martes, 31 de julio de 2012

A contracorazón

Hoy me apetece verte, te echo de menos, estar contigo, acercarme a tu coche mientras esperas a que llegue sentado en el asiento del piloto sonriéndome, observar por el rabillo del ojo cómo me miras cuando quizá crees que no me doy cuenta, no decir nada, ver la expresión de tu cara mientras hablamos, jugar con las manos nerviosa por no saber qué hacer con ellas, querer acercarme y, en su lugar, alejarme, rozar tu mano con mi meñique tímido, esconder dos palabras, escucharte atenta al decirme que me viste marchar, no ser capaz de mantener tu mirada por miedo a lo que tus ojos me digan, sentir tu mano en mi mejilla, sentir cómo me retiras el pelo de la cara. Miro mi móvil, no suena, no sé nada de ti desde hace cuarenta y ocho horas, quiero llamarte, no tengo nada que hablar, sólo quiero oír tu voz, quiero decirte que estaré cerca esta mañana, dando una vuelta, esperando verte por ahí arriba, jugando al ratón y al gato.

Hoy no puedo verte, no puedo llamarte, no puedo saber cómo estás, en qué piensas. Hoy tengo que hacer lo que debo, lo que estoy obligada a hacer, quizás a lo que estamos obligados. Hoy no se trata de vivir, sino sólo de actuar como si lo estuviera haciendo. Si pudiera vivir, iría allí con cualquier excusa, te pediría prestada una película, me llegaría a una tienda cercana. Si hoy pudiera vivir te llamaría sin rodeos para decirte que te tomaras algo conmigo, pasar la tarde fuera, esta vez sí. Pero toca actuar, toca respetar esa barrera invisible que imponemos nosotros mismos para no hacer lo que queremos, poniendo como excusa que no es correcto, que la gente ve, oye y luego habla, que podemos hacer daño...no, no podemos hacer daño, es seguro que lo haremos. Siempre sale alguien lastimado. Si me apetece vivir este rato contigo ¿por qué está mal? Tengo que callar todo lo que quisiera decirte porque no es correcto, por no hacer daño, porque la gente...tengo que conformarme con los pequeños ratos que podías dedicarme, esas migajas que para mí son un banquete, tengo que hacer un esfuerzo cuando te tengo enfrente para no sobrepasar esa barrera que separa lo correcto de lo que, para mí, significa vivir. Al final, es mejor callar, no moverme, no llamarte, no soñar, ser yo misma quien soporta el daño para que nadie más se vea perjudicado. Al final todo se trata de actuar, de hacer lo que se debe. Al final todo se trata de ir a contracorazón.

Blaise Pascal dijo: "El corazón tiene razones que la razón no conoce".

domingo, 29 de julio de 2012

Aniversario

"Sustantivo masculino. Día en que se cumplen años de algún suceso." Esta es la definición de aniversario según el diccionario. Sin embargo, cada un@ tiene su propia definición de esta palabra. A un@s les recuerda el día en que perdieron a alguien, posiblemente uno de los días más tristes de su vida, para otr@s puede que signifique el inicio de algo, una inauguración, un nacimiento, un noviazgo, un matrimonio, una vida juntos.

Hoy es mi aniversario y no sé cómo me siento, no sé cómo debo sentirme, no sé qué celebrar, no sé si obviarlo, comportarme como si fuera cualquier otro día. Hoy no sé nada.

