasando por ello, piensas que nadie entiende lo que sientes, que por mucho que intenten ponerse en tu pellejo, nunca llegarán a comprender ni la mitad de lo que estás pasando.

Es en esos momentos en los que parece que nada bueno te ocurre, cuando la vida te hace un regalo, un regalo del que no te das cuenta al principio, un regalo que llega de casualidad, como todas las cosas buenas, un regalo que te saca de ese estado entre letargo y hastío en el que te encuentras...en el que te encontrabas. Este regalo del que te hablo es una persona, una persona desconocida, que entra en tu vida porque sí, sin ningún motivo ni razón aparentes, o una persona que ya se encontraba en ella, pero de la que no habías llegado a conocer ese detalle que la hace tan especial.

Un regalo en forma de persona, que se preocupa por ti, que escucha atentamente todo lo que quieres decirle luciendo una sonrisa en su cara si lo que le cuentas es divertido, e intentando sacarte una sonrisa a ti cuando lo que está escuchando es doloroso. Un regalo que hace que se te olvide aquéllo que te puso triste, o al menos, que mitiga tu padecer. Alguien con quien podrías estar durante días seguidos sin moverte y aún así no serían suficientes horas, alguien que no deja de sorprenderte, que te da lo que necesitas en cada momento, que sabe leer en ti cuándo te pasa algo y cuándo estás feliz. Puede ser un regalo de amistad, de fraternidad, de limerencia, de amor,... No intentes averiguar qué es, simplemente disfrútalo, disfruta ese regalo que te ha hecho la vida, disfruta de ese alguien que te cuida.

Y como existen muchos tipos de amor, hoy te traigo esta frase célebre de Coverge: "Amar, amar es cruzar las miradas con secreta complicidad; cuidarte, protegerte, coger el cielo con las manos y entregarte una sonrisa, un gesto. Pero sólo en la caricia del aire lo sepa nuestra complicidad".


martes, 11 de septiembre de 2012

Normalidad

Algo tan cotidiano como tomar algo en una cafetería de un pueblo apartado, disfrutar de un par de horas que se evaporan en segundos, de risas, de charlas, de temas de conversación que aparecen solos, sin forzarlos, sin pensarlos, ojear fotografías y comentarlas, situarlas en un lugar del mundo y ponerles fecha, identificar a las personas que salen en ellas, hablar claro, sin paños calientes, sin pensar en las palabras, sólo diciendo lo que se pasa por la cabeza, lo que se siente, aquello a lo que se tiene miedo, eso que produce desconcierto...

Parece mentira que una situación tan normal pueda llegar a convertirse en algo tan especial, tan anhelado, tan deseado y tan difícil de hacer realidad. Mirar a los ojos de esa persona y ver lo que en ellos se esconde: un beso reprimido, una caricia imposible, dos palabras que no deben pronunciarse, un abrazo que debe ser aplazado, incluso quizá suprimido...y contentarse con un simple roce del dedo meñique en su mano, un gesto de cariño que pasa desapercibido para todo el mundo, excepto para esa persona, que se queda mirando a los ojos fijamente, devolviendo esa caricia de la forma más discreta posible. Pero nada de eso importa, al final lo único que cuenta es encontrarse a gusto, a pesar de no ser libre para dar o recibir un beso o para hacer una caricia o para gritar lo que estás callando, las miradas de complicidad, las charlas fluidas, los roces fugaces, las risas...eso lo compensa todo, olvidarse de disimular, que no sea necesario hacerlo, que sea suficiente con esos momentos robados, esos momentos que mucha gente tiene día a día y que no valora. Un simple refresco en una cafetería y un par de horas por delante para compartir con esa persona sin esperar nada más... y disfrutarlo y estar a gusto, eso es lo que hace que una situación normal se convierta en algo extraordinario.

