lunes, 27 de agosto de 2012

Crisis

Hoy es uno de esos días en que se tuerce todo. En el mismo momento en que me ha sonado el despertador le he dado un manotazo para callarlo, quería seguir durmiendo, como otras muchas mañanas. Me he levantado de la cama con un dolor de espalda de esos que te dejan sin poder moverte durante un buen rato y al ponerme las chanclas, una se me ha roto y he dado un tropezón, aunque por suerte no he llegado a caerme. Siguiendo mi rutina he entrado en el baño a lavarme la cara, las manos y cepillarme el pelo para recogérmelo, me he puesto frente al espejo... y ahí estaba, tiesa, mirándome, regodeándose, riéndose de mí... ¡¡UNA CANA!! No sabía qué hacer, no estaba preparada para esto... la sujeté entre los dedos índice y pulgar y di un pequeño tirón...no salió, volví a intentarlo pero esta vez con más fuerza...esta vez sí conseguí soltarla...entonces caí en la cuenta, recordé ese dicho popular que no tiene base científica y que seguro que está rozando la leyenda urbana, pero por si acaso no te arriesgas, no cometes esa locura, no te arrancas una cana porque salen siete.

Así que ahora me toca madurar de repente, yo que era una niña ilusa, infantil y despreocupada...Ahora tendré que pensar en sentar la cabeza y en buscar un buen tinte. Pero en fin, así es la vida con sus regalos sorpresa, que llegan sin avisar y sin ningún motivo especial.


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