Pienso en este mismo día, hace nueve años, cuando empezó mi nueva vida, cuando tenía una sonrisa en la cara, cuando tenía ilusiones para los aniversarios. Pienso en ese primer beso, en la primera caricia, en la primera mirada de complicidad. Recuerdo la estación del tren, recuerdo un "¿qué pasa, guapetona?", recuerdo subirme a un coche con un faro roto, lo recuerdo ponerse en marcha con la puerta del copiloto mal cerrada, recuerdo estar nerviosa, recuerdo tomar un refresco en una cafetería, no recuerdo de qué hable, no recuerdo qué escuché, recuerdo compartir una ensalada kentucky y un sandwich mixto, recuerdo ver muchas servilletas sucias en la mesa, recuerdo salir corriendo para comprar la entrada del cine y casi llegar tarde a la sesión de las 16:00, recuerdo la sala casi vacía, recuerdo una película pésima que a mí me pareció la mejor del mundo, recuerdo compartir las chucherías que había comprado esa mañana, recuerdo mis uñas haciendo cosquillas en su antebrazo con miedo a rozar sus manos, recuerdo un beso en la película y una mirada que me pedía que yo hiciera lo mismo, recuerdo no saber cómo acaba "28 días después", recuerdo salir del cine más tranquila que cuando entré, recuerdo un paseo, recuerdo un banco y dos personas sentadas sin tener demasiada consciencia de lo que estaba pasando y de lo que iba a pasar, no recuerdo la charla, recuerdo mirar al frente y no ser capaz de sostener su mirada, recuerdo otro beso, recuerdo a la gente mirándonos, recuerdo volver al parking para recoger el coche y cómo me dijo que no se acordaba de dónde estaba aparcado, recuerdo dar vueltas buscándolo, recuerdo que no tenía prisa por encontrarlo, recuerdo volver a la estación de tren, recuerdo tomar un café, recuerdo mirar un trocito de papel que me dio preguntándome qué era, recuerdo que me contestó que el antirrobo de su coche, recuerdo un beso de despedida, recuerdo bajar al andén, recuerdo coger el tren de vuelta.

En nueve años han pasado muchas cosas, ya no soy la niña que era, ya no tengo las ilusiones que por aquél entonces tenía, ya no sonrío al verlo, ya no sé de qué hablarle, ya no sé cómo mirarle a los ojos, ya no me apetece estar con él, ya no sé cómo comportarme, ya no somos nosotros.

Desde el primer día le echamos un pulso al reloj, al calendario, empezamos por un mes, después dos, fue un logro conseguir los seis meses juntos, primeras navidades, primer San Valentín, primeros cumpleaños, después llegó el primer aniversario y seguimos peleando para no ver el final, segundo aniversario, tercero, cuarto,... no sé cuál será el último que veamos. Hoy es mi aniversario y no quiero que lo sea.

"El amor no consiste en contar los años, sino más bien, en que los años cuenten".


viernes, 27 de julio de 2012

La de la mala suerte

Abriste una ventana despertando una ilusión,
cegando por completo mi razón.
Mantuve la esperanza conociendo tu interior
sintiendo tan ajeno tu calor.
Probé de la manzana por amor...

Quiero ya no amarte y enterrar este dolor,
quiero que mi corazón te olvide,
quiero ser como tú,
quiero ser yo la fuerte.
Sólo te he pedido a cambio tu sinceridad.
Quiero que el amor al fin conteste
¿por qué siempre soy yo la de la mala suerte?

Tú vienes, me acaricias y te marchas con el sol;
me duele sólo ser tu diversión.
Dices que me amas, que no hay nadie como yo,
que soy la dueña de tu corazón
... pero alguien más está en tu habitación

No pasa nada si el amor no es perfecto
siempre y cuando sea honesto.
Ya, ¿para qué pedir perdón?
No es correcto, no puedo compartir lo que no se me dio.
No soy la dueña de tu corazón...
yo soy quién sobra en esta habitación.


Así me siento hoy, quizá mañana me sonría la buena suerte.
"Yo he hecho lo que he podido; Fortuna, lo que ha querido". Francisco de Quevedo

Ilusiones

De ellas se vive. Siempre se ha dicho eso. Yo pienso que hay que tener ilusiones para vivir, para saber vivir, para poder vivir, que las ilusiones son lo que nos da fuerzas para seguir adelante, para afrontar cada nuevo día, para superar los momentos difíciles,...pero también pienso que es imposible tenerlas siempre presentes, aferrarse a ellas en los instantes más arduos, cuando sufrimos decepciones, pérdidas, cuando sólo oímos mentiras, cuando no somos capaces de cargar el peso del mundo sobre nuestros hombros, cuando miramos al cielo y no podemos ver ni un rayito de sol, cuando echamos de menos a esa persona, cuando todo nos duele, cuando todo nos hace daño, cuando la vida no es lo suficientemente bonita para seguir viviéndola, cuando el universo que creamos a nuestro alrededor desaparece y no podemos hacer nada.