J.L. Mankiewicz, director de cine estadounidense dijo: "La diferencia entre la vida normal y las películas es que un guión ha de tener sentido, la vida no".



lunes, 10 de septiembre de 2012

Tenemos que hablar

Es una frase muy temida, nunca suele venir nada bueno después de ella. Una mirada triste, incapaz de mirar a los ojos, un rostro sin sonrisa, una voz apagada: "Tenemos que hablar, no podemos seguir así. Esta situación se nos escapa de las manos...no, espera, déjame acabar. He estado pensando mucho, no hago otra cosa últimamente. Todo ha ido muy rápido, demasiado, mucho más de lo que esperaba. Es algo que te advertí, no podríamos seguir así por mucho tiempo, tarde o temprano tendríamos que tomar esta decisión aunque no nos guste, aunque nos duela tanto como si nos arrancaran el alma...aunque ahora te parezca imposible, no te preocupes, pasarán los meses y el dolor se irá mitigando, incluso llegará un día en el que no me recordarás, sólo seré una leve sombra que una vez se coló en tu vida, sólo alguien a quien conociste un día, estaré bien, siempre lo estoy, no te preocupes por mí. Olvidarás los ratos de risas, olvidarás los encuentros a escondidas, olvidarás las miradas, olvidarás las conversaciones, olvidarás las sonrisas mirando la pantalla del móvil, olvidarás las caricias, olvidarás lo que sentiste, todo será como un sueño, puede que un bonito sueño, y con el tiempo no sabrás si fue real o no. Quiero que sepas, que si te digo adiós no es por mí, es por ti, porque no quiero que sigas sufriendo con esta situación, porque no quiero que pierdas lo que ha sido tu vida durante todos estos años, porque no merece la pena que hubieras podido siquiera plantearte algo conmigo, porque cuanto más prolonguemos esto que estamos viviendo, más doloroso será para ambos. Te deseo lo mejor en la vida, espero que seas muy feliz con ella y que me olvides pronto..."
 
Te dije que te hablaría claro, que siempre sería sincera contigo, permíteme que no te lo cuente todo, que me guarde algunas cosas para mí, para no hacerte más daño, deja que no te diga que sé que los te quiero que nos dijimos eran sinceros pero que no tenían sitio en nuestras vidas, deja que me calle que te voy a echar de menos, que para mí ésto no será fácil, deja te no te cuente que ahora mismo me estoy arrepintiendo de decirte todo esto, que estoy intentando ser fuerte y que no se me escape una sola lágrima para no ponértelo más difícil. Perdóname por mentirte, por decirte que voy a estar bien cuando ahora mismo estoy sintiendo que se me va la vida, por decirte que con el tiempo todo será menos doloroso porque sé que nada más lejos de la realidad, por decirte adiós cuando lo único que quiero es que esto sea eterno. Perdóname por haberte dicho "tenemos que hablar".

"Antes de empezar a hablar, procura que en tu rostro pueda leerse lo que vas a decir". Marco Aurelio.


domingo, 9 de septiembre de 2012

Un otoño más

Ya está aquí. Es algo que iba a llegar irremediablemente y por mucho que nos hagamos a la idea, su aparición siempre nos da una bofetada que nos hace ser conscientes de que se acabó lo bueno. Los días son más cortos, amanece más tarde y anochece más temprano, los niños juegan en la calle aprovechando hasta el último minuto, como si no fuera a existir un mañana, la vuelta al cole nos hace irnos pronto a la cama porque los peques tienen que madrugar y con ellos, nosotros mismos, vuelven las series de televisión que interrumpieron su emisión en julio, en la radio se oyen de nuevo las voces de los periodistas que nos acompañan en los crudos meses de invierno, se acabaron los escotes, la ropa corta y el ir cómodo con ropa de calle pasó a la historia hasta que vuelva mayo, ahora toca ponerse catorce capas de algodón, lana y acrílicos, combinados con bufanda, gorro y botas de agua, pero eso no es lo peor...

