domingo, 30 de septiembre de 2012

Bichos del demonio

Todo fue entrar por la puerta, encender la luz y verla... Se paseaba a sus anchas, señoreándose, sin esconderse lo más mínimo, delante de mis narices, como haciéndome burla, diciéndome "¡Eah!, ¡aquí estoy!,  no me das miedo...¡a ver de lo que eres capaz!". Y conmigo no se juega... La veda quedó abierta, era ella o yo... La cacería dio comienzo...

Solté las bolsas que traía, el bolso, el abrigo, las llaves y bártulos varios que no me dejaban maniobrar libremente, me metí en el cuarto de los trastos y me enfundé el traje de batalla: guantes de goma, mascarilla,  gafas protectoras, gorro, patucos desechables y me armé con aerosol y cepillo en mano. Durante ese tiempo, no le quité ojo, allí seguía, pendiente de mí, desafiándome, retándome a comenzar la lucha encarnizada... Y entré al trapo... Empezó a correr y yo a perseguirla, fintaba para despistarme pero no contaba con mi astucia: estudié la frecuencia de sus movimientos zigzagueantes y la rocié con spray cuando  ella pensaba que se encontraba a salvo, fue el primer tanto a mi favor. Se escondió en el quicio de la puerta, camuflándose con los nudos de la madera y aproveché la ocasión para propinarle una nueva ducha de aerosol, lo que la hizo sentirse confusa y salir de su escondrijo... Aprovechando que yacía boca arriba, me preparé para asestarle el golpe de gracia con el cepillo, pero al levantar el arma con todo el ímpetu que causaba en mí la situación que estaba viviendo, noté que chocaba con algo, algo duro que provocó un ruido sordo, algo que no recordaba que estaba ahí... ¡mierda!, ¡el reloj de pared!, me retiré lo más rápido que pude, menos mal que mis reflejos son bastante buenos, si no habría perdido un par de dedos de los pies, el ruido fue ensordecedor, cristales rotos por el suelo, las saetas y el péndulo doblados y el cuco asomado observándome con mirada acusadora... Volví a la realidad después del altercado con el señor "Tempus Fugit" y vi que mi enemiga ya no estaba... ¡se había escapado!... o no... estaba riéndose de mí, a mi derecha,  junto a la escalera, dispuesta a subir por las paredes si era necesario, parece que el spray no le había hecho más que cosquillas... Cargué contra ella y empezó a huir, pero en esta ocasión, le corté el paso cerrando la puerta, pero se metió por la rendija inferior... y yo me partí la boca con la dichosa puerta... Esto ya estaba pasando de castaño a oscuro, se había colado en la cocina, eso era terreno prohibido para cualquier individua de más de dos pies... La situación en la que me vi inmersa tres minutos después era similar a la de las películas: cacharros por el suelo, vasos y platos rotos, sillas volcadas, puertas de muebles abiertas, aceitera volcada sobre la encimera, ... Un labio partido, un chichón en la cabeza, un par de cortes en la mano, ojos irritados del spray, dos dedos lastimados por pillármelos con un cajón y un tobillo fastidiado por el peso muerto de una silla sobre él son el resultado de la guerra que se libró anoche en mi casa, en la que por cierto, no hubo ninguna baja... hasta que, enfadada, dolorida y derrotada, me senté en el suelo de la cocina y oí un "crack"... Esta mañana he quemado mis vaqueros favoritos,... pero lo peor es que me da pánico que mi madre vuelva a casa...



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