Es, probablemente, en esos momentos cuando hay que hacer memoria, intentar recordar las ilusiones que tuvimos de pequeños, de adolescentes, de adultos, las que siguen siendo ilusiones y las que dejaron de serlo. Una vez alguien me dio un buen consejo, me dijo que hiciera una lista con mis ilusiones, de ese modo podría darme cuenta de que algunas se acaban cumpliendo y percatarme así de que no es tan absurdo ser una ilusa.  Estudiar una carrera, tener casa propia, ser madrina de uno de mis sobrinos o vender mis creaciones son algunas de las ilusiones difíciles de cumplir que estaban en mi lista, ahora están tachadas y estoy añadiendo otras nuevas como casarme, ser madre, ser profesora y enseñar a las pequeñas personitas lo mejor que sepa. Me da pena pensar que las ilusiones más difíciles son las que se me han cumplido y que las más sencillas y quizá, vistas desde fuera, las más insignificantes, no van a ocurrir. Quién sabe, puede que en otra vida... Cuéntame tus ilusiones, hagamos una lista y comencemos a tacharlas juntos, una vez cumplidas.



Como tengo costumbre, te dejo una frase célebre sobre la ilusión, ésta es de Francisco Villaespesa:
"Esas ilusiones que alientan, son como las nubes: en el aire nacen y en el aire mueren".


miércoles, 25 de julio de 2012

Desengaño

No es bueno darse cuenta un día de que una persona es imprescindible para uno mismo. Darse cuenta de que si no se está en su compañía, no se es feliz, darse cuenta de que es imposible sonreír, ver lo bueno del día a día, hablar con normalidad,...pero lo peor de todo es darse cuenta de que se depende de esa persona, sentir que no se tiene nada en la vida, salvo a ella y que una sensación de vacío inunda el corazón cuando os separan metros, que parecen kilómetros, segundos que sugieren horas, sentimientos que imponen barreras, ... tan fuerte, tan cerca, pero tan lejos a la vez.

Con los años, me he dado cuenta de que no se debe querer a nadie más que a la vida propia, que no se debe amar a una persona tanto como olvidar quién se es, porque cuando ese alguien no puede estar junto a uno, la vida no sonríe, la vida duele, se esfuma, falla, se pierde, se muere estando lejos del amor, de ese amor que ilumina las noches de penumbra, que calienta el frío, que alegra las tristezas cotidianas, que alivia el dolor, ese dolor que desgarra un corazón enamorado que no tiene dueño, un dueño que lo proteja, lo cuide y lo ame todos los días de su existencia, un dueño que, cuando se marche, dejará morir a ese corazón con una simple palabra.

Pensaba que no había lágrimas más amargas que las del desamor, esas que nunca desaparecen, que siempre están ahí, visibles o invisibles, pero que se sienten dentro del pecho, dentro del corazón, dentro del alma, haciendo que los ojos escuezan, experimentando tal dolor que pareciera que nunca podríamos abandonar ese sentimiento, necesitando gritar para amainar el sufrimiento, para mitigar las dudas. Son esas dudas las que nos angustian, nos torturan, las que nos hacen preguntarnos si el amor entregado fue o no correspondido, las que desencadenan la pérdida de la confianza, esa confianza en todo aquello en lo que se creía, esa confianza en el mundo que se había creado de la nada a nuestro alrededor, ver cómo ese mundo se desmorona y se lo lleva el viento cuan castillo de arena seca en la playa. La soledad se vuelve la única compañía aceptable, las horas de comer se vuelven un calvario, el sueño es, a veces, un pequeño atisbo de cese para el sufrimiento, escasas horas en que la mente queda en blanco y el corazón consigue descansar. Las obligaciones se tornan una carga más pesada de lo que parece que se puede soportar, pero siempre se puede soportar.