Los coleccionables, los dichosos coleccionables que abarrotan los quioscos, todos los años cae alguno... Ya tengo mi casita de muñecas victoriana, el curso IBM de informática junior, el coleccionable del cuerpo humano, el kit de accesorios de cocina de Tarta de Fresa y de Hello Kitty, la colección de libros de "Cuentos de Calleja", un barreño tamaño industrial lleno de ovillos de lana, hilo y agujas de crochet del coleccionable "Mil ideas de ganchillo" y las miniaturas de las locomotoras de la historia. Ahora que ya sé cómo somos por dentro, que tengo un hogar para mis muñecas, que conozco todos los secretos de Win95, que puedo hacer bizcochos y galletas con forma de dibujo animado, que tengo lectura ligera para el desayuno, que dispongo de material para hacer los patucos de las próximas diez generaciones y que el mueble de la entrada tiene suficientes figuritas de adorno, sólo me queda encontrar el número mil trescientos cincuenta y cuatro del coleccionable "Construye tu coche paso a paso", que casualmente es el que trae la llave...


sábado, 8 de septiembre de 2012

Septiembre...

Doscientos cincuenta y dos metros cuadrados, una piscina, una nevera llena, dos cajetillas de tabaco, el ordenador y un congelador repleto de comida precocinada. Todo eso será para mí sola durante los próximos siete días. Mis padres se han ido de vacaciones y yo, como una estudiante responsable que soy, hago el gran sacrificio de quedarme en casa hincando codos para los exámenes de septiembre, sin salir, sin ver la playa y sin levantar la vista de los apuntes, sólo lo imprescindible...

Claro que el concepto de imprescindible...es relativo. Para mí, lo imprescindible es un desayuno de una hora, leyendo cualquier libro, mientras me tomo algunas cucharaditas de cacao en polvo, fumarme un cigarro sea cuál sea la hora, fregar cuando me apetezca, aunque sea de noche, poner la música a todo volumen y bailar reggaeton con la fregona, pasearme en ropa interior por casa y tener que salir corriendo a vestirme cuando llaman a la puerta, almorzar cereales, merendar un helado, cenar una lasaña o sustituir cualquiera de las comidas del día por un paquete de patatas fritas, salir por la noche con un amigo con el que tengo pendientes un par de cosas, abrir el mueble bar y encontrarme una botella de vodka caramelo que me dice de forma muy sugerente "tómame", acostarme a las tantas mientras veo una película de miedo, ducharme con la puerta abierta de par en par, navegar por internet durante horas sin darme cuenta del tiempo que ha pasado, ir al mercadillo a comprar cualquier tontería, bañarme desnuda en la piscina de noche mientras esquivo murciélagos despistados con una cervecita fría al lado y, por supuesto, hincar codos. Uff, la verdad es que lo pienso y son muchas cosas, no sé si me dará tiempo a hacerlas todas en un sólo día, quizá debería dejar lo de estudiar para mañana...



viernes, 7 de septiembre de 2012

Nada es igual

Hoy he vuelto a hacer algo que había dejado olvidado en las últimas semanas. He vuelto a recorrer ese camino que me llevaba a ninguna parte, simplemente porque sí, porque me ayudaba a despejarme, a desahogarme, a volver a casa como nueva. Un camino de apenas cinco kilómetros que me dejaba una hora y media o dos para poner mi cabeza en orden, para escuchar música sin interrupciones, para cruzarme con gente paseando en bici, en patines, andando, corriendo, para fumarme un par de cigarros, para soltar alguna sonrisa por el comentario de algún albañil de la obra que hay junto a la avenida, para oír parte de la conversación de algún extraño hablando por el móvil, para ver ese puente que tan bien conozco de lejos y de cerca, para recibir alguna llamada por sorpresa.

Hoy he vuelto a andar ese camino, pero nada ha sido igual. Las canciones que marcaban el ritmo de mis pasos han cambiado, la sensación al pasear era distinta, no iba pendiente de los coches que pasaban, no he conseguido poner en orden mi cabeza, no he disfrutado de la caminata, no he podido desahogarme, no he visto ese puente, no había gente, no he sonreído, no he llorado, no he podido pensar, no he estado pendiente del teléfono, no ha sonado, antes casi siempre sonaba, lo único que no ha cambiado ha sido el fumarme ese par de cigarros.

