lunes, 20 de agosto de 2012

Una explicación científica

No sé si es cosa de familia, si esto lo da la genética o la experiencia, sólo sé que cualquier día me va a costar un buen disgusto.

Cuando pienso en la genética, me acuerdo de mi abuela, ella y yo tenemos el mismo problema, nos orientamos peor que una brújula de caramelo. Recuerdo una vez que fui con mis padres a recoger a mis abuelos a la estación del tren, un apunte importante es que en aquella época no existían los teléfonos móviles, y mis padres me dijeron que entrara yo a buscarlos, mientras ellos aparcaban. Yo no sé cómo me las apañé, que encontrarlos, los encontré, pero cuando fuimos a salir por la puerta de la estación, no recordaba por cuál había entrado, así que estuvimos más de media hora dando vueltas hasta que por fin nos encontraron mis padres.

En lo que respecta a la experiencia, pienso en mi padre. De pequeña pasaba mucho tiempo con él y creo que se me ha pegado su despiste. Es la típica persona que se vuelve loca buscando el mando de la tele y lo tiene en la mano. Yo creo que lo mío simplemente es cuajo. Hoy me he parado a echar gasoil, he pagado en metálico y he entregado una tarjeta para que me hagan una factura, la mujer de la gasolinera me ha dado el ticket para firmarlo y me he quedado con la copia. He salido del despacho y, cuando estaba llegando al coche, escucho por megafonía la voz de la dependienta sin prestarle ninguna atención. Al ver que no dejaba de hablar y que su tono era cada vez más insistente, me di la vuelta, tampoco sé para qué, si de lejos no veo un pimiento, hasta que por fin oigo: "a ti, sí, es a ti, chica". Volví sobre mis pasos de nuevo hasta el mostrador y me dice la mujer que me había dejado la tarjeta. No parece demasiado grave, pero no puedo obviar el hecho de que yo era la única clienta de la gasolinera, ahora me paro a pensar y no sé a quién más iba a estar hablándole...

Otro de mis altercados ocurrió arreglando el ordenador de mi padre. Por poco estoy todavía peleándome con el cable de red. Lo que sucedía era imposible: conectaba el cable de red directamente al equipo y no detectaba nada... Ocurre que el buen hombre tiene un ordenador viejo de sobremesa encima del  escritorio (una antigua reliquia) y en una bandeja a nivel del suelo está la torre en uso..sí, el cable de red lo estaba enchufando en la reliquia, pero lo peor no es eso, lo peor es que tardé más de media hora en darme cuenta.

Pero este problema mío con el despiste se remonta a edades muy tempranas, no pienses que es cosa reciente. En colaboración con mi padre, gracias al cual perdía el autobús del colegio una de cada dos veces, en una ocasión me fui al colegio sin falda. Y todo viene porque a mi señor padre, le han gustado demasiado los dibujos animados, así que entre una y otro, nos quedábamos viendo los pitufos por la mañana temprano y cuando mirábamos el reloj, hacía cinco minutos que el autobús había pasado, así que acababa siempre teniendo que llevarme al colegio.

En fin, me gustaría tener una explicación científica para estos hechos que acontecen en mi vida de forma tan embarazosa, aunque yo sigo pensando que simplemente se trata de cuajo, un cuajo exagerado, eso sí, pero cuajo al fin y al cabo. De momento me conformo con seguir viva y de una pieza.

Me queda el consuelo de que "Todos los genios son despistados".


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