Todo sería más fácil sin amor. Sin él no habría penas ni alegrías, ilusiones, decepciones, momentos románticos, desengaños, amarguras, sorpresas, ilusiones, sueños, locuras, rechazo, felicidad plena, sonrisas bobaliconas, mariposas en el estómago, silencios llenos de significado. La existencia sería más fácil, pero sólo haríamos eso, existir. No, se trata de algo más, se trata de vivir. El amor es algo efímero, su final puede hallarse más o menos cercano, pero existe, es seguro que llega, siempre lo hace, siempre con las mismas consecuencias: lágrimas, dolor, depresión quizá, hastío, apatía, aislamiento, intranquilidad... ¿es un sentimiento?¿un castigo?¿un pensamiento?¿una recompensa? Todos estos términos van unidos a lo largo de la historia de un amor, por ello es inevitable sufrir por esa realidad.

Con independencia de que se sea o no feliz, siempre se sufrirá, en el aire dejo la pregunta: ¿merece la pena enamorarse? Nadie lo evita, aunque todo el mundo conoce las consecuencias. Puede que se trate de locos, aventureros, románticos o, simplemente, seres humanos, ya que el amor es algo que no podemos obviar, que existe, que está ahí, en nuestras vidas, en nuestros sueños, nuestros pensamientos, nuestras inquietudes, es algo que no se puede evitar y toda persona conoce su huella.

Antes mencioné que pensaba que no había lágrimas más amargas que las del desamor. Es cierto, pensaba eso hace años. Ahora me he dado cuenta de que las lágrimas que más duelen son las que se lloran por amor.

Para esta entrada hay muchas frases célebres que vienen como anillo al dedo, no puedo quedarme sólo con una, elige la que más te guste.
"No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas". Paulo Coelho.
"Es tan corto el amor y es tan largo el olvido". Pablo Neruda.
"El que vive enamorado delira, a menudo se lamenta, siempre suspira y no habla sino de morir". Pietro Metastasio.
"En el amor todo ha terminado cuando uno de los amantes piensa que sería posible una ruptura". Paul Charles Bourget.





lunes, 23 de julio de 2012

18 de Marzo

Después de esta carta, no volveré a mencionar aquel 18 de marzo y, como tú dijiste, será como si aquella conversación no la hubiésemos tenido.

Llevo dándole vueltas a la cabeza desde ese día, no porque esté buscando otras opciones, sino intentando asimilar algunas cosas. En estos últimos días, he tenido una sobrecarga de información, y no sólo por lo nuestro. Me he acordado mucho de cómo nos conocimos, en diciembre de 2001 y, unos días después, el día 8, pasó algo que cambió nuestras vidas, al menos un poco. Yo recibí la ilusión de volver a empezar pero no puedo hablar sobre lo que sentiste tú. También se me han venido a la cabeza aquellos días cuando me recogías a la salida del instituto y estábamos juntos unos minutos; recuerdo nuestro primer beso y cuando me dijiste que no tenía que besarte en la forma que lo hice el primer día sólo porque los mayores besaran así. No me he desecho de tus cartas, aún las conservo guardadas en una cajita y las leo de vez en cuando. Tampoco he olvidado aquella película que íbamos a ver y que no veremos nunca.

¿Recuerdas mi libro blanco? Ya no existe, lo hice para ti, pero si no lo escribías tú, no lo quería. Recuerdo que me decías que el animal que me representaba era el delfín: bonita e inteligente. Me hiciste sentir muy especial aquel tiempo, y es algo por lo que siempre te estaré agradecida, sin embargo, pienso que que yo no te hice sentir así, que no conseguí que fueras feliz conmigo.