Si nada sigue siendo igual, ¿por qué me siento tan mal como antes? Me gustaría poder mirar hacia delante, incluso olvidarlo todo, como si nunca hubiera pasado. Es curioso, pero mientras escribo esto, sí puedo llorar, parece que después de todo no han cambiado tanto las cosas...

"Las cosas no cambian. Cambiamos nosotros". Henry D. Thoreau.
Quizá algún día pueda poner esta frase de Nelson Mandela en alguna entrada: "No hay nada como volver a un lugar que permanece sin cambios para descubrir cómo has cambiado tú".


jueves, 6 de septiembre de 2012

Adicción

Lo he hecho, ya no aguantaba más, he escondido el cargador de la nintendo DS. La moda de los juegos para entrenar el cerebro ha llegado tarde a mi casa, pero no por eso con menor intensidad. Las aventuras del profesor Layton junto con las numerosas versiones de brain trainers, han colapsado el cartucho compatible de la consola, tanto es así, que mi padre me ha insinuado de forma muy poco sutil que borre el juego de pokémon diamante, y por ahí no paso. 

Recuerdo el día que la consola apareció por casa, las palabras de mi madre fueron: "Ya tienes un juguetito nuevo, ¿no? Lo único que te hacía falta", a lo que mi padre añadió: "Yo no sé qué es lo que le veis a estas tonterías, verás que pronto la tienes por ahí olvidada, dinero tirado...". Pues no, al final el juguetito está bien amortizado: entre semana, mi madre lo tiene por la mañana, de diez a dos, y mi padre por la tarde, de cuatro a ocho, los fines de semana, custodia compartida y el resto del tiempo está cargando. Por si fuera poco, mientras estamos comiendo, mi madre empieza a pinchar a mi padre diciéndole que su edad mental es de veintisiete años, a lo que él le responde que la suya es de veintidós, yo me limito a mirar mi plato y sonreír mientras pienso que sus edades mentales no pasan de los diez años. Ya, para rematar, mi padre se pone a perseguirme por todos los rincones de la casa (sí, en el baño también) para que le ayude a resolver el puzzle de "La fecha incorrecta", se ve que al hombre se le ha atragantado y como mi madre lo resolvió hace una semana, su orgullo se encuentra bastante diezmado.

Si llego a saber que la dichosa consola iba a poner mi casa entera bocabajo, se habría quedado en la estantería del carrefour. Ahora no sólo me toca hacer la comida a mí, sino que además tengo que hacer la compra, limpiar y regar las macetas, lo de estudiar lo dejo a un lado porque mis nuevos quehaceres y las interrupciones constantes de mi padre con consultas sobre los puzzles, lo hacen imposible. Sólo espero que nunca lleguen a enterarse de que pueden jugar con la consola mientras está en carga...

Para terminar te dejo esta frase de Ralph Nader:
"La adicción nunca debería ser tratada como un delito. Debe ser abordada como un problema de salud".


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Noche toledana

Serían alrededor de las diez de la noche, estaba muy nerviosa, se apreciaba en su ir y venir continuo, ambos no paraban quietos. Ella corría de un lado para otro colocando todo lo que se cruzaba en su camino y limpiando todos los restos de comida que encontraba. Él la seguía torpemente, caminaba tras ella con paso algo más lento, pero cada vez que ella cambiaba de dirección se topaban, se miraban a la cara unos segundos, se hacían un par de caricias, un beso tierno y continuaban con el mismo trasiego.

