martes, 9 de abril de 2013

Cómo cambia el cuento...

Esta mañana me he despertado con uno de esos días en que te da por reflexionar, y me he puesto a hacer un repaso de lo que es mi vida ahora, uno de esos días en los que te das cuenta de que, realmente, el tiempo pasa y no en balde...

No hace tanto, mi vida estaba encauzada, prácticamente resuelta: tenía buena relación con mis padres, novio desde que era adolescente, una casa recién comprada que estábamos reformando a nuestro gusto sin olvidarnos de los niños que queríamos tener, la carrera casi acabada y un empleo asegurado al terminar, tres sobrinos a los que adoraba, una familia política que me quería como si siempre hubiera formado parte de ellos... lo que ya he dicho, mi vida solucionada al fin y al cabo...

Los problemas empezaron cuando me di cuenta de que lo que estaba haciendo no era vivir, sino sobrevivir: ya no tenía esa sonrisa tonta que te sale cuando eres feliz, ya no existía ese brillo en mis ojos, ya no había temas de conversación ni nada que hacer juntos, ya no quería estar a solas con él porque acabábamos discutiendo, intentaba retrasar todo lo posible el momento de quedar para que las horas juntos fueran las menos posibles, le decía que teníamos que hablar, que las cosas no estaban bien... y él decía que eran tonterías mías... siempre eran tonterías mías... y fue entonces cuando me resigné y pensé que seguramente tenía razón, sólo eran fantasmas que veía yo... Hasta que apareció él...

Y descubrí que es posible despertar cada día con una sonrisa, y que ese brillo permanecía en mis ojos de forma perenne, y que reía con ganas como no lo había hecho nunca... fui consciente de que por primera vez en muchos años estaba dedicándome a vivir, que era feliz... Y también por primera vez, me replanteé cambiar las cosas, dejarlo todo atrás, y me di cuenta de que lo único que me daba pena dejar atrás era a los que hasta entonces habían sido mis sobrinos y que si daba el paso, dejarían de serlo... y lo dejé todo...

En un año, mi vida no tiene nada que ver con lo que era: no pasa un día en que no haya reído a carcajadas, no ha habido un sólo día que no haya merecido la pena... lo único que empaña esta felicidad, es la relación con mis padres, ya no me hablan apenas y no dejan de reprocharme todo esto, yo pienso que deberían alegrarse por mí, que deberían ser felices porque ya no vuelvo a casa cada día con los ojos hinchados de llorar... pero supongo que no se puede tener todo en la vida...


2 comentarios:

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)