Recuerdo también que el día en que más tiempo pasamos juntos fue el de las notas, en el parque, sentados en un banco del Valle-Inclán, para mí fue muy especial. Por si se te ha pasado por la cabeza, nunca pensé que fueras un cobarde por tu carta de adiós, quizá fue mejor tener algo palpable para recordar que se acabó.

Esta carta que te escribo está llena de dudas, lo sé, y añadiendo una más: no sé qué quiero hacer, aunque parece que tú ya has escogido y no sé si es lo que realmente quieres, o lo que nos conviene. La próxima vez pensaré mejor las cosas antes de contestar nada, al igual que he pensado mucho lo que te digo en esta carta.

En el tiempo que hace que no hablamos, he aprendido bastantes cosas, como que el tiempo no hace olvidarlo todo, o que las palabras tienen mucho poder, y eso implica la capacidad de hacer daño. Espero no haberte hecho daño con mis palabras, sobre todo con las que dije sin pensar.

Sé que no sirve de nada lamentarse, ahora no, pero me hubiera gustado que las cosas hubiesen sido de otro modo, que yo no hubiera sido tan cría hace cuatro años y tres meses, puede que así hubieras seguido conmigo, o quizá habría conseguido llenarte más, como tú hiciste conmigo. Ahora me pongo a pensar y me doy cuenta de que no aporté nada para intentar hacerte feliz. No sé dónde estuvo el error, no sé si realmente fue la diferencia de edad que nos separaba en aquel momento, o es algo que tenías dentro de ti. Pienso que más bien sentías miedo porque yo era muy "pequeña", quizá demasiado inocente. A veces creo que pensaste que si estaba contigo, me sentiría obligada a hacer determinadas cosas para las que, seguramente, no estaba preparada, solo porque a tu edad eran normales. Puede que por eso se acabara todo tan pronto, antes de que fuera más doloroso.

Sinceramente, opino que ha sido bastante egoísta por tu parte haber decidido lo que pasaría conmigo, no haberme dejado tomar parte en algo que me afectaba directamente, deberías haberme dado un voto de confianza y decirme lo que realmente había, lo que de verdad estaba pasando, imagino que es consecuencia de tu actitud protectora. Siempre cuidaste de mí. Puede que te duela lo que voy a decirte, y es que aún te quiero. No quiero ponerte las cosas difíciles, ni a mí tampoco, pero es lo que siento. Tú has decidido alejarte lo justo para no sufrir, para que nadie lo pase mal, y yo no puedo interferir en tu decisión si es lo que realmente quieres. Sería muy fácil hacer como si nada hubiera pasado, pero las cosas no son así. Por otra parte, me pongo a pensar y sé por qué no me dijiste nada de que te habría gustado volver a intentarlo conmigo, era la única forma de saber si podría haber de nuevo un "nosotros", si no volvía a salir con nadie y te esperaba, pero eso no es justo.

Valoro tu amistad sobre todas las cosas, con esto, quiero decirte que quiero que sigamos siendo amigos pase lo que pase, que puedes contar conmigo para lo que quieras y necesites, sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, que estaré a un toque de móvil para lo que te haga falta, creo que sabes que puedes confiar en mí, que lo que me cuentes sólo será tuyo y mío. Nunca te alejes demasiado de mi vida, por favor, si fuera por mí, te pediría que ni siquiera dieras un paso atrás, que al menos, estés a mi lado, oculto. Siempre  que lo precises estaré ahí para escucharte, para hacerte compañía, no sabré aconsejarte, pero podrás desahogarte conmigo. Este párrafo es sólo una excusa para pedirte que, al menos, sigas como hasta ahora, apareciendo de vez en cuando en mi vida y haciéndome sonreír.