A medida que iban pasando las horas se hacía más difícil verlos quietos. Ordenaban lo que ya estaba ordenado, limpiaban lo que ya estaba impoluto, picaban algo, bebían un poco de agua y seguían con sus quehaceres. Yo veía todo lo que estaba pasando desde fuera y no entendía nada, no se dieron cuenta de que los observaba, estaba preocupada, nunca los había visto así. De pronto ella se metió en su cuarto, se quedó allí dentro, dejó de correr de un lado para otro y de mover todo lo que estaba a su alcance, dejaron de escucharse ruidos y golpes. Él esperó pacientemente fuera, ansioso porque ella volviera a salir...pero ella no salía, él se asomaba, pero no conseguía ver nada, estaba preocupado, a cada paso que daba se giraba para comprobar si ella seguía encerrada o no, pero no daba señales de vida. Fue entonces cuando él me vio, quiero creer que se sintió más tranquilo por no pasar la espera solo, pero me extraña que estuviera pensando eso en aquellos momentos. Le tendí mi mano, él se acercó y se tranquilizó un poco, dejó de ir de un lado para otro. 

Cuando pasaron quince minutos del encierro de ella empezamos a oír unos ruidos extraños, como algo que se arrastra de forma irregular. Por fin se decidió a salir del cuarto, fue entonces cuando me di cuenta de lo que les había estado ocurriendo toda la noche, me asomé con cuidado de no asustarlos y allí estaban... Lana y Rovi acababan de ser padres de cinco pequeños, lo que me convierte a mí en... ¿abuela?. Más vale que me haga a la idea, porque esta familia tiene pinta de volver a aumentar en breve...


martes, 4 de septiembre de 2012

A escondidas

"Luego te hablo", "no me contestes, pero te echo de menos", "después, si puedo, te pico", "más tarde te escribo", "tengo que irme", "tengo que dejarte". A veces es difícil recibir este tipo de mensajes. Sentir que lo que haces está mal, sentirte fuera de lugar porque en realidad nunca hubo sitio para ti, que el hueco que estás ocupando lo has abierto a codazos, meterte en medio de algo prácticamente a la fuerza...al final eso pasa factura.

Tener unos minutos, con suerte unas horas al día, para disfrutar de ese rinconcito simplemente charlando, intercambiando mensajes o correos, y si los planetas se alinean, sentir su calor, sus manos, sus labios, un abrazo, una sonrisa, ver la expresión de su rostro cuando te habla, saber que cuando te dice algo, sus palabras son sinceras... En esos momentos es fácil dejarse llevar, el tiempo en lugar de pararse acelera, multiplica su velocidad por dos, por tres, por seis, no sé por cuánto, sólo sé que tres o cuatro horas parecen segundos en su compañía. Esos momentos son los que puedes disfrutar, sin pensar continuamente en qué es correcto y qué no, ser egoísta por una vez, pensar sólo en ti misma, en que tienes derecho a deleitarte con cada detalle de lo que está ocurriendo... pero entonces llegan los últimos besos, los que te dicen que se acabó tu tiempo, que tienes que decir "adiós", los que te hacen volver a la realidad y darte cuenta de que te has metido en una calle sin salida, que no puedes vivir así eternamente, que tarde o temprano se acabará porque no queda otro remedio, y lo peor es que no sabes si serás tú quien ponga fin, o la otra persona. Suena el teléfono, quien llama es la persona a la que pertenece legítimamente ese hueco que tú abriste a codazos, te comportas con naturalidad, como si no pasara nada, como si no te importara, como si no doliera, pero te hace reparar en que, por muy sinceras que sean sus palabras, estás sobrando, porque contigo en medio, su vida no puede seguir su curso con normalidad. Sabes muy bien lo que hay, lo que está pasando y lo que va a pasar tarde o temprano, se lo dices pero contesta que el tiempo dirá, que no hay que pensar en eso ahora y, como todo va bien por el momento, no reaccionas. Puedes seguir tirando millas, pero eso no hace que el miedo que sientes se esfume, el miedo de saber que algún día se planteará todo lo que ha vivido contigo y sin ti, y es en ese día cuando se dará cuenta de que no puede seguir jugando a este juego, de que volverá a su vida de siempre porque nunca debió haberse separado de ella... puede que todo lo que has pasado haya merecido la pena, sí, seguro que la ha merecido porque al fin y al cabo, tú no lo buscaste, fue un regalo de la vida, un regalo con letra pequeña, sin fecha de caducidad cerrada, pero con el precio que debes pagar por haber disfrutado de él.

