martes, 31 de julio de 2012

A contracorazón

Hoy me apetece verte, te echo de menos, estar contigo, acercarme a tu coche mientras esperas a que llegue sentado en el asiento del piloto sonriéndome, observar por el rabillo del ojo cómo me miras cuando quizá crees que no me doy cuenta, no decir nada, ver la expresión de tu cara mientras hablamos, jugar con las manos nerviosa por no saber qué hacer con ellas, querer acercarme y, en su lugar, alejarme, rozar tu mano con mi meñique tímido, esconder dos palabras, escucharte atenta al decirme que me viste marchar, no ser capaz de mantener tu mirada por miedo a lo que tus ojos me digan, sentir tu mano en mi mejilla, sentir cómo me retiras el pelo de la cara. Miro mi móvil, no suena, no sé nada de ti desde hace cuarenta y ocho horas, quiero llamarte, no tengo nada que hablar, sólo quiero oír tu voz, quiero decirte que estaré cerca esta mañana, dando una vuelta, esperando verte por ahí arriba, jugando al ratón y al gato.

Hoy no puedo verte, no puedo llamarte, no puedo saber cómo estás, en qué piensas. Hoy tengo que hacer lo que debo, lo que estoy obligada a hacer, quizás a lo que estamos obligados. Hoy no se trata de vivir, sino sólo de actuar como si lo estuviera haciendo. Si pudiera vivir, iría allí con cualquier excusa, te pediría prestada una película, me llegaría a una tienda cercana. Si hoy pudiera vivir te llamaría sin rodeos para decirte que te tomaras algo conmigo, pasar la tarde fuera, esta vez sí. Pero toca actuar, toca respetar esa barrera invisible que imponemos nosotros mismos para no hacer lo que queremos, poniendo como excusa que no es correcto, que la gente ve, oye y luego habla, que podemos hacer daño...no, no podemos hacer daño, es seguro que lo haremos. Siempre sale alguien lastimado. Si me apetece vivir este rato contigo ¿por qué está mal? Tengo que callar todo lo que quisiera decirte porque no es correcto, por no hacer daño, porque la gente...tengo que conformarme con los pequeños ratos que podías dedicarme, esas migajas que para mí son un banquete, tengo que hacer un esfuerzo cuando te tengo enfrente para no sobrepasar esa barrera que separa lo correcto de lo que, para mí, significa vivir. Al final, es mejor callar, no moverme, no llamarte, no soñar, ser yo misma quien soporta el daño para que nadie más se vea perjudicado. Al final todo se trata de actuar, de hacer lo que se debe. Al final todo se trata de ir a contracorazón.

Blaise Pascal dijo: "El corazón tiene razones que la razón no conoce".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Me encanta que me escribas, sigue haciéndolo. Gracias =)