sábado, 3 de noviembre de 2012

Sueños

Aún no sé si todo ha sido un sueño. Al despertarme esta mañana, sentí el roce suave de unos dedos por mis hombros, unos labios regando mi cuello de besos con una ternura indescriptible, unas manos que abrazaban mi vientre y me apretaban contra él, dejándome sentir su calor, estrechándome contra su cuerpo, un susurro en mi oído con las palabras "te quiero", un mosdisquito en el lóbulo de la oreja y el sonido del aire al escaparse una sonrisa... quise darme la vuelta, pero sabía que no estaba ahí, que sólo había sido mi imaginación, lo que no tenía claro es si era un sueño o un recuerdo... y fue entonces cuando me incorporé y sentí mi cuerpo dulcemente dolorido con una mezcla de agujetas y cansancio muscular, y supe que no lo había soñado, supe que pasó...

Supe que ese plano que me dio para jugar a la búsqueda del tesoro a la salida de clases fue real, que lo que encontré al alcanzar el punto de la X no se me podría haber pasado por la cabeza ni en mis mejores sueños. Supe que ese festín de delicias, de miradas, de sonrisas, de besos, de caricias, de ganas de devorarnos, no había sido cosa de mi imaginación. Supe que las horas que pasamos tirados en el suelo escuchando música de fondo, los ratos de risas, de cosquillas, los momentos en que la pasión se apoderó de nosotros, en que parecía que íbamos a arrancarnos la piel a bocados, en que clavamos las uñas el uno en la espalda del otro, en que nuestras manos se buscaban desesperadamente, en que nuestras gargantas sólo podían emitir gemidos y gritos ahogados y nuestros cuerpos se fundieron en uno, eran reales. Supe que la conversación plagada de bromas, de sentimientos, de emociones, de recuerdos, de confesiones, de sinceridad, de complicidad y de una infinidad de sensaciones y momentos mágicos, sin más ropa que una camiseta, con mi cabeza descansando en su pecho mientras nuestras manos jugaban revoltosas regalándonos caricias, sucedió de verdad. Supe que ese cielo lleno de nubes que vimos en la azotea, ese cielo que dejaba ver un sol tímido de forma intermitente, ese cielo que empezó a derramar sobre nosotros pequeñas gotas de lluvia mientras hablamos de que por un instante sentimos que ésa era nuestra vida, asomados a la baranda, mirando hacia la calle, viendo a la gente pasar, uno al lado del otro y nada ni nadie más, supe que todo había ocurrido...

Y entonces me di cuenta de que habíamos conseguido robarle al reloj de nuestro día a día diez horas, y que ese reloj jugó a su antojo con la relatividad del tiempo e hizo que las diez horas parecieran diez minutos. Y me di cuenta de que ahora mismo es lo único que me importa, robarle tiempo al reloj de mi vida para compartirlo con él y dejar a un lado todo lo demás, me di cuenta de que las clases son prescindibles, de que por instinto, le quito ese tiempo a la persona a la que le pertenece legítimamente, y que no puedo evitarlo, y no me siento culpable porque soy feliz. Y seguir con la sensación de que estamos viviendo un sueño... un sueño del que por mucho que nos pellizcamos no conseguimos despertar... y es que quizá no sea un sueño... quizás estemos disfrutando de lo más bonito que hayamos vivido nunca y nos cueste darnos cuenta... quizás estemos más que despiertos y nos dé miedo que todo ésto se vaya tal como vino... sin avisar, como llegan las cosas buenas y como terminan los sueños...

Ninon de Lenclos dijo: "Cuando nuestros sueños se han cumplido es cuando comprendemos la riqueza de nuestra imaginación y la pobreza de la realidad".


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