No te preocupes por mí, ya sabes que estoy bien. Supongo que ha llegado la hora de despedirme y zanjar el tema. Si se me ha olvidado decirte algo, lo guardaré para siempre dentro de mí. Sólo decirte que me gustaría volver a verte en persona, pero en eso tú tienes la última palabra. En cualquier caso, y pase lo que pase, muchas gracias por todo lo que me has aportado, gracias por haberme dado ilusiones, por haberme hecho reír y sonreír, por haberme dado consejo, por haberme ayudado cuando lo necesité, cuando te lo pedí y cuando no lo hice, gracias porque me hiciste sentir especial y por enseñarme que valgo más de lo que muchas veces pensé, gracias por aparecer en mi vida de improviso, por haber escrito tu dirección de correo electrónico en la mesa de dibujo, gracias por haber permanecido en mi vida después de tantos años.

"Todo en la vida es como el agua. Un flujo incesante de sueños, sentimientos y emociones que vienen y van y, que a su paso, sólo dejan los recuerdos".




viernes, 20 de julio de 2012

Silencios

Largos, cortos, incómodos, deseados, imprevistos, necesarios, sorprendentes, solitarios, compartidos, divertidos, melancólicos,... son posibles aspectos del silencio, pero todos tienen la misma esencia: están llenos; no hay ningún silencio vacío, todos guardan sentimientos y pensamientos, cosas que no quieres o no puedes decir, que tienes que callar, que sabes que están ahí, en el aire: un "te echo de menos", un "te necesito", un "te quiero", un "tenía ganas de verte", un "¿qué está pasando con nosotros?", un "esto no va bien", un "ya es demasiado tarde", un "no puedo perdonarte", un "no te olvidaré".

Ver unos ojos que lo dicen todo sin que las palabras lleguen a salir de tus labios, ponerte seri@ con la boca pero sonreír con la mirada, observar cada gesto, cada parpadeo, cada respiración, cada suspiro, cada movimiento, querer aprender cada detalle de tus dedos, de tus manos, de tus ojos, de tu boca, de tu mentón, cada detalle tuyo... sentir que tengo todo el tiempo del mundo para perderme en ti, para perderme contigo, no ser capaz de sostener tu mirada, no hablar, no pensar, apenas respirar, simplemente sonreír, simplemente ser feliz. Experimentar todo esto en un segundo, en diez segundos, en un minuto callad@, da igual cuánto tiempo haya durado, da igual lo que haya pensado ese extraño que nos ha visto al pasar, da igual el mundo, ha sido un silencio en el que nos hemos contado todo lo que no sabíamos decir, lo que no podíamos decir, pero que necesitábamos compartir, lo que necesitaba que supieras, lo que necesitabas que supiera.

Las cosas cambian, las situaciones, los sentimientos, las personas, las costumbres, las necesidades, las conductas, la forma de hablar, la rutina, ... quizá los silencios sean lo único que se mantenga inalterable, ese idioma que todo el mundo habla, pero pocos entienden.

Georges Clemenceau dijo:
"Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra".


martes, 17 de julio de 2012

Canciones

Seguro que alguna vez has escuchado una canción que te ha removido algo por dentro. Imagino que lo primero que se te viene a la mente es la típica balada de amor... si yo estuviera en tu lugar pensaría lo mismo, pero dejemos eso para más adelante.

¿Qué tal si empezamos por canciones que nos hacen sonreír? o quizá, incluso hasta reír. Mis favoritas indiscutibles: las chirigotas de Cádiz. Tener un día no del todo bueno, un día apático, triste, un día de esos en que nada sale como debería...y de repente, escuchar un cuplé de los Juancojones que habla de un tío flojo que no encuentra trabajo porque la cosa está muy mal, o el de los Puretas del Caribe que habla del capitán del Costa Concordia, y esbozar una sonrisa, o reír a carcajadas. Para gustos colores, seguro que tú tienes una canción especial que te dibuja una sonrisa en la cara. Échale un ojo a esta http://www.youtube.com/watch?v=WsLQetK1JMQ, ya me cuentas qué te parece.