Vincent Van Gogh dijo: "¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?".


lunes, 3 de septiembre de 2012

Miguel

Hace una semana, revisé mi correo como todos los días y ahí estaba, un mensaje de Miguel, un seguidor del blog que quería compartir su historia conmigo. Desde aquél día, son cuarenta y dos los e-mails que hemos intercambiado.

Miguel sólo quería poder hablar con alguien de su historia, es algo que no puede compartir con cualquiera, pero que no podía guardárselo dentro, tenía que contarlo, porque las cosas bonitas hay que contarlas y compartirlas. La historia de Miguel es eso, una historia más entre todas las que se ven día a día, a cada un@ le parecerá bonita, romántica, sin sentido, arriesgada o simplemente del montón...para mí es algo que no puedo describir con palabras, algo que no me causa una única impresión, creo que es una historia llena de valor, de locuras, de miedo, de ternura, de complicidad, de descubrimientos, de confianza,... y, después de tanto intercambiar correos con él, he llegado a hacerla parte de mí. Todos los días de esta semana, me he levantado y lo primero que he hecho ha sido mirar el buzón para ver si tenía un mensaje suyo contándome algo nuevo o no tan nuevo. Me habla de una ilusión nueva cada día, de despertar cada mañana con el mismo pensamiento en la cabeza, de un regalo con forma de mujer, de sonrisas en la cara por, simplemente, hablar con ella, de horas insuficientes de charla, de encuentros fugaces que no lo son tanto según el reloj, de la libertad de poder compartirlo todo. Me habla de una relación sin nombre, de algo a lo que no quieren ni pueden bautizar, de un vínculo que ha ido creciendo a la velocidad del relámpago, de un pacto de sinceridad, de un viaje compartido que van a disfrutar palmo a palmo sin mirar dónde acaba, de estar a gusto, de intenciones ausentes, sólo un carpe diem. Me habla de aguantarse las ganas en muchas ocasiones, de añorarse mutuamente cada segundo que están separados, de sonrisas cómplices, de miradas llenas de significado, de caricias sin fin, de intentos de secuestro, de abrazos infinitos, de despedidas dolorosas que no son capaces de llevar a cabo, de intercambios de mensajes a escondidas, de cómo la vida a veces es caprichosa, de cómo las cosas nunca son como esperamos, de que lo importante es seguir adelante porque a ambos les gusta lo que está ocurriendo.

Miguel, gracias por dejarme contar parte de tu historia, seguro que much@s se ven reflejados en ella. Yo misma me siento muy identificada. Espero que sigáis caminando juntos...

Una frase de Antonio Machado que tod@s conocemos, y es cierta, porque tod@s somos dueñ@s de nuestro camino: "Caminante no hay camino, se hace camino al andar".


domingo, 2 de septiembre de 2012

Si pasa o no...


Algo pasará,
de eso no cabe duda
y se sentó a mirar
la cara de la luna.
Pisa fuerte y
se va haciendo hueco,
no sé definirlo,
ni si llega a tiempo.
Sólo sé que no se toca
y que yo no lo busqué.
Yo no sé qué va a pasar
entre nosotros,
si daremos vuelo libre
hasta que de tan alto
se nos pierda de vista.
Pierdo el pulso
y ya no soy más que una parte
que resiste aunque tarde.
Porque sé
que si pasa o no,
que aunque pase o no
...nada, nada, nada, cambiará.
Se paró a pensar:
cuidado, una sonrisa.
Ya no hay marcha atrás,
aunque tampoco prisa.
Hay quien es capaz.
No lo llames magia.
Yo no sé qué es,
yo no lo busqué.


