martes, 18 de septiembre de 2012

Esa piedra...

Esa que encontraste un día en el camino, con la que tropezaste, esa que te hizo caer, esa que te originó tanto daño, esa que trajo tanto dolor a tu vida, la que hizo que te juraras a ti mismo que no volverías a toparte con ella.

Pero da igual lo que te propongas, da igual lo fuerte que piensas que puedes llegar a ser, porque esa piedra vuelve a aparecer en tu vida, camuflada, disfrazada para que no puedas reconocerla... y de repente la ves a lo lejos, y te acercas a ella curioso, al principio con precaución, después empiezas a confiar, porque no es la piedra que conociste, sabes que tienes que tener cuidado para no dar un traspiés con ella, pero crees que con observar bien por dónde caminas es suficiente... pero no lo es, y al final tropiezas, caes, te arañas las manos, te golpeas la boca, la barbilla, te quedas con las rodillas peladas, pero lo peor son los daños que no se ven, los daños internos: el orgullo herido por no haber sido capaz de esquivarla, la decepción por haberte fallado a ti mismo, el dolor que ya conoces después de la anterior caída...y saber qué es lo siguiente que va a ocurrir. Sabes que lo que toca es levantarse, pero el proceso es lento, costoso, muy difícil. Sabes que muchas lágrimas van a correr por tus mejillas, sabes que vas a sonreír fugazmente por los recuerdos aleatorios que vienen a tu cabeza y que enseguida volverás a tener ganas de llorar, sabes que no vas a percibir la realidad del mismo modo, que ese camino que recorrías antes, ahora será distinto, que esa ventana que te llevaba a un nuevo mundo ya no lo hará, que no estarás pendiente del móvil porque no va a sonar, sabes que cuando escuches esa canción que antes te iluminaba, ahora sólo te traerá tristeza, sabes que verás a esa persona en cualquier parte...pero nunca será ella, que siempre tendrás la esperanza de volverla a ver por esas calles, pero que no pasará... Y con el tiempo te das cuenta de que, a pesar de las cicatrices y el dolor, los buenos ratos fueron muchos, y es entonces cuando te sientes feliz por esa caída, porque sabes que eres más fuerte para poder levantarte de nuevo y porque después de sacudir la tierra de las manos y las rodillas, sabes que ha merecido la pena.

Gabriela Mistral escribió: "Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino". 


2 comentarios:

  1. esactamente asÍ estoy...siempre encontrando la misma piedra con caras diferentes!!!Que cansada estoy..... :-/

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  2. Tenemos que poner mil ojos y saltárnosla la próxima vez, a no ser que en el fondo queramos tropezar con ella... =)

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Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)