Pero ya sabes que no escribo esta entrada para centrarme en las canciones que nos hacen reír, hoy no. Hoy es un día de esos en que estás desanimad@, de esos días en que cualquier cosa que piensas te acaba llevando a ese mar de recuerdos que echas de menos, los buenos días, la llamada que no está ahí, la charla fugaz que en realidad ha durado horas, la visita inesperada, la sonrisa, ...Al final siempre es la sonrisa la que no está. En momentos como este, acudo a mi lista de canciones, empiezo a escuchar pequeños fragmentos de Total eclipse of the heart y son mis ojos los que se ponen brillantes, I don´t want to miss a thing y recuerdo los momentos que no quería perderme, Te he echado de menos y pienso que hoy no tengo nada que hacer ahí fuera, más que extrañarte, Yo te esperaré pero sé que no tiene sentido hacerlo, Procuro olvidarte haciendo en el día mil cosas distintas, pero no hay forma... En días así, escuchas una canción que estás cansad@ de oír, que incluso te la sabes de memoria, pero nunca has prestado atención a lo que decía, y descubres algo nuevo... algo que te pone los vellos de punta, o que hace que se te escape una sonrisa de esas que pronto se tornan en lágrimas.

Por otro lado, acordarme de la otra cara de la moneda y Cuando suba la marea pensar que la vida es un juego y a pesar de todo lo que ocurra, seguir creyéndolo, darme cuenta de que nunca fui la princesa de nadie, El último día aceptar que era algo que tenía que pasar y sentirme aliviada porque el amor no tuvo más que hacer y, finalmente, ser sólo Alguien a quien conocí un día...pero sigues aquí, Inmortal, sin llegar a desaparecer del todo.

Sólo quedan los recuerdos, poco a poco pasarán los meses, agosto, septiembre, Octubre, noviembre,... y esos recuerdas seguirán aquí, en mi cabeza, junto con los sentimientos que hicieron aflorar. Te recordaré en las fechas especiales, pero también en el día a día, viendo los objetos cotidianos que me unían a ti.

Quizá con ésto, sólo he conseguido contar parte de mi historia. Me gustaría que me hablaras de las canciones que cuentan la tuya.

Para terminar, te dejo esta cita de Shakespeare:
"Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras."
A esto le añado yo: "pero hay que tener cuidado con las acciones".

Dedicar una de las canciones que más te gustan es exponerla a ser una de las que más odias.




viernes, 13 de julio de 2012

Sorpresas

He estado dándole vueltas a la cabeza, pensando cuál debería ser el tema de la primera entrada oficial del blog. No quería inaugurarlo con algo triste, tampoco con algo superficial ni efímero... y aquí está la idea: las sorpresas. No me entiendas mal, no me refiero a sorpresas como la fiesta de cumpleaños que quizá sospechaste que te prepararían al cumplir los 18 o desenvolver por navidades ese cochecito o esa muñeca que viste en el escaparate de la juguetería cuando eras pequeño.

Las sorpresas de las que hablo son las pequeñas cosas del día a día, esos detalles que, vistos desde fuera, carecen de importancia, que nos arrancan sonrisas que sólo nosotros somos capaces de entender. Esa sonrisa que no podemos disimular, y sin querer, mostramos a la persona que encontramos frente a nosotros sin ni siquiera darnos cuenta de que está ahí. Esa sonrisa que hace a esa persona preguntarse si va dirigida a ella y, de repente, le hace esbozar una sonrisa igual que la que a nosotros nos arrancó la sorpresa sin importancia. Son la clase de sonrisas que se contagian porque son inesperadas, espontáneas, escasas, porque hoy en día no se encuentra una mirada radiante sin motivo aparente, porque las personas que pasean  por la calle no lo hacen sonriendo, sólo ríen de forma puntual, reaccionan ante un estímulo concreto, pero no atesoran esa sonrisa.

