sábado, 22 de septiembre de 2012

Hogar, dulce hogar

Pintar la fachada. Sólo necesitaba un lavado de cara, una manita de pintura y como nueva...un mojón (y perdón por la expresión). Me he comprado una casa. Sí, aprovechando el tema este de la crisis y la bajada de precios, me he hecho con una casita adosada del año 78, pensando que era de 1978, pero creo que se acerca más bien al siglo XIX... 

La fachada me causó un poco de recelo, mi instinto me decía que había algo que no terminaría de gustarme, pero decidí darle una oportunidad y entrar a verla por dentro, porque siempre se ha dicho que la belleza está en el interior... y así fue. Encontré la casa de mis sueños: cuatro dormitorios enormes, el salón contiguo a la cocina, chimenea, sótano diáfano del tamaño de la planta, un baño gigantesco, cocina comunicada con un patio cubierto, azotea, patio descubierto en la planta superior... Así que me tiré de cabeza, no dejaría que nadie me la arrebatara. 

La misma tarde que me entregaron las llaves fui a verla de nuevo sin los muebles de los antiguos dueños. Estaba ansiosa por descubrir nuevos rincones, cosas que se me habían pasado por alto en la visita con el amable señor de la inmobiliaria... y vaya si los descubrí. Lo primero que hice fue intentar guardar el coche en la cochera...MEEEEEC error, mi coche no cabe. ¡¡Un ford fiesta minúsculo y no puedo echar la persiana cuando está dentro!! Bueno, no hay mal que por bien no venga, siempre he querido un smart biplaza... Así que en lugar de entrar por la cochera, inauguré el acceso a mi nueva casa por la puerta principal, como la ocasión se merecía. Recorrí el pasillo entre nerviosa e ilusionada, hasta que me topé con ellos: los plintos más feos que he visto en toda mi vida, no porque los plintos fueran feos en sí mismos, sino por el color de suelo con el que intentaban hacer juego, no se puede tener un suelo de mármol verde con unos rodapiés de color marrón caca... Mi sueño se estaba cayendo a pedazos...literalmente porque al asomarme a la cocina, vi algo en el suelo, algo que no estaba ahí la vez anterior, eran azulejos rotos... Sí, mi cocina se estaba viniendo abajo, pero si no era suficiente con eso, el suelo estaba levantado y roto por las esquinas... Hay más... Por si fuera poco, el baño de arriba tenía los azulejos pintados para tapar las grietas y roturas que tenían, la bañera estaba partida y el inodoro campaba a sus anchas por el suelo como una lavadora en pleno centrifugado. Lo del sótano ya fue el remate...las paredes son de albero, lo que quiere decir que la humedad está garantizada, así que toca echar paredes nuevas con una buena capa de aislante...

No parece demasiado arreglo, ¿verdad?. Paciencia. El día que mis padres fueron a conocer la casa, a mi querido padre, se le ocurrió la idea de desmontar un enchufe... nos desveló la aterradora realidad de la instalación eléctrica: triplan por toda la casa. Las esperanzas de tener unas pocas habitaciones libres de ser agujereadas, taladradas, perforadas o pintadas...al garete. Estaba a punto de echarme a llorar, cuando mi madre casi se cae al tropezar con una toma de agua de la cocina... y lloré cuando su traspiés desencadenó tal efecto mariposa que tiró toda la pared de azulejos y reveló que las tuberías de la casa eran de hierro...

Dos años después, y debido a los "poyaque", tengo un agujero en la pared que comunica el salón con la cocina la cual no tiene azulejos ni suelo, un proyecto de aseo en la planta baja, tres huecos de ventana nuevos tapados con un plástico, el baño de arriba totalmente en bruto y un montón de regolas mal tapadas para las tuberías del agua... Ayer vino el electricista y me marcó todas las paredes que tengo que abrir para meter el cableado, y digo "todas las paredes" porque no ha dejado que se salve ni una... En fin, voy a comprar pintura para darle un lavado de cara a la fachada, que dicen los vecinos que es una pena porque afea mucho la casa...


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