Todos alguna vez hemos deseado poder dar marcha atrás en determinadas situaciones: callarse en un momento dado para evitar una discusión, para no hacer daño a alguien, no terminar esa relación, no haber dado aquél beso, ...

Si te sirve de algo lo que yo piense, no estoy de acuerdo en volver atrás. Hay muchas cosas en mi vida que me hubiera gustado que fueran de otra manera, que estaría en mi mano remediarlas si pudiera dar marcha atrás en el tiempo, pero volvería a hacerlas exactamente de la misma forma. Las decisiones que tomamos, junto con sus consecuencias, son lo que nos forja día a día a nosotros mismos y lo que define la relación con los que nos rodean. Si cambiáramos algo, nada sería como es ahora. No quieras dar marcha atrás, sólo intenta actuar en consecuencia una vez que haya ocurrido eso que desearías borrar.

Agatha Christie dijo: "Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia delante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único".

sábado, 1 de septiembre de 2012

Pa' fuera telarañas

Hoy llegué a la cochera para encerrar mi coche (para qué sino iba a ir a la cochera), cuando el vecino de la plaza de al lado salía a pie. Seguí mi ritual consistente en cuatrocientas maniobras porque el buen hombre lo deja siempre muy pegado a mi plaza, una vez que quedé contenta con el resultado de mi estacionamiento apagué el motor, quité las luces y me cambié al asiento del copiloto para poder salir del vehículo. Entre tanto, veo que mi querido vecino volvió a entrar y me hizo un gesto que no entendí, abrió la puerta trasera de su coche y sacó una sandía. En ese momento me paré a pensar la cantidad de cosas inservibles que almacenamos en el coche, me picó la curiosidad y empecé a bichear en el mío...¿Por qué lo haría?

Empecé por la guantera, lo primero que encontré fue una bolsa de chucherías abierta que caducó en 2005, la verdad es que ni su día estuvieron buenas, también salió una bolsa de toallitas húmedas, bueno, de húmedas tenían bien poco ya, y para acabar con la guantera, la caja vacía de un CD de Estopa. A continuación me puse a mirar en el espacio que hay delante de la palanca de cambios, no sabía yo que en un sitio tan pequeño podían caber tantas cosas: un llavero del desfile de reyes del año 2006, un vaso de plástico de chupito de la última anisada de la escuela, un tornillo (no sé si será mío o no), un paquete de chicles, un euro (de algo ha servido toda esta pesquisa), otro tornillo y un montón de tickets para lavar el coche en la máquina de la gasolinera (que por cierto lleva cerrada desde abril). Le llegó el turno al hueco que hay en la puerta del piloto y, por supuesto, no iba a ser menos, en él encontré una pulsera de goma de Amsterdam (yo nunca he estado en Amsterdam), el libro de instrucciones de la plancha del pelo (con lo que mi madre lo ha estado buscando...), un paquete de pañuelos y un bote de desodorante. Por último, y lo más temido, me puse con el maletero, nada más abrirlo me topé con las botas de tacón moradas de invierno que tanto estuve buscando por casa (no recuerdo haber llegado descalza), un par de rollos de papel higiénico de tamaño industrial, un tocho de apuntes más grande que el libro gordo de Petete, una bolsa para guardar CD's (ahí estaba el CD de Estopa), un jersey a medio deshacer con un ovillo de lana colgando (esto me habría venido bien para entretenerme en los atascos), papel de regalo con el logotipo de Galerías Preciados (¿qué será eso?), el ratón de un ordenador (no sé de quién), dos cajetillas de tabaco vacías, una botella de licor 43 casi gastada (no iba a tener tanta suerte..) y una jaula de hamster (no me lo explico).

Lo que más me desconcierta es que no tengo ni idea de dónde han ido a parar mis triángulos, mi kit de emergencia y los papeles del coche, sólo espero que ningún policía esté leyendo esto...