sábado, 6 de octubre de 2012

A jugar

Hace algunos años me aficioné a jugar a los Sims. Al principio me dedicaba a volcar mis deseos frustrados sobre los personajes que creaba, los avenates que me daban durante la adolescencia...


Me dediqué a crear un avatar de mí misma y, para que no estuviera sola en ese mundo tan extenso, inventé un personaje masculino que acompañara a mi yo virtual en las distintas fases de su vida. Al principio, mi objetivo era que se enamoraran, que experimentaran la limerencia en sus propias carnes imaginarias: cenitas con velas, miradas intensas, caricias sutiles, besos tímidos al principio, el comienzo de un noviazgo... Después llegaba la hora de formalizar la relación: pedida de mano, boda íntima y una luna de miel apasionada, desatada, todo el día en la cama, con risas y complicidad. Lo siguiente fue aumentar la familia, pero para eso, tenían que tener un buen trabajo, él se dedicaba a ascender en su carrera profesional y ella tenía la baja maternal cada dos o tres días, que era el tiempo que tardaba en nacer una nueva criaturita, si era niña, su nombre era Europa, Valeria o Victoria y si era niño, Javi, Fernando o Manuel Jesús. Al final se juntaban en la misma casa dos adultos y siete u ocho hermanos que se criaban entre ellos, porque el padre estaba todo el día trabajando y la madre tumbada en la cama con nauseas y una barriga de no te menees. 

Cuando me di cuenta de lo aburrido que era crear una familia convencional, empecé a innovar. La Sim que me representaba empezó a coquetear con toda persona que se le acercara, fuera hombre o mujer, si era un personaje masculino, ella acababa embarazada de cualquiera, aprovechando las aspiraciones familiares del que fuera su esposo, que criaba a los niños de medio vecindario, y si era mujer, simplemente se dedicaban a darse placer en la cama. En otra ocasión intenté que ella se metiera en la cocina, pero no fue buena idea, porque la casa acabó ardiendo, llamaron a los bomberos y ella acabó con una manguera distinta entre sus manos... De vez en cuando, algún Sim moría y su fantasma pululaba de noche por la casa para jugar al ajedrez o ver la tele en compañía, cuando se juntaba más de uno montaban fiestas o se dedicaban a asustar a los mortales, que en ocasiones se unían a ellos porque el susto resultaba ser letal. Estos fantasmas también cuidaban a los bebés, les enseñaban a caminar, a andar, jugaban con ellos o los alimentaban, aunque en ocasiones, hacían las veces de poltergeists y se adueñaban de los electrodomésticos dando calambrazos a diestro y siniestro a todo Sim que se atreviera a manipularlos. Otra causa de muerte era el orgullo del macho que no tiene nada de manitas, pero que se empeñaba en arreglar la televisión o el microondas cuando estaban estropeados... y claro, al final acababan con la cara como Baltasar y los pelos tiesos...

Esta mañana he vuelto a jugar y recordar viejos tiempos, pero, o el juego ha cambiado mucho o mi percepción del mismo ha cambiado con los años: cuando los vecinos vinieron a dar la bienvenida a mis Sims, ha llegado un furgón de policía hasta arriba de agentes que se han lanzado sobre los habitantes de Villa-Verde y los han mandado al hospital, los padres han ido a trabajar y han vuelto a casa desempleados porque la empresa preveía pérdidas, cuando la madre fue a dar a luz al hospital de la seguridad social, le hicieron pagar no sé qué cosa del copago, los niños ya no jugaban entre ellos, sino que estaban enganchados a sus  teléfonos móviles y en las noticias de la tele salió un Sim con barba que decía que estaban corriendo tiempos de austeridad... Parece que ya no hay forma de escapar de la realidad...

** Si leíste la entrada "El patito feo" habrás visto que el principio es igual que el de esta entrada. Empecé a intentar escribir algo gracioso y acabé hablando de algo más serio, pero no quería perder la oportunidad de soltar un chascarrillo aprovechando este juego.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)