miércoles, 24 de octubre de 2012

Cuando menos te lo esperas...

¿En qué momento empezó todo?¿Cuándo dejó de ser un entretenimiento para convertirse en algo que realmente me importaba? No lo sé. No sé cuál fue el comienzo, no sé qué cambió, no sé qué ocurrió, no sé por qué, sólo sé que de repente pasó...

Todo comenzó como un simple pacto, un acuerdo para pasar un buen rato, simplemente era un tiramillas: pasarlo bien y nada de sentimientos y, al principio, lo fue... Tengo las imágenes de los primeros días grabadas en mi cabeza. Recuerdo un encuentro en una rotonda, un cruce de miradas, recuerdo verlo parar el coche y recuerdo como salí corriendo para casa entre descolocada y temerosa. Recuerdo quedar con él en una cochera y pasar una hora y pico de pie, hablando, sin apenas mirarnos a los ojos, recuerdo que fue una situación extraña pero que ambos estábamos cómodos dadas las circunstancias. Hoy en día, aún recuerdo que pensé que no quería volver a verlo, pero había algo que no dejaba que fuera así, de modo que volvimos a quedar, recuerdo que le dije que lo mejor para que no quisiera seguir viéndome era pasar conmigo dos horas seguidas, recuerdo que me dijo que mi remedio era un mojón y me miró a los ojos, y entre divertido y tranquilo, reprimiendo una sonrisa con la boca, pero no con los ojos, me pidió un beso, bueno no, me preguntó si podía darme un beso, y sin saber por qué, asentí.

Recuerdo los encuentros furtivos, encerrados en un coche en cualquier aparcamiento, escondiéndonos del mundo, recuerdo hablar mucho, escuchar la radio y algún beso ocasional, recuerdo que me acariciaba la mejilla y que yo cerraba los ojos y me fundía con su mano, recuerdo una mirada tierna, llena de un cariño no pactado, que se mantenía fija en mis ojos mientras me besaba el dorso de la mano, recuerdo el roce sutil de sus dedos por el borde de mi blusa, los anillos que hacía jugando con mi pelo, me di cuenta de que esa forma de acariciar no era la de un entretenimiento vacío. Recuerdo que pronto dejó de ser un tiramillas, que todo cambió para los dos en poco tiempo, recuerdo que fue cuestión de vernos cuatro o cinco veces para que nuestras miradas delataran lo que nosotros callábamos. Recuerdo haber levantado un muro en una ocasión, un muro contra lo que podía hacerme daño, y dejarlo caer inconscientemente de un día para otro. Recuerdo no querer ilusionarme y no dejarme llevar porque no podíamos permitírnoslo, porque ambos teníamos una vida, recuerdo que la curiosidad mató al gato y a mí me dio un bofetón y que por cotillear en su facebook me topé de bruces con esa parte de su vida en la que yo no estaba presente y que seguía existiendo de forma paralela a nuestros encuentros. Recuerdo que le dije que al día siguiente tenía que contarle algo, recuerdo que iba a despedirme contra mi voluntad, antes de que todo explotara, antes de volar más alto, recuerdo que estuve a punto de romper el pacto del tiramillas y recuerdo que al final reculé y le dije que era muy bonito el suelo de su casa...

Recuerdo que tras quince o veinte días me dijo que teníamos que hablar, recuerdo que una parte de mí estaba tranquila, pero que la otra parte estaba aterrorizada. Recuerdo un café en cualquier cafetería de cualquier pueblo perdido y una frase: "en menos de un mes ha estado a punto de escapárseme un te quiero más de una vez". Recuerdo dejar de escondernos en ese momento, porque no había nada que mostrar a nadie, sólo a nosotros mismos, recuerdo sus ojos fijos en los míos, unos ojos que me lo decían todo, sin necesidad de palabras y que no necesité explicarle nada, que él lo entendió todo con sólo una mirada. A partir de aquella tarde nada ha vuelto a ser igual, nunca sé lo que me espera cada día, cada segundo con él es una ilusión, una sorpresa, es una sonrisa permanente, cada segundo que podemos robarle al reloj de nuestras vidas lo es todo. No sé qué he hecho para merecer lo que estoy viviendo, no sé si después vendrán lágrimas, sé que no está bien si tenemos que escondernos, pero no veo nada de malo en ser feliz y por una vez en mi vida, soy completamente feliz y me atrevo a decir que los dos lo somos...

Benjamin Franklin dijo: "La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días".



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)