Una llamada inesperada de alguien especial, sólo porque sí, un mensaje de buenos días, un chiste malo que me contaste, encontrar la mirada que buscas y darte cuenta de que te está sonriendo, una canción, una película, un encuentro casual, una foto para que sonrías, un lugar especial, una conversación en un banco, un desayuno, un gesto, una palabra clave, una intención, un silencio...seguro que tú estás pensando algo que se me ha olvidado mencionar, dímelo, quiero saberlo. A estos detalles me refiero cuando hablaba de sorpresas. Ir caminando por la calle y ver el banco donde estabas sentada cuando mantenías esa conversación, mirarlo de pasada y sonreír recordando lo que en él se dijo. Hacer deporte con los auriculares puestos y que suene esa canción que te pasaron un día, emocionarte y revivir los sentimientos que te recorrieron al escucharla por primera vez. Que suene el teléfono y mirar nerviosa el número, sabiendo que esas mariposillas no tienen sentido, porque es imposible que te llame esa persona, pero aún así, te sonríes al recordar las largas charlas en las que hablabas de todo y de nada a la vez. Una mirada furtiva, una media sonrisa escondida, un silencio lleno de significado. Caminar por la calle y buscar algo aún a sabiendas de que no lo encontrarás...y encontrarlo, y que se ilumine tu mirada, que tu sonrisa no quepa en la cara, que te entren ganas de gritar.

Cada pequeña sorpresa tiene una historia detrás, un porqué, una causa y un efecto, un lugar en la memoria, un rinconcito en el corazón. Es un dibujo en la arena que conforme pasa el tiempo se va borrando. Su intensidad va desapareciendo con el tiempo y acabas por olvidar lo que te hizo sentir ese pequeño "click". No lo hagas, ni siquiera en los momentos en que estés desanimad@, son estos pequeños detalles los que construyen la vida día a día, hora a hora, minuto a minuto, pero sobre todo, segundo a segundo. Aunque no puedas compartir tu sonrisa por el recuerdo de una sorpresa con nadie, sácale todo el jugo que puedas y ve descubriendo nuevas sorpresas en cada instante.

Termino esta primera entrada citando a Gabriel García Márquez...
"No llores porque algo terminó...sonríe porque sucedió".

...y enseñándote una de mis sorpresas


jueves, 12 de julio de 2012

Bienvenid@ a Buenos Días, Presiosa

Como exigen las normas de protocolo, lo primero que pretendo es darte la bienvenida a este blog: curiosea cuanto quieras, todo lo que está aquí plasmado quiero compartirlo contigo y con cualquier persona que esté interesada en leerlo; si te apetece hacer un comentario no te cortes, me interesa todo lo que quieras hacerme saber, tanto si es bueno, como si no lo es. No busco tener muchos seguidores en este blog, pero lo que sí me gustaría, es que los poquitos que formemos este pedacito de la red, lo hagamos de forma constructiva, sin desmerecer ni descalificar.

No considero que deba presentarme, esto es sólo un lugar en algún rinconcito de internet, para plasmar lo que me ronda la cabeza o el corazón. No voy a hablar de mis experiencias, o al menos, no lo pretendo, pero sí quiero dar mi punto de vista ante ciertas situaciones. En realidad, no sé sobre qué voy a escribir, mi intención es empezar a teclear cada día, cada momento que tenga libre, y exponer una serie de pensamientos, de sentimientos, de reflexiones, puede que alguna vez hable de mis vivencias, de mis recuerdos, puede que hable de ti sin que, en un principio, te des cuenta. Puede que sepas leer entre líneas lo que no llego a escribir, lo que dejo en el aire, incluso puede que sepas entender lo que pienso antes de saberlo yo misma.

No he investigado demasiado por internet para saber si existen muchos blogs de este tipo, tampoco sé la afluencia de visitas que puede llegar a tener, con el tiempo te contaré cómo va todo, pero te digo de antemano que aunque sólo lo leas tú, estaré feliz de saber que hay alguien interesado en lo que escribo.

Bienvenid@ al blog de "Buenos Días, Presiosa", empecemos a soñar...