domingo, 7 de octubre de 2012

Y comieron perdices

Yo soy de la generación que se crió con las películas Disney. Desde antes de tener uso de razón, cosa que aún no sé si tengo, he somatizado las moralejas que contaban los cuentos de las distintas princesas y personajes. 

Blancanieves me enseñó que podía encontrar la felicidad en el lugar menos esperado; de Ariel aprendí que hay que luchar por lo que uno quiere y que todo requiere un sacrificio; Aurora, la bella durmiente, me mostró que todo llega, que sólo es cuestión de esperar con paciencia, aunque tengan que pasar cien años; Cenicienta me ayudó a creer en las casualidades, en los milagros; Jasmín me hizo entender que el amor no tiene nada que ver con las clases sociales; de Bella aprendí que la belleza está en el interior y que no se puede juzgar un libro por su portada; Jane me enseñó que cuando hay amor lo demás no importa, que hay que saber distinguir lo que de verdad merece la pena; con Pocahontas entendí que las diferencias raciales son una barrera a superar y que es algo que está en nuestras manos. Ya con el Rey León, Disney empezó  a mostrarme que en la vida, hay momentos muy difíciles, pero que no está permitido abandonar; el pobre Quasimodo me enseñó que no siempre el amor triunfa, pero que cuando de verdad se ama a una persona, lo único que se quiere es su felicidad; Pinocho me hizo entender que hay que perseguir los sueños, pero que no siempre es fácil conseguirlos y que el camino que lleva hacia ellos, está lleno de trampas y piedras; el pequeño Dumbo me mostró lo incondicional que es el amor de una madre y que lo que nos diferencia de los demás no debe avergonzarnos, porque es lo que nos hace únicos; con Peter Pan aprendí que, a pesar del paso de los años, siempre quedará un niño en nuestro interior y Meg me enseñó que el amor es más poderoso que cualquier fuerza física, incluida la de Hércules. 

Disney me hizo creer en los finales felices, pero con los años, he aprendido que el "y comieron perdices" no existe. A lo largo de los años, se viven momentos de mayor o menor felicidad, momentos duros, momentos  que pasan indiferentes, pero con mi experiencia, me he dado cuenta de que no existen los finales felices que esas películas nos vendieron.

"No quiero un final feliz, quiero una vida llena de momentos de felicidad porque el final siempre es triste".


2 